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lunes, agosto 30, 2010

¿Por qué desapareció John Lurie?


¿Por qué desapareció John Lurie? Esa es la pregunta que se hacía el periodista Tad Friend en un artículo publicado el pasado 16 de agosto en The New Yorker titulado Sleeping with weapons (Durmiendo con armas). Parece ser que, en efecto, John Lurie hace uso de la segunda enmienda de la Constitución USAmericana y posee un arsenal doméstico de primer orden que incluye botes de pimienta, bates de beisbol, catanas ninja y otros artilugios que, con un poco de imaginación, pueden servir para algo más que para su uso original. Según el baterista Calvin Weston: tiene armas cada pocos pasos.

¿De qué o quién se protege John Lurie? Es una pregunta legítima si uno tiene previsto visitar un domicilio con semejante despliegue armado. Claro que, dado que es bastante improbable que eso suceda, la primera que se le vendrá a la cabeza a unos cuantos lectores es: ¿Quién es John Lurie? Para empezar Lurie es un tipo nacido en Minneapolis en 1952 y que creció en Worcester. Me siento agradecido por mi esqueleto, mi cerebro y por el sol, escribió en un ejercicio escolar. Más tarde se dedicó a colorear las respuestas del test de aptitud (fundamental para el acceso a los estudios superiores) y se decantó por la música. Tocaba el saxo hasta que le sangraban los labios (lo cual imagino que no es ni envidiable, ni saludable, ni, por otro lado, necesario para manejar el instrumento pero…). En 1978 se instaló en un apartamento en Manhattan; vivía gracias a la ayuda económica del gobierno por una supuesta invalidez psicológica (decía oír voces que lo llamaban por su nombre). Ese apartamento lo frecuentaban especímenes del Nueva York más variopinto, desde drag queens hasta tipos con cuchillos entre los dientes (según declara su vecina entonces Rebecca Wright) y Lurie se bañaba en su cocina (sic) y tocaba el saxo en calzoncillos (de ahí, imagino, la desnuda sonoridad de su saxo). Tan sólo un año después de su llegada a Nueva York formó el grupo que le dio fama musical: The Lounge Lizards.

The Lounge Lizards (de primeras un quinteto) fue un grupo que parodiaba los usos y maneras del Jazz (vestían trajes de segunda mano como parte de una pose irónica), con maneras Punk, transgresoras, pero, a pesar de lo paródico, de un Jazz muy serio a la par que festivo. En 1981 publicaron el primer disco, un trabajo de título homónimo en el que a los originales de Lurie sumaron dos versiones descacharrantes de música de Monk además del clásico Harlem Nocturne de Earle Hagen. Su discografía la conforman nueve grabaciones entre 1981 y 1998, cuatro de estudio y cinco directos. En el sonido Lounge Lizards confluyen, a través del Jazz, Rock, Punk, Blues, Música africana, circense, cabaretera… A él han contribuido con los años músicos como los guitarristas Marc Ribot y Arto Lindsay, los MMW John Medeski (teclados) y Billy Martin (batería) o el trompetista Steven Bernstein de entre la treintena aproximadamente de instrumentistas que han pasado en uno u otro momento por la banda. Sólo con artistas irreverentes como estos, muchos de ellos primeras figuras del avant garde neoyorquino, es concebible una formación tan alocada con, además, una evidente solidez musical detrás. El grupo tuvo una buena acogida, especialmente en Europa y Japón, aunque no se puede perder de perspectiva que, al hablar de la música que hablamos, apenas vendían unos miles de discos. Evan Lurie - hermano de John y miembro fundador de los Lizards – sospecha que John nunca entendió por qué el grupo no tenía muchos más seguidores: No creo que John entienda incluso esto, que la música de The Lounge Lizards nunca iba a sonar en la radio. Es demasiado cacofónica, demasiado exigente, demasiado etérea, demasiado… cientos de cosas. Pero, como era tan sincera, John nunca pudo entender por qué no todo el mundo la abrazaba. Aun así, ¿disfrutaba John Lurie con su banda? En el escenario sus compañeros lo describen feliz pero después de los conciertos, relata su amigo Stephen Torton, se encerraba en la habitación para revisar algún arreglo, se lamentaba (incluso antes de que hubiera algún motivo para ello) mientras bajo el balcón del hotel de cualquier lugar del mundo en el que tocaran las chicas gritaban (según Torton, claro). El alocado Lurie era, a su vez, un obseso de la perfección.

Tad Friend – autor del artículo para The New Yorker – asegura que entre 1984 y 1989 todo el mundo en el downtown de Nueva York quería ser John Lurie, acostarse con él o golpearle la cara. A su éxito con los Lounge Lizards hay que sumar sus frecuentes colaboraciones con el cineasta Jim Jarmusch (actor en Stranger than Paradise en 1983 o en Down by law en 1986) además de sus primeros pinitos como pintor (de él son algunas portadas de discos). Y, sobre todo, son los años de su “reino” que abarcaba entre la calle 14 y Canal. Él era el hombre, dice Friend. Años de drogas, mujeres y una vida bohemia que continuó en los noventa con otra de sus grandes (y excéntricas) creaciones: la serie Fishing with John, seis programas televisivos en los que se fue de pesca con Jim Jarmusch, Tom Waits, Matt Dillon, Willem Dafoe y Dennis Hopper. Las experiencias vividas o el tratamiento dado en el programa a alguno de los invitados hizo que se ganara su enemistad (aparentemente se rompió su relación con Tom Waits y Matt Dillon).

Lurie culminó la década de los noventa con un nuevo golpe de genialidad y travesura: Marvin Pontiac. O lo que es lo mismo, se inventó un músico que jamás existió. Pontiac tenía incluso una biografía que situaba su nacimiento en Detroit en 1932, hijo de un maliense y una neoyorquina. Tras unos años en Bamako volvió a Chicago donde recibió una paliza del bluesman Little Walter que lo acusó de copiar su estilo como armonicista y… En fin, una larga historia que culminó con su muerte en junio de 1977 atropellado por un autobús después de pasar por el psiquiátrico, haber sido secuestrado por alienígenas y contar con fieles e ilustres seguidores como el pintor Jackson Pollack o los cantantes David Bowie, Leonard Cohen o Iggy Pop. Lurie “recuperó” grabaciones de Pontiac de los años cincuenta y sesenta para su propio sello discográfico: Strange and Beautiful.

Y después, ¿qué? Después de la publicación de The legendary Marvin Pontiac nada más en su carrera musical. En 2001 dejó de tocar el saxo y entró en su década terrible. Esos son los años que centran el artículo de Tad Friend en The New Yorker, los que nos muestran a un Lurie enfermo, recluido, paranoico y en fuga que, sin embargo, comienza a triunfar en la pintura. La pintura como salvación para un hombre enfermo cuyo primer episodio de enfermedad manifiesta tuvo lugar en 2002 en un restaurante – acababa de rodar unas escenas para la serie Oz de la HBO – cuando, de pronto, el mundo empezó a darle vueltas y perdió la movilidad. En días sucesivos los síntomas fueron de intolerancia a la luz y molestias ocasionadas por el ruido, reacción de la piel a los limpiadores y falta de fuerza en su mano izquierda. Fue diagnosticado, entre otras cosas, de esclerosis múltiple, epilepsia y de Síndrome de taquicardia ortostática. Lurie creyó padecer la enfermedad de Lyme, una enfermedad crónica discutida entre la propia comunidad médica (según refleja Friend). Como consecuencia de ello dejó de tocar el instrumento y durante años apenas salió de su apartamento. Se concentró en pintar y en escribir sus memorias (de las que, de momento, no hay noticia) y empezó a ganar un buen dinero con sus pinturas. Eso sí, la mayor parte de su tiempo lo pasaba tumbado en el sofá, fumando y quejándose al menor ruido. Perdidas muchas de sus amistades (según él sólo le quedaban Flea – bajista de Red Hot Chili Peppers – y el actor Steve Buscemi de entre sus amigos artistas) otro pintor, John Perry, se convirtió en su amigo más íntimo.

