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miércoles, octubre 13, 2010

La música como iniciativa social según Antonio Muñoz Molina

¿Debe ser la sociedad civil la que proponga en Arte? El pasado sábado tuve la oportunidad de pasar un buen rato conversando con el escritor Antonio Muñoz Molina para la edición de esta semana de Club de Jazz. En el transcurso de la charla le hice ver que los aficionados al Jazz (y otras músicas) echábamos en falta una mayor implicación de las instituciones públicas en el establecimiento de una escena, en iniciativas que permanezcan en el tiempo y no sean tan coyunturales (él había tenido un par de experiencias de programación: en el ayuntamiento de Granada en los ochenta y más recientemente en el Instituto Cervantes de Nueva York). Para mi sorpresa (inicial) defendió que debe ser la sociedad civil (léase la iniciativa empresarial privada) la que desarrolle ese espacio y que es perjudicial que sean las instituciones públicas las que lo hagan.

En su experiencia de principios de los años ochenta cuenta que se vivió la paradoja de que al asumir la administración pública propuestas que habían sido privadas (y beneficiosas económicamente) el "producto" se encareció. Muñoz Molina reflexionaba igualmente sobre las redes clientelares que se generan en España como producto de una administración politizada. ¿Y cómo crear esas propuestas desde el ámbito privado? Con alicientes fiscales e incluso logísticos, dijo el escritor.

Estoy de acuerdo en que la administración pública está muy politizada y que en muchos casos (¿la mayoría?) un puesto de ordeno y mando cultural depende de la filiación idiológica o de los enchufismos y que además, dependiendo de cuál sea la propuesta artística, la dificultad de aceptación de la misma por parte de la administración de turno es mayor o menor (suelen triunfar las propuestas lamidas y relamidas). Pero, ¿existen esos incentivos fiscales y logísticos? No parece que ese sea el camino que están tomando las administraciones. La realidad municipal es que cada vez son mayores las trabas para la apertura de salas con posibilidad de actuaciones en directo (mientras otras se cierran). Y otra pregunta que no es menor: ¿se puede sobrevivir como músico dependiendo de la contratación en salas o proyectos privados?

La realidad hoy en día es que nadie puede vivir en este país de ser exclusivamente músico concertista (por favor, cuando hablo de música hablo de música, no de show business) por lo que las posibilidades de maduración de los proyectos son mínimos ya que estos sólo pueden trabajarse en el tiempo extra que las actividades de sustento (clases en escuelas de música, trabajos varios...) permiten. Así es difícil que la escena musical española no pase de la adolescencia creativa. Y, ¿alguien vigila lo que pagan las salas de concierto? Rara es la ocasión en que un músico puede tocar en ellas con un contrato (¡seguridad social!), se paga en negro. Vale, me doy de alta en autónomos. Si este mes no tengo un "bolo" me sale deficitario el tema (ya que pago en autónomos X al mes fijo). Pero, si se realizara una inspección fiscal y se obligara a garantizar los derechos del músico (trabajador) a las salas de música, ¿podrían estas mantenerse abiertas y ofreciendo conciertos - no música enlatada como muchas terminan haciendo -?

Seguramente si este fuera un país civilizado la situación laboral de los músicos no sería la que es y se podría pensar en prescindir mayoritariamente de lo público a nivel organizativo y monetario pero, ¿somos un país civilizado o en vías de civilización?

No sé qué pensará de todo esto Lolita... en fin, ella sólo quiere lamerme:


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