La relación con John Perry - un pintor de retratos y naturalezas muertas que trabajaba de ayudante de obra o profesor sustituto cuando las necesidades económicas apremiaban - se convirtió en un pilar para Lurie. Se conocían de principios de los años noventa, cuando compartían partidas de póker y nocturnos partidos de baloncesto con lo mejor de cada casa (porteros y mánager de clubes, traficantes de droga…). Perry pasaba horas y horas en casa de Lurie, le enseñó algunas técnicas pictóricas con óleo, le ayudó con su nuevo ordenador Apple, le cortaba el pelo, jugaban partidas de cartas… Pero Perry tenía también un lado violento, de reacciones impulsivas, y fue detenido en varias ocasiones (por trifulcas relacionadas con las drogas o, en 2008, por impedir, esgrimiendo un bate de béisbol, que dos policías fuera de servicio pudieran ver un apartamento vacío en su edificio). Por mucho que conozca ese lado violento, la acumulación de “armas” defensivas (como los anteriormente citados bote de pimienta o bate de béisbol) y su fuga de Nueva York con temporadas en la isla de Granada, en el Big Sur de California, en una población del oeste de Turquía o, más recientemente, en Palm Springs (California) nos muestran a un Lurie un tanto paranoico. ¿Qué sucedió entre Perry y Lurie?

El retrato que Tad Friend hace de los avatares de la relación entre ambos en su extenso artículo está lleno de capítulos íntimos que transmiten una considerable inestabilidad y adolescencia emocional en ambos; de dependencia a la vez que de repelencia, de genialidad creativa en contraste con la fragilidad obsesiva de sus personalidades y, sobre todo, la descripción de una relación que bien podría ser la de una mal avenida y celosa pareja de amantes. Es un retrato lleno de datos que, en opinión de quien esto escribe, traspasan en ocasiones los límites de la necesaria privacidad de la vida de cualquiera (aunque entiendo que tanto Perry como Lurie son partícipes y conocedores del artículo). No es mi propósito enumerar cada batalla, insulto, petición de perdón, llamada a deshoras o mensaje público de Internet subido de tono entre ellos pero sí reflejar el que parece ser uno de los capítulos fundamentales para entender la ruptura de su relación y el nacimiento de la paranoia de John Lurie. Y es que, al igual que Lurie había rodado su particular Fishing with John con el “sólido” argumento de unas jornadas de pesca compartidas con las celebridades antes mencionadas, Perry tenía también su idea de serie televisiva con el título de The drawing show (El show del dibujo) cuyo propósito básico era que el espectador viera el proceso de creación de un retrato y la reacción posterior del retratado. El primero, quien se prestó para el programa piloto, fue John Lurie. Cuando estaban en ello – rodando en el apartamento que un amigo de Perry le había cedido por una noche – y después de una serie de comentarios graciosetes de Lurie que molestaron a Perry (¿Por qué tengo la sensación de que me estás dibujando una nariz de cerdo?), sin terminar la grabación, antes de enfrentarse a su retrato, John Lurie abandonó el estudio. Perry, abatido por la imposibilidad de haber podido terminar su programa piloto, recibió al poco una llamada telefónica: era Lurie desde el vestíbulo. Se había desplomado y necesitaba ayuda. Bajó corriendo a socorrerle y fue entonces cuando Lurie dijo ver en Perry una mirada intensa, perdida y como de un niño de su amigo. Más tarde pensó que en ese momento él decidió que me iba a matar. A su vez Perry encontró pronto motivos para, cuando menos, alterarse más de lo que ya estaba: descubrió que Lurie había comprado un combate de boxeo en la televisión por cable esa misma noche. ¿Se habría marchado del rodaje para llegar a tiempo al combate? ¿Realmente se había puesto enfermo? (Llegó a llamar al canal televisivo para descubrir cuántos minutos del combate había visto Lurie). La obsesión del uno por el otro era ya inevitable, hasta el punto de que todos los capítulos posteriores dan forma a un culebrón que – este sí – cumpliría con todos los cánones del éxito para atraer a una audiencia televisiva sedienta de cotilleos. Un culebrón de amor y desamor, insultos y amenazas (con denuncias a la policía incluidas), aderezado con los escenarios exóticos de la fuga de Lurie (después reconocería que de no haber sido por todo esto nunca habría visto las ballenas en el Big Sur californiano).

Llegados a este punto, y dejando de lado la alocada vida privada de ambos, la pregunta que muchos aficionados a la música de Lurie y de The Lounge Lizards nos hacemos es: ¿volverá a tocar el saxo? El artículo de Tad Friend termina como sigue: Después de no haber tocado sus saxos desde 2001, Lurie los ha reparado recientemente y, en los buenos días, piensa en volver a casa y estudiar para poner sus labios en forma de nuevo. “Juntar una nueva banda e ir de gira… no sé”, dijo. “Demasiado estrés y nunca más estaré lo suficientemente protegido como para tratar con la gente. Probablemente tocaré sólo en la calle. Hay un lugar en Astor Place, junto a donde está el cubo, entre Broadway y Lafayette, en el que el sonido del saxo es increíble hacia las seis en punto”.

Así que la respuesta a la pregunta de si volveremos a escuchar a John Lurie haciendo música – al menos fuera de Astor Place – no tiene respuesta por ahora. Dado el historial de este genio con el que tan difícil parece convivir (y que difícilmente parece soportarse a sí mismo) cualquier cosa es posible. Muerto Marvin Pontiac y desaparecidos los Lounge Lizards sólo queda esperar que de esos soplidos a las seis en punto en Astor Place surja otro artista de pasado hilarante capaz de seducir a otros genios dispuestos a dejarse embaucar… y de paso a unos miles de aficionados. ¡No a más! Entonces la música, quizá, dejaría de ser honesta.

© Carlos Pérez Cruz
Publicado originalmente aquí.

El artículo original de Tad Friend para The New Yorker se puede consultar en el siguiente enlace (previo pago).


viernes, agosto 27, 2010

El espasmódico Collignon

El músico francés Médéric Collignon es uno de esos locos espécimenes que de vez en cuando nos regala el arte. Es trompetista, sí, pero también un vocalista desatado, espasmódico, demoledor... Algo de ello ya se intuía en sus colaboraciones con el clarinetista Louis Sclavis (no nombre Jazz, Europa y Creatividad sin mencionarlo) como en el proyecto Napoli´s Walls (¿todavía no lo has escuchado?). La próxima semana pincharé en el Club de Jazz un tema de su último trabajo - de Collignon me refiero - dedicado a la etapa electrónica de Miles Davis (titulado Shangri-Tunkashi-La) pero como aperitivo este par de videos para despatarrarse con sus habilidades:



miércoles, agosto 25, 2010

Turn off Fox?

Si somos libres lo somos también de perder el tiempo con aquellas causas que nos lleguen a lo más profundo del higadillo. Recibo un mensaje que me guía a una página destinada a intentar acabar con el canal de noticias por cable de Estados Unidos Fox News. Imagino que no hará falta decir (pero por si acaso lo digo) que se trata de un canal propiedad de Rupert Murdoch dedicado a la información... sesgada. En fin, como todos, ¿no? Lo que pasa es que los hay que son pura pornografía de la noticia y éste es de los que se llevan la palma según nos cuentan (lo siento, no me dedico al suicidio neuronal como para comprobarlo por mi cuenta). La página www.colorofchange.org tiene en marcha una campaña cuyo fundamento es convencer al personal para que deje de ver el canal y, de ese modo, ejercer presión como consumidores para "liberar" la FOX. Por la donación de dólares para la causa te envían más o menos pegatinas con el lema "Turn off FOX" ("apaga la FOX") que puedes poner donde creas conveniente (yo recuerdo de mi visita USAmericana las preciosérrimas de "We support our troops") a modo de proselitismo. En dicha página se puede firmar un documento para apoyar el siguiente texto: No pongo Fox News en mi casa y hago un llamamiento a empresas y otras estamentos públicos para que dejen de ponerla. No quiero que Fox propague odio, mentiras y divida a mi comunidad, y quiero apoyar a empresas que estén libres de Fox - Fox-Free en el original -.

No puedo apoyar la causa al encontrarme fuera de las USAméricas pero si estuviera dentro de ellas, ¿firmaría? En fin, ¿de qué puedo acusar a Fox News? ¿De utilizar la información para su propio beneficio? ¿De apoyar al Partido Republicano - para el que el entramado Murdoch suelta una buena pasta -? ¿De mentir? Si fuera por alguno de estos motivos seguramente tendríamos que hacer una pira de medios (rollo libros a la hoguera de los nazis) porque aquéllos que estén libres de pecado, ¡que tiren de la cadena!

Seguramente los líderes de la iniciativa pasan por alto un factor nada desdeñable. La información, como todo lo que pasa por los grandes medios de comunicación, no es pura descripción de aconteceres sino que forma parte del entretenimiento de la sociedad del espectáculo (Si vivimos en la sociedad del espectáculo, ¿por qué es todo tan aburrido? que decía una viñeta de El Roto) así que la realidad (o su percepción) se pone al servicio de un espectáculo determinado por el ideario político de la empresa (es decir, al servicio de quienes pueden asegurarte el monopolio de un sector o, al menos, una posición cómoda, poderosa e influyente en el mismo). No es tan peligrosa Fox News como las mentes de quienes son capaces de entrar al juego de su espectáculo televisivo sin tener conciencia de qué se esconde detrás de la pirotecnia de las imágenes y de las opiniones. O, dicho de otra manera, lo peligroso no es Fox News y su información basura sino el espectador basura, la clase de televidentes que ponen toda su fe en ella y se nutren informativamente de lo que es puro divertimento (nocivo si se quiere, pero divertimento al fin y al cabo). Y me parece bien que los consumidores (ya no personas, ¡jamás!) protesten cuando la calidad de lo que se ofrece no les agrade, incluso cuando se sientan ofendidos, pero, ¿de verdad va a dejar de ver Fox News alguien por una campaña así? Además, ¿no es divertido tener en la parrilla canales tan airados? Seguro que tiene espectadores acérrimos que disfrutan de la excentricidad periodística del medio.

En España tenemos ofertas similares en vocación como los medios del grupo Intereconomía, pero todavía (he dicho "todavía") no tienen tantos medios y el entretenimiento es de muy bajo coste. Teatrillos del café de la mala baba para defender su orgullo de ser de derechas. Pero aburridete, no pasa de una mera verborrea continuada, un 24 horas de la testosterona ideológica. Yo procuro pasar de carrerilla sobre sus frecuencias televisivas y radiofónicas. Hace tiempo aún dedicaba algún minutillo esporádico a caer en las garras de la caspa apocalíptica de sus espacios pero me cansé de tener que pasar después el cepillo por la ropa y, además, mi médico de cabecera (esa voz que habita en nuestras entrañas) me aconsejó dejar de hacerlo. Pero no seré yo quien prive a mis congéneres del placer del masoquismo de la información de destrucción masiva que proporciona este grupo.

Más que por la existencia de estos engendros que se travisten de periodismo me preocupa que los pocos espacios que, sin ser (¡ni de lejos!) perfección del gremio, todavía rezuman profesión estén en riesgo de desaparición o involución. La obsesión del propio Murdoch por hacerse con The New York Times debería animar a los mismos que quieren acabar con Fox News a realizar una campaña para animar a la lectura de tan referencial periódico. O enviar un ejemplar por cada donación (en vez de la pegatina). Quizá defendiendo lo que de bueno queda se consiga más que tratando de acabar con medio(cre)s como la Fox u otros similares que, al fin y al cabo, nos ofrecen una forma de descargar adrenalina tan válida como hacerse una pajilla, dar unas cuantas hostias al saco de boxeo o cagarse en la p***madre del árbitro.

martes, agosto 24, 2010

Jazz (a lo prensa generalista) II

Sigo con los despropósitos jazzeros publicados en la prensa generalista y que ya dieron lugar a un post hace unos días con el mismo título. Leído en la edición digital de "Diario de Navarra" me encuentro con la siguiente definición del trío de piano, contrabajo y batería de, en este caso, Mikel Gaztelurrutia (líder nominal). Actuación la suya dentro del marco de "Ciudadeladelarte", ciclo de actividades culturales en el marco de La Ciudadela de Pamplona (el título del ciclo también se merecería un diván aparte).

(...) Esta formación desarrolla el concepto de composición para trío implicando al contrabajo y la batería como elementos que interaccionan con el piano dentro del triángulo instrumental. El repertorio del concierto está compuesto por temas originales de Gaztelurrutia que según el autor se basan en un lenguaje moderno con grandes contrastes rítmicos y dinámicos.(...)

Lo de "triángulo instrumental" no me negarán que tiene su miga poética, ingenio de creatividad del autor (sin firma) de una triste y aburrida nota de prensa en una tarde tórrida de verano. La parte inicial, la del "concepto de composición para trío implicando al contrabajo y la batería como elementos que interaccionan con el piano", significa, por si la profundidad lírica de la nota pudiera enturbiar la comprensión del lector, que la batería y el contrabajo tocarán también, ¡incluso a la vez que el piano! Puede que, si me apuran, el contrabajo llegue a hacer melodías y olvide su función rítmica usual o que la batería haga algo más que "chin ti chín". Es decir, sin lugar a dudas, asistimos a una revolución del género (musical). Lo que no termino de tener muy claro es lo del "lenguaje moderno", quizá un giro literario tan grande para mi comprensión como los "contrastes rítmicos y dinámicos" que nos prometen.

viernes, agosto 20, 2010

Adicción

A quien esto firma le resulta desconcertante que, en dedicándose al descubrimiento y difusión del Jazz, tenga que confesar que el músico y la música que más placer emocional e impacto le han proporcionado en lo que llevamos de año no tienen nada que ver con la estética a la que tantas horas ha dedicado y dedica sus energías. Es más, el firmante empieza a ser consciente de que de seguir enganchado a este músico y su música es posible que bata su propio récord de audiciones de un mismo disco… o dos, en este caso. De momento no le preocupa la adicción (saludable, piensa) pero sí le afecta más saber que no podrá ser renovada. Y es que el músico ha muerto, más bien, se ha suicidado. Y motivos tenía más que suficientes (sabe el escritor que por esta declaración podría ser excomulgado de muchas confesiones… y le da lo mismo) ya que desde los 18 años permanecía en silla de ruedas tras un accidente de tráfico. Las operaciones posteriores a las que se tuvo que someter fueron generando una deuda con la sanidad estadounidense de alrededor de 50000 dólares. Escalofriante. Miserias de un sistema, el de este país, que se define como el de las oportunidades pero que ha dejado morir a un gran creador. Se fue voluntariamente, claro. Se fue siendo él el que debía al país y no el país el que le debía a él.

Sabe el autor de estas líneas que no está el mundo para romanticismos ni utopías así que, al grano. ¿De quién habla? Hablo de Vic Chesnutt. ¡¡¡Ahhhhh!!! Bueno, bueno. ¿Tan evidente era de quién se trata? Yo, sinceramente, hasta después de muerto no le conocí y fue una casualidad (¡no! ¡¡las casualidades no existen!!); mejor dicho, una causalidad: acudir a la proyección de la película documental Empires of tin - llevando al extremo la concisión en la sinopsis: grabación de un concierto con proyecciones en pantalla - del director neoyorquino Jem Cohen hizo que descubriera a un tipo que cantaba sentado en una silla de ruedas al frente de un grupo que en ocasiones parecía de música experimental, ruidista, ¡Free!, y en otras pura canción de autor (¿qué demonios es una “canción de autor”?) que decía cosas como que Faith is the lies we tell and tell ourselves. Life is the lies we tell everybody else. ¡Y además parecía creerse lo que decía! En estado de shock corrí a casa (era febrero, noche heladora) y busqué quién era ese tipo. Dead, my friend. ¡¿Cómo?! Dead, man. Vino el descubrimiento de una vida muy puta que acabó un 25 de diciembre de 2009.

Siempre nos quedará su música: me agarré al estúpido mantra del consuelo en estos casos y compré los dos últimos discos que había grabado para un sello canadiense (Constellation). Desde aquel día, del no tan lejano mes de febrero o marzo en que me llegaron, los dos, North Star Deserter y At the Cut, resuenan de forma compulsiva en mis oídos. Para mí forman un totum revolutum que no quiero deshacer así que, lo siento, los dos me parecen básicos para poder mantener constantes mis vitales. He traducido sus letras (hay acidez, hay sentido del humor, hay dulzura, hay vida… muy jodida) pero no es necesario descifrar cada palabra para sentir en lo más profundo un dolor extremadamente placentero producto de una voz y una dicción que, para mí, no tienen semejante; resultado de una compañía instrumental que se endurece con músicos que proceden del Punk y del Rock y se suaviza para dejar que Vic nos acaricie los sentimientos sin coraza. Hay rabia, hay derrota, pero también la victoria de saber que alguien así pudo existir.

© Carlos Pérez Cruz




Fragmento del programa The neighbors dog. En él Vic Chesnutt interpreta Granny, recogido en el disco At the cut.

Más sobre Vic Chesnutt en este artículo que publiqué hace unos meses.

jueves, agosto 19, 2010

Max Roach - "We insist! Freedom Now Suite" (1960)


Qué curiosa es la muerte. Fallece alguien, las necrológicas recuerdan su aportación a la humanidad y cuando ya de nada le sirve al fallecido que accedamos a sus obras es cuando se vuelven a publicar. Pasa con los libros, con las películas, con los discos… Acabo de regresar de mi tienda de libros de cabecera y conmigo se ha venido un libro del recién fallecido historiador Tony Judt (expuesto donde antes no solía, claro). El pasado 14 de agosto (de 2010, el año en que se firma este texto) falleció la cantante Abbey Lincoln. Y sí, tenía por ahí algún disco suyo pero llevaba miles de años sin escuchar su voz y, justo ahora que la palma, nace en mí un súbito interés por ella, por su aportación a la historia del Jazz. Es lo que hay, somos seres humanos. Nos proclamamos racionales pero me temo que no hacemos mucho por merecer tal calificativo. Este mundo es muy extraño, que decía un personaje de David Lynch.

Muere Abbey Lincoln y, ¡por supuesto!, todos sabíamos que esta mujer además de por su voz destacó por su activa participación en la lucha por los derechos civiles de los negros en Estados Unidos. Muere y, ¡evidente!, con ella se va la última gran dama del Jazz… otra más. Nos miramos de reojo unos a los otros y vamos rellenando nuestras propias lagunas de conocimiento. No voy a engañar a nadie. Mi conocimiento de la vida y milagros de esta mujer era nulo. Sí, sabía de su existencia, que era cantante de Jazz, pero poco más. Así que su muerte me ha servido para ponerme las pilas y para encontrarme de frente con su participación en un trabajo del que, precisamente ahora, se cumplen cincuenta años de su grabación. Ese es otro de nuestros asideros más extraños: las efemérides. Cuántos minutos de radio y televisión y páginas de periódicos, revistas y publicaciones varias rellenan. Lincoln formó parte de un disco liderado por uno de los músicos fundamentales en el desarrollo del Be Bop: el baterista Max Roach (dos años después de grabarlo se casaron… hasta que se separaron).

We insist! Freedom Now Suite. ¿Sobre qué insiste el título de este trabajo? Sobre lo mismo que pedía el saxofonista Sonny Rollins dos años antes cuando firmó The Freedom Suite, con el propio Max Roach en la batería más Oscar Pettiford en contrabajo. Se insiste en la necesidad de libertad. Mucho ha tenido que insistir la comunidad negra de Estados Unidos para lograr unos mínimos de libertad y respeto que todavía hoy, cincuenta años después de la suite, siguen sin estar plenamente logrados (a la insistencia en lo extraordinario de la negritud de un presidente del país, el señor Barack Obama, me remito como ejemplo). Claro que entonces quedaba mucho más por hacer y Roach puso su granito de arena.

La fotografía de la portada del disco hace referencia a sucesos de ese mismo año. En ella vemos a tres personas negras apoyadas sobre la barra de un bar y mirando con seriedad a la cámara. Al otro lado de la barra una persona blanca, el camarero que debe atenderles. Meses antes, en febrero, cuatro estudiantes negros en la misma situación que muestra la fotografía fueron conminados a abandonar un local, a lo que se negaron. Fue en Greensboro (Carolina del Norte) en un comedor de la cadena Woolworth. Ese acto de racismo fue respondido con meses de protestas hasta lograr el 25 de julio acabar con la segregación por motivos de raza en ese local. Son años de gran trascendencia histórica en los que en Estados Unidos el Movimiento por los derechos civiles estaba en plena efervescencia y en el que con pequeños gestos como éste, o el famoso de Rosa Parks en un autobús negándose a ceder su asiento a una persona de piel blanca apenas cinco años antes, se combatía la discriminación racial.

En ese contexto se desarrolla la grabación el 31 de agosto y el 6 de septiembre de 1960 de We insist! Freedom Now suite, un trabajo que no escapó a la tensión propia del momento. Desde su propia gestación ya que, en origen, se trataba de una colaboración entre Max Roach y el letrista Oscar Brown que acabó por quebrarse. Roach y Brown representaban dos visiones de la lucha por los derechos civiles con matices diferenciales. Oscar Brown dijo: Max pensaba que Malcolm X tenía una solución mejor que Martin Luther King. Es decir, la visión de Max Roach era algo más radical que la de Brown, más afín a la no violencia promulgada por quien años después, en 1963, declaró haber tenido un sueño. Así, y siempre según Oscar Brown, la idea original era haber creado una gran obra que recorriera la historia de la percusión africana titulada The Beat de la que en la suite finalmente grabada por Roach se recogen tres movimientos, aunque en un orden diferente al pensado por Brown. The Beat debía abrirse con All Africa seguido de Driva´man y cerrado por Freedom Day. Es decir, había una intencionalidad evolutiva inversa a la propuesta por Max Roach. Oscar Brown proponía un viaje desde el África originaria de la percusión, pasando por la esclavitud africana en Estados Unidos, y culminando con la celebración de la libertad que llegó con la proclamación de emancipación realizada en 1863 por Abraham Lincoln en los Estados Confederados de América – para cuyo centenario se estaba creando esta obra - . Sin embargo Roach invirtió el orden: primero fue la esclavitud (Driva´man), después la libertad (Freedom day) y por último África (All Africa). Una diferencia de perspectiva que se acentuó, además, con dos movimientos que Brown no contemplaba para la suite original: el tríptico Prayer / Protest / Peace y el número final: Tears for Johannesburg (dedicado a las víctimas de un tiroteo policial en Sharpeville – Sudáfrica – que terminó con 69 muertos el 21 de marzo de 1960).

El tríptico conforma el movimiento más dramático y tenso. Se trata de un dúo entre la batería de Max Roach y la voz de Abbey Lincoln que, al llegar al momento de Protesta, estalla en un grito desgarrador y primitivo. Las notas del libreto del disco, firmadas por el crítico Nat Hentoff, explican: ‘Protesta’ es la liberación final e incontrolable de la rabia y la ira que han sido contenidas por el miedo durante tanto tiempo que la catarsis sólo es posible arrancando dolorosamente toda la furia acumulada y la hiriente y cegadora amargura. A través de todas las formas de protesta, incluida, sin duda, la violencia. El tono espiritual, sureño, gospel y bluesy del segmento de Plegaria da paso, mediante un redoble de la batería de Max Roach, a la tensión de los gritos de Abbey Lincoln acompañados por la agitada batería de Roach hasta que, cuando la violencia de la voz parece hacerse insoportable, un golpe de plato nos devuelve el remanso de Paz, también a la voz de Lincoln (siempre onomatopéyica) y a la batería de Roach que termina por establecer un ritmo continuo que permanece invariable hasta el final del tríptico.

Los temas a los que Oscar Brown se refiere como originales de The Beat y los dos que Roach suma para conformar la Freedom Now Suite configuran una obra que resulta irónica, crítica, descriptiva y esperanzadora en las letras de Brown y más primitiva y combativa en los postulados musicales de Roach. Como si Malcolm X y Martin Luther King se dieran la mano sin modificar sus principios. El viaje musical propuesto por Max Roach se inicia con Driva´man, en las plantaciones de algodón, a ritmo de canción de trabajo con letra de Oscar Brown (ironiza sobre la relación entre esclavos y negreros; poesía de la crueldad) y con un solo del saxo tenor de Coleman Hawkins en la que es única de sus participaciones en el disco. De inmediato llega la celebración del Freedom Day, donde la letra de Brown celebra pero a su vez muestra escepticismo ante la libertad tan añorada presuntamente lograda (Can it really be? Can´t conceive it, can´t believe it, but that´s what they say) y en el que la música se lanza a un frenesí swingueante en el que brilla especialmente la trompeta de Booker Little y en el que la voz de Lincoln enuncia el texto sobre el nervioso pulso rítmico que parece articulado al doble de velocidad. Confluyen en este Freedom Day la mejor tradición rítmica del Be Bop, el sentido melódico del Hard Bop y la textura más arriesgada del Free en ciernes (la ausencia de piano da una sensación de mayor libertad armónica que la que realmente hay). Después del ya mencionado Tríptico llega All Africa, el guiño de Oscar Brown a la rica y magnífica historia del ritmo africano y el enunciado por parte de Abbey Lincoln (sobre un ritmo ternario reiterado) de los nombres de decenas de etnias africanas (zulúes, masais o mandinga, entre otras) al que responde el percusionista nigeriano Babatunde Olatunji en lengua yoruba con proverbios sobre la libertad de cada uno de esos grupos étnicos. Finalizada la lista se inicia una sección puramente percusiva a cargo de todos los percusionistas que participan en el disco (además de Olatunji y Roach escuchamos al desconocido Tomas Du Vall – al menos para mí - y al neoyorquino Raymond Mantilla – que formaría parte años después del proyecto de percusiones M´Boom de Roach - ) que desemboca con naturalidad en el tema de cierre, Tears for Johannesburg (con el que Max Roach evita circunscribir la lucha por los derechos civiles negros simplemente a Estados Unidos), una composición modal de solos abiertos (de nuevo destaca Booker Little) sobre un ostinato rítmico en 5/4*. Son los dos últimos movimientos, los más percusivos y modales, los que despiertan más nuestro imaginario africano.

Ya sea por la muerte de Abbey Lincoln o por los cincuenta años que ahora se cumplen de la grabación, cualquier excusa merece la pena para recuperar (o descubrir) este disco que, aunque musicalmente es disfrutable por sí mismo, puede entenderse y paladearse con mayor fruición si se conocen las circunstancias sociopolíticas del momento y su proceso de gestación. Sin olvidar tampoco que su aparente radicalidad musical (especialmente la del ya comentado Protest) es tan sólo un apunte colorista y si se quiere naif ante la gran revolución que el Jazz estaba alumbrando por aquel entonces: el Free Jazz. Una revolución en consonancia con los tiempos convulsos del país cuyo disco fundacional se iba a grabar apenas unos meses después, el 21 de diciembre de 1960: Free Jazz de Ornette Coleman. Pero esa será otra efeméride.

© Carlos Pérez Cruz
Publicado originalmente aquí.

*en el artículo Revisited! The Freedom Now Suite de la musicóloga Ingrid Monson publicado en la revista "Jazz Times" se especula con la posible intencionalidad crítica del uso de este compás por parte de Max Roach tras el éxito del Take Five de Dave Brubeck grabado pocos meses antes y dentro de una competición de "superioridad" racial.

Nota del autor: Las declaraciones de Oscar Brown reflejadas en la reseña así como otros datos históricos toman como fuente principal el citado artículo de Ingrid Monson para "Jazz Times".


martes, agosto 17, 2010

Fugaz retrato

Dos tiempos muertos del amistoso de baloncesto entre España y Brasil me han dado tiempo a sendos zapeos en los que he visto cómo lanzaban una pava desde el campanario de un pueblo de Jaén, un toro con sus cuernos en llamas y otro toro con una cuerda al cuello. Además he podido saber que dos mujeres francesas recibieron la embestida de uno de los últimos el pasado fin de semana y quedaron inconscientes. Las imágenes correspondían a dos informativos sin relación (es decir, de cadenas diferentes), uno por cada tiempo muerto. ¿Casualidad o retrato ibérico?

Chismorreos y biografías accesorias

Ayer mismo lo discutíamos en el blog Mil matices de gris de Jorge al respecto de las (auto)biografías de creadores (escritores, músicos...). Nos preguntábamos: ¿Tiene interés conocer los entresijos de la vida personal de un artista al que admiramos, aborrecemos e, incluso, nos deja indiferentes? Hoy, mientras deglutía unas tristes judías verdes*, estaba escuchando en Radio 3 el programa Carne Cruda (en el que colaboro) que ahora en agosto repite programas de su primera temporada. Hoy se recuperaba una de los dos programas que Javier Gallego realizó con el promotor de Jazz Julio Martí, el primero en traer a España a algunos de los más grandes músicos de la historia del género. En la media hora que hoy he vuelto a escuchar me he enterado de la combinación de droga que se metía el pianista Bill Evans, la cantidad de alcohol en vena del saxofonista Dexter Gordon y de cómo su mujer lo llevó a México donde le metieron un "depurativo" que hizo que saliera mierda de su cuerpo "hasta por las orejas"; también cuál era su bebida alcohólica favorita cuando venía a España. Y cómo no, lo yonqui que era Miles Davis y el tipo de anfetaminas que Julio le suministró en dos ocasiones (dexedrina 10 miligramos un año, de 5 miligramos al siguiente).

¿Es necesario todo esto? Me aburre particularmente esa constante apología de las drogas, el alcohol y la degeneración asociadas al Jazz pero, más allá del género y de mi filia personal por él, me da la sensación de que todo ese chismorreo derivado de la relación privada que Julio mantuvo con algunos músicos desacredita la amistad (o relación puntual) que pudiera haber tenido con ellos. No encuentro razonable que porque alguien - por su profesión o aunque fuere por motivos extraprofesionales - tenga relación con figuras ilustres esté autorizado a contar las interioridades, miserias o alegrías íntimas de nadie. Hay en ello falta de respeto a la intimidad de las personas. O, cuando menos, no parece elegante explicar con precisión el tipo de droga suministrada o describir la gráfica imagen de la mierda saliendo por las orejas. Que estas anécdotas (vivimos en el siglo de lo anecdótico) las protagonicen artistas, creadores de indiscutible prestigio, no las hacen menos vulgares que los impresentables testimonios de bajos fondos que ocupan horas y horas en los medios de comunicación (especialmente en programas televisivos; evolución involutiva de las revistas rosas y amarillistas). Siguen siendo cotilleo y pueden llegar a interferir en lo que realmente nos debería interesar: su creación. Lo demás es lo accesorio... aunque pueda parecer lo fundamental.

* ¿acaso importaba qué hacía mientras escuchaba el programa? Pues eso, lo accesorio.
- ¡Oiga! Pero, ¿por qué el adjetivo "triste" asociado a "judías verdes?
- ¡Uyyyy! Si yo te contara...

Drogas y Jazz, indivisibles (Carne Cruda)

domingo, agosto 15, 2010

Las múltiples acepciones del concepto "Cultura"

Extracto de artículo "Bous" con censura publicado en la edición de hoy del diario "La Vanguardia", retrato precioso de las actitudes cívicas, éticas y de la transmisión de valores a la infancia a través de las actividades festivas con uso de animales (seres vivos) tradicionales de nuestro país. El artículo se cierra con una extraordinaria muestra de la sobresaliente calidad democrática de los defensores de tan noble divertimento:

(...) "Esto es maravilloso, es tradición, no se puede prohibir", explica Ximo (...). El remolque que contenía al enorme bóvido (...) se abre y la fuerza de una veintena de brazos lo arrastra hasta el esperado embolado. Una pequeña antorcha enciende las dos bolas de fuego sujetas con una estructura metálica a la cornamenta del animal y estalla la locura colectiva.

El toro, desconcertado, cabecea como intentando repeler el fuego que emerge sobre su cabeza y acaba embistiendo uno de los remolques. Retruenan un par de petardos que estallan junto al bóvido. En la calle, decenas de jóvenes huyen despavoridosy buscan refugio. Empieza un juego entre la tradición y el esperpento, con el bou moviéndose entre embravecido y asustado por la avenida Sant Jaume y un par de calles colindantes, y la multitud jugando al gato y al ratón. Sobre el asfalto, pocas ganas de jugarse el tipo y bastantes cubatas. (...)

Poco después, otro joven es volteado entre las astas del animal pero increíblemente se escapa con apenas unas magulladuras, después de que el toro se empotre con una señal viaria que acaba arrancada de cuajo.


Tras media hora de toro embolado, se apaga el fuego. "Estaremos dos horas para encerrarlo, siempre pasa lo mismo", se queja un aficionado. Casi 45 minutos de maniobras infructuosas (...) para lograr conducir hasta el encierro al animal, visiblemente desorientado y esquivo. Un poco antes, el nieto que seguramente acabó con alguna pesadilla de bous abandonó el remolque llorando. "Se ha asustado un poco", justifican los parroquianos.


Para lograr encerrar al toro, la organización decide ensogarlo, atando de nuevo en su cornamenta unas cuerdas. "Se han acabado las fotos, ni una más", advierte uno de los aficionados, puesto a organizador, mirando desafiante hacia el público. Dos turistas rumanos, en Amposta de visita en casa de unos familiares, ignoran el aviso y siguen haciendo fotos con su pequeña cámara digital. "¡Eh, tú! He dicho que ni una foto más", grita uno de los peñistas. "El río está muy cerca", amenaza otro aficionado a la fiesta. No dudan en subir al remolque, al improvisado palco, para requisar las instantáneas. Un par de minutos de nervios y algún achuchón acaban con todas las fotografías borradas.


"Es que aquí estamos hartos de los antitaurinos que vienen de fuera", justifica un aficionado. Al parecer, actúan así porque no quieren que miembros de las asociaciones proteccionistas graben imágenes de correbous donde pueda ponerse en duda que el animal no padece ningún maltrato, como defienden los taurinos. Los recelos acabaron hace algunos años incluso con un fotoperiodista agredido en l'Ampolla.


"El bou no sufre, eso son tonterías, los de fuera no tienen ni idea", razona Ximo, muy molesto ante las críticas y amenazas de prohibición. "Sufre más un perro encerrado en un piso del Eixample", apostilla otro.

Adiós a Abbey Lincoln

Que el Jazz ha sido históricamente una de las grandes expresiones artísticas negras no voy a descubrírselo ahora a nadie (aunque hace tiempo, mucho tiempo, que no es un Arte exclusivamente negro). Como tal música ha sido una de las formas más directas y radicales que la comunidad negra de Estados Unidos ha encontrado para protestar, para luchar desde la creatividad por la igualdad de derechos civiles; en definitiva, contra el racismo. En 1960 el baterista Max Roach presentó una grabación titulada We insist! Freedom Now Suite con letra de Oscar Brown Jr. con una muy significativa portada:

Una grabación referencial por su avanzado, radical, valor musical pero también por su contenido reivindicativo en lo sociopolítico. En ella participó quien poco después, en 1962 y hasta 1970, sería esposa del propio Roach, la cantante Abbey Lincoln. Esta pasada tarde se ha publicado la noticia de la muerte de esta mujer nacida en agosto de 1930 en Chicago y que ha fallecido recién cumplidos los ochenta años. Además de una notable cantante de Jazz (con el referente de su admirada Billie Holiday) trabajó también como actriz en películas como For love of Ivy (1968, junto a Sidney Poitier) o también en Mo´Better Blues (1990, de Spike Lee). A partir de esta grabación de 1960 se implicó de lleno en la denuncia de las injusticias racistas de su país. Como pequeño homenaje a esta personal voz dejo esta interpretación ofrecida cuatro años después de su grabación de la suite. Una grabación en Baden-Baden (Alemania) de la que dejo aquí la primera parte:


viernes, agosto 13, 2010

Dúo para el fin de semana playero

Para quienes admiran/admiramos desde el sillón de casa los atascos de este fin de semana un regalito en forma de concierto para degustar con los oídos bien abiertos y la mente en su ídem femenino singular. Del pasado Festival Jazzdor en Berlín este dúo entre el intérprete francés de tuba y serpentón Michel Godard (je t´aime Michel) y el percusionista alemán Günter Baby Sommer. Quizá no estés como otras tantas mil personas peleando por un sitio en la arena de la playa pero, ¿cuántos podrán decir que escucharon a esta pareja?



Si por alguna extrañérrima razón no se viera en este blog la dirección directa es:
http://liveweb.arte.tv/fr/video/Michel_Godard_et_Gunter_Baby_Sommer__Premiere__au_festival_Jazzdor/

Jazz (a lo prensa generalista)

Leo en la "Edición País Vasco" de El País la nota publicada hoy bajo el título La Sala BBK celebrará en septiembre su primer festival de Jazz y me acuerdo del crítico Yahvé de la Cavada al que conocí personalmente hace unas semanas. Hablábamos entonces, entre otras cosas, de las tonterías que se escriben en los medios de comunicación generalistas sobre el Jazz (cuando esta expresión musical tiene la "suerte" de encontrar un hueco en ellos). Y he aquí el ejemplo que hoy mismo nos sirve este diario con esta nota sin firma personal (figura el propio medio: EL PAÍS, Bilbao) y que imagino desarrolla a partir de la nota de prensa original (lo cual duplica la diversión/depresión). Vamos con las actuaciones programadas y la descripción de ellas dada:

(...) comenzará el 10 de septiembre con el cuarteto de Carlos Velasco y Joshua Edelman, dos músicos que cuentan con una amplia carrera reconocida con diversos galardones (...). Leo esto y me pregunto, ¿qué tipo de música practican? Sí, ya lo sé, Jazz. Pero, ¿qué Jazz? (¿seguro que Jazz? Anda que los festivales del género afinan mucho por estos lares...) ¿Qué galardones han recibido que hace ese dato digno de mención? ¿Amplia carrera? ¿Tienen 60 años? ¿Han visto a Coltrane sobre un escenario? Por cierto, ¿qué instrumentos tocan?

(...) Ese mismo día también actuará el Noneto del pianista, arreglista y compositor donostiarra Iñaki Salvador. Colaborador de numerosos intérpretes internacionales de este estilo, entre ellos Jesse Davis o Allan Skidmore, Salvador es uno de los músicos más reconocidos del panorama actual de jazz en España. (...) Guay, me alegra que a mi admirado Iñaki no le falte trabajo pero, ¿quiénes son Jesse Davis y Allan Skidmore? ¡Guau! Deben de ser importantes porque sus nombres suenan así como anglosajones... aunque quizá a Allan haya que quitarle una "l" y lo dejemos en Alan. ¿Sería menos importante la labor de Salvador como músico si sólo nos fijáramos en la nómina de músicos "nacionales" con los que ha tocado y toca? Una vez más los foráneos para certificar valías.

(...) turno del quinteto que encabeza la pianista navarra Teresa Zabalza, quien ha sumado jazz y composiciones que parten de sonidos latinos, así como otros ritmos más modernos. (...) ¿Sumado Jazz y composiciones que parten de sonidos latinos? ¿Es que Teresa hace Jazz Latino? ¿Es la Chucho Valdés foral? ¿Otros ritmos más modernos? ¿Son antiguos los ritmos de los sonidos latinos? ¿Es el Jazz un género estático que envejeció y se detuvo en el tiempo? ¿Toca drum and bass, o algo así, esta buena mujer?

(...) el trío del saxofonista vitoriano Jon Robles, quien ha grabado a lo largo de su carrera con artistas tan populares como Serrat, Alejandro Sanz o el grupo Manhattan Transfer (...) ¡Por todos los dioses! ¡¡¿Con Alejandro Sanz?!! Entonces es que este tío debe ser la hostia de misa de la Iglesia de San John Coltrane (Amén). O quizá es que... ¿no será? Nooooo... imposible. ¿Será que los músicos de Jazz ibéricos tienen que comer? Por cierto, ¿interpretará temas de Alejandro Sanz en el concierto?

(...) cuarteto del guitarrista y compositor zornotzarra Mikel Bikandi. (...) Interpreta sus propios temas y trata de acercar el jazz a nuevos oyentes a través de canciones menos complicadas de escuchar, aunque nunca pierden la esencia ni el lenguaje de este estilo musical (...). ¡Por todos los zornotzarras! ¡¡Interpreta sus propios temas!! (si no lo hace él...). ¿Canciones menos complicadas de escuchar? Pero, ¿no habíamos quedado que Alejandro Sanz...? Perdón, perdón, que me voy por los cerros vizcaínos. ¿Qué son canciones menos complicadas? ¿Es difícil de escuchar When the Saints go marching in? ¿Cuál es la esencia y el lenguaje de este estilo musical? Y, por favor, una petición: dejen de acercar nuevos oyentes al Jazz... ¡ya no cabemos! Si no miren lo apretados que estaban en la playa escuchando a Patti Smith... o las ostias para escuchar a Kris Kristofferson.

(...) el cuarteto del bilbaíno Gorka Benítez, quien completó su formación con una beca para estudiar en Nueva York (...) En serio... esto es todo para presentar a Gorka Benítez que, ya lo digo yo, es saxofonista... a veces toca la flauta y todo. Pero sobre todo me alegro por su beca para estudiar en Nueva York, que la vida está muy cara. Se ve que el chico no ha hecho mucho más desde entonces (aunque todavía no habíamos tirado las torres gemelas).

(...) del grupo grupo formado por los hermanos Víctor y Juan de Diego. Ambos cuentan con una amplia trayectoria musical, tanto al frente del grupo De Diego Brothers como actuando de acompañantes en numerosos grupos. Los hermanos De Diego desarrollan un estilo muy definido dentro del be bop, más cercano al sonido que difundió el renombrado sello discográfico estadounidense de jazz Blue Note. Mira tú, otro par con una amplia trayectoria. ¿Acompañan a grupos? ¿Rollo te llevo las maletas y te paso el botellín de agua? (no olvidemos la afición ciclista vasca). Oye, ¿qué tocan los hermanos? ¿Txistu y tamboril? Bueno, al menos sabemos lo del estilo definido aunque, ¡oiga!, ¿qué sonido difundió Blue Note? ¿Vinilo?

El festival incluye también la música de Funk Collective.

jueves, agosto 12, 2010

Barcina y las personas sin hogar

Lástima (para ella... ¿para nosotros?) que la alcaldesa de Iruñea - Pamplona, Yolanda Barcina, lo sea sólo de este minúsculo grano en el culo del mapa ibérico que es la capital navarra porque, sin duda, de haberlo sido de Madrid o Barcelona o Valencia (por citar granos con mayor atención mediática) la carrera de ordeno y mando de esta mujer hubiera dado para tantas (o más) páginas que las que genera Esperanza Aguirre. No hace falta detenerse ahora en explicar las maneras impositivas de esta alcaldesa (¿futura presidenta foral?) a quienes no la conocen, es suficiente con reflejar las declaraciones que hoy mismo realizaba en su visita al nuevo Servicio municipal de atención a personas sin hogar. ¿Qué podía declarar esta buena mujer en una visita a un centro como éste de connotaciones tan trágicas? ¿Qué construcción en prosa (o verso) habrá parido en él? ¿Acaso habrá expresado su solidaridad con las personas que de él tengan que hacer uso? ¿Ofrecido su hogar en caso de overbooking? ¿Anunciado una donación particular para la mejora de los servicios sociales? ¿Su retirada de la política para dedicarse, de forma voluntaria, a la atención a los pobres?

Quien no defienda la tradición taurina de Navarra
no defiende verdaderamente nuestra tierra.

miércoles, agosto 11, 2010

El mismo asunto / dos amores

O lo que es lo mismo, This love affair por su autor original, Rufus Wainwright:



Y por el trompetista Dave Douglas que la grabó con su Brass Ecstasy para el proyecto Spirit Moves con filmación de Christoph Green y de mi admirado Jem Cohen (grabación que está disponible en el DVD adjunto al disco que, claro, sólo se puede tener si, como yo, te gastas tu pasta en tener soportes físicos que, como dijo el compositor Darcy James este pasado fin de semana en el Festival de Jazz de Newport, mola porque te los pueden firmar, cosa que el formato digital no permite... aunque también eso puede despertar el ingenio del firmante y estampar la firma en algún sitio que, aunque no estrictamente musical, pueda guardar indeleble el recuerdo de su paso por allí):


31



No, no cumplo hoy los 31 años de la canción de Aimee Mann pero, además de tenerlos, confieso haber estado viendo un rato la CNN (plus, en este caso). Lo cual ha sido depresivo porque, cuando uno ha tenido la oportunidad de salir de su txoko vital en algún momento de sus, sí, 31, es consciente de que la realidad de la que se alimenta a diario tiene muy poco (¿nada?) que ver con lo que sus propios ojos, su piel, los sentidos al completo, han tenido posibilidad de comprobar in situ. Cuando la presentadora dice que vuelven en cinco minutos para contar las novedades de España y el mundo a uno le dan ganas de coger el coche, plantarse en los estudios y gritarle que a) ¡qué coño! De mi realidad de, sí, lo reconozco, 31, no dicen ni muhhhhhh b) ¿por qué son esas las novedades de España y el mundo y quién le dice que no son, precisamente, las contrarias o otras que no tienen nada que ver con las suyas? Pobre, me responderá: a mí lo que me pasan por el teleprompter. Y claro, la pobre culpa poca, sólo la que le corresponde... ¿quién escribe lo que ella lee como si fuera ella quien nos lo cuenta?

A lo que iba. Sí, 31, qué le vamos a hacer. Se me ocurren peores cosas. Aunque no tengo por costumbre preguntarle a Jesús reconozco que además de la CNN (plus, en este caso) me he tomado unas cuantas birras en este día de mis, sí, 31. No porque sea el thirty one today pero sí uno de los consecuentes hasta el thirty two today. Que, cantado por una mujer en sus cincuenta, a uno le entran escalofríos. Vamos Aimee, miénteme. Léeme el teleprompter un rato. Por si acaso me he permitido no llamar a ningún guy I knew no vaya a ser que al final de la noche termine por encontrar where to turn y, acto seguido, pretenda deshacer el giro. Aunque puede que el efecto de la San Miguel poco tenga que ver con la negra Guinness que ambos, eso sí, hemos bebido in the afternoon.

I thought my life would be different somehow
I thought my life would be better by now
I thought my life would be different somehow
I thought my life would be better by now
But it's not, and I don't know where to turn
No, it's not, and I don't know where to turn
No, it's not, and I don't know where to turn
No, it's not, and I don't know

martes, agosto 10, 2010

Bojan Z Tetraband - "Humus"


Serán más o menos próximos a nuestras filias y fobias musicales pero no recuerdo ni uno solo de los discos de Bojan Zulfikarpasic que sean borrón en una carrera que se inició discográficamente hace ya diecisiete años. Siete discos en este tiempo permiten pensar que entre unos y otros hay tiempo consciente de maduración de los proyectos y así le hemos podido escuchar con otros jóvenes de la escena francesa que él habita (especialmente el saxofonista Julien Lourau en Bojan Z Quartet y Jopla - 1993 y 1995 respectivamente -), junto a nombres de origen, como él mismo, en los Balcanes (Koreni en 1999), a solo (Solobsession en 2000), junto a USAmericanos (Transpacifik en 2003) y presentando un nuevo instrumento - el xenophone - en un grupo mezcla franco - USAmericana (Xenophonia en 2006). Cada disco, a excepción de los dos primeros, una presentación nominal y también estética. Siempre el Jazz como elemento de cohesión, siempre algún toque folclórico de los Balcanes que le vieron nacer pero en cada grabación una forma expresiva diferente más o menos evidente.

Humus
es, si uno ha escuchado su música durante años, producto de una evolución que parece natural en el pianista nacido en Belgrado. Es un disco de un nivel jazzístico excepcional, no faltan los guiños al folclore balcánico y en esta ocasión, además, es un trabajo de notable influencia rockera. Ya en su adolescencia tocaba en grupos de Rock; ya en su llegada a Francia experimentó junto al guitarrista Noel Akchoté y al saxofonista Julien Lourau en un grupo llamado Trash Corporation que presentan (yo nunca lo he escuchado) como un grupo inspirado por el Rock y el Free Jazz. En este nuevo trabajo hay esa parte rockera que ya habíamos conocido en Koreni (aunque entonces un Rock más directo, limpio y ortodoxo) e intuido en Xenophonia y hay no tanto una influencia directa del Free como un carácter abierto y experimental sobre la base, en esta ocasión, de composiciones de estructura compleja, rítmicamente cambiantes, frenéticas por momentos, llenas de contrapuntos tanto en una visión global como en una tema por tema; títulos que pasan por varios estadios expresivos.


Para "endurecer" el sonido de su música Zulfikarpasic ha contado con dos músicos británicos que forman parte de la banda Acoustic Ladyland. Banda londinense de Punk instrumental (o de un Jazz con cresta - permítaseme la broma -) de la que proceden la bajista Ruth Goller (aunque el primer bajista de la Tetraband fue Christophe Minck) y el baterista Sebastian Rochford. Fue en 2004 cuando coincidió con el grupo británico en el Festival de Bath (Inglaterra) y donde Bojan Z se dijo que ese era el sonido que yo había querido desde que empecé, aunque para ello el piano quizá no fuera el instrumento idoneo. A partir de ahí fue cuando al piano de Z se sumó el fender rhodes - más propicio para la "suciedad" sonora - y, más tarde, ese teclado de propia invención llamado xenophon. La banda se formó con un cuarto elemento: el trombonista Josh Roseman, músico del Nueva York jazzístico con una trayectoria igualmente poco mainstream (Uri Caine, Lester Bowie, John Zorn...) y que está espléndido durante todo el disco, virtuoso en lo técnico y muy expresivo como voz instrumental.


Es un disco Humus de los que se calientan conforme más vueltas se le da; en el que los temas aparentemente más simples temáticamente - por ejemplo el (casi) pop August Song - terminan por deparar desarrollos inesperados, ya sea por los abruptos giros rítmicos o por los espacios abiertos - más aleatorios - que ofrecen un respiro al vértigo (caso de Empty Shell - tema que Rochford aporta del repertorio de su grupo Fulborn Teversham). Hay también títulos más viscerales en su planteamiento (menos complejos estructuralmente) como Greedy (in goods we trust) (curioso y juguetón título que se podría traducir como Avaricioso (creemos en los bienes)) que suena funky e incluso melódicamente soul a partir de una presentación puramente rockera. Y mi favorito de Humus, el Nº9: título numérico para una pieza en la que piano y trombón terminan confluyendo en la lectura temática creando una preciosa sonoridad (la más acústica del proyecto - aparte del piano solo Focus@ -) de carácter circular y, de nuevo, inspiración folclórica (más evidente si cabe en las melodías de Natural ground y Fuzzlija). Cada escucha atenta de este Humus descubre al oyente atento nuevos matices y permite valorar la complejidad de unos arreglos (y producción de estudio) quizá no siempre trasladables al directo pero que nos muestran a un músico no sólo capaz de improvisar de manera brillante sino de crear música sorprendente.

© Carlos Pérez Cruz

Publicado originalmente aquí.

sábado, agosto 07, 2010

Aplausos sonoros

sonoro, ra.
(del lat. sonorus)
1. adj. Que suena o puede sonar.
2. adj. Que suena bien, o que suena mucho y agradablemente. Voz, palabra sonora. Instrumento, verso, período sonoro.

En la edición digital del diario "El País" la crónica titulada Marcha contra la "imposición" de la selección, relativa a la marcha convocada por Esait - plataforma que promueve la oficialidad de las selecciones vascas - antes del partido España - Lituania del torneo de baloncesto preparatorio para el Mundial de Turquía celebrado hoy en Vitoria - Gasteiz, finaliza diciendo: el acto protocolario fue recibido con algunos pitidos y saludado con sonoros aplausos por la mayoría.

Invito al lector a adjudicar una de las dos acepciones de la R.A.E. sobre el adjetivo sonoros al sustantivo aplausos así como agradecería una explicación sobre la posibilidad de aplausos silenciosos (categoría poética o, en caso de producirse, verdaderamente noticiables por virtuosos o, incluso, cómicos). No menos intrigado me quedo sobre qué adjetivo descriptivo de la cualidad natural de los pitidos nos ha birlado la cronista.

Normalidad

Pongo la radio (la SER) a la hora de la comida y en el tramo informativo (nacional y regional) repiten, al menos, en tres ocasiones durante media hora que hoy es un día "histórico" porque la selección española de baloncesto vuelve a Euskadi después de veintitantos años sin hacerlo. Lo "histórico" no es deportivo, es "político". La portada del diario "Marca" refleja el dato "histórico" con declaraciones del lehendakari vasco (¿será un entendido en el deporte de la canasta?). Imagino que otros medios también lo hacen. Pongo "La Sexta "para ver el partido y durante los primeros minutos insisten una y otra vez en la "normalidad", en lo "histórico" de la presencia de España, en que "lo político no se mezcla con el deporte". ¿Acaso temían un boicot? ¿Una enorme pitada? ¿Quema de banderas? Y me pregunto: ¿acaso la "normalidad" no es aceptar que pueda haber intentos de boicot, pitada, quema de banderas? ¿Acaso no es normalidad que se escuchen pitos durante la interpretación del himno - de hecho algunos se han escuchado -? Lo "anormal" es que haya quórum, que jugando en Euskadi todo el mundo esté encantado, que al público del partido se le pretenda adjudicar la representación de toda una realidad social y política tan compleja como la vasca/española. ¿Acaso la "normalidad" es el sentimiento único e impuesto, la ausencia de disensión?

Y además les llaman "la roja"... cosas del pensamiento único.

jueves, agosto 05, 2010

Argumentos sobre la pena de muerte (Huesos)

La televisión estaba anoche encendida y en el canal seleccionado emitían Huesos (Bones, en el original). Uno de los personajes mostró su rechazo a la pena de muerte; argumento contestado por una mujer (una de las protagonistas de la serie) con una defensa de la pena capital sustentada en las muertes a machetazos en Ruanda. Hay gente, vino a decir, que no merece vivir. Quien representaba la oposición a la pena de muerte sólo pudo agachar la cabeza ante tan condundente argumento...

Por cierto, la productora de semejante folletín es la FOX.

martes, agosto 03, 2010

Dave Douglas & Keystone - "Spark of being: soundtrack"


Uno de tres. Spark of being: soundtrack es el primero de los tres lanzamientos discográficos de Dave Douglas producto de su colaboración con el director cinematográfico Bill Morrison. Tres grabaciones que nacen de un encargo de la Universidad de Stanford que reunió a dos mentes creativas de referencia en sus respectivos ámbitos para, cien años después del primer Frankenstein cinematográfico (Frankenstein de J. Searle Dawley - 1910), revisitar el mito creado por la escritora Mary Shelley en 1818. Así Douglas es, en definitiva, el autor de la banda sonora de una película con el sello experimental del director de Chicago (residente en Nueva York) Bill Morrison que habitualmente reutiliza materiales de otras películas; imágenes en descomposición. Ambos han sido durante 2010 artistas residentes en Stanford, universidad en la que han trabajado juntos y desarrollado de forma simultánea su actividad pedagógica.


Proyección de The mesmerits de Bill Morrison con música del trío de Bill Frisell.

No es la primera vez en que Bill Morrison trabaja con músicos del ámbito del Jazz para sus filmes: The mesmerits (2003), una cinta con imágenes de la película The bells (1926, con Boris Karloff en el reparto), contaba con la música del guitarrista Bill Frisell mientras que en 2010 presenta en la Eastern State Penintentiary de Philadelphia una instalación junto al pianista Vijay Iyer sobre el octogésimo aniversario de la salida de prisión de Al Capone. Tampoco es la primera ocasión en que Dave Douglas afronta un proyecto de matiz cinematográfico - con este mismo grupo, Keystone, se presentó en 2005 poniendo música a películas de cine mudo del actor Roscoe Arbuckle - pero sí la primera en que el proceso de composición se desarrolla en paralelo al de estructuración de una película (aunque no se trate de una película "normal"). Esa ha sido parte de la función del envidiable programa Art + Invention de la Universidad de Stanford del que se benefician los alumnos que reciben a tan ilustres invitados durante semanas y también los artistas que pueden desarrollar ideas que de otro modo serían inviables.


Tráiler de la película Spark of being

Spark of being: soundtrack recoge la música tal y como ha sido registrada definitivamente para acompañar la proyección (le seguirá Expand, la versión jazzística - sin exigencias de ajuste a la imagen - de esta misma partitura). Al tratarse de una composición pensada para imágenes (y al no haber tenido la oportunidad de verlas) no puedo valorar su aportación a la película aunque intuyo por el tráiler y por secuencias de otras películas de Morrison que Douglas juega con la extrañeza que supone el contraste entre las imágenes antiguas y degradadas con los sonidos electrónicos, ritmos modernos y sonoridades que nuestro imaginario asocia a películas futuristas y espaciales. Es un continuo tira y afloja musical entre los inquietantes sonidos ambientales de tratamiento electrónico que proporciona Dj Olive y la parte analógica de la banda que alterna momentos de gran intensidad y frenesí, de endiablados ritmos cambiantes y tensión armónica, con otros de mayor carga melódica, sosiego y suspensión. De las oscuras profundidades atmosféricas de Is it you? o Spark of being a la vibrante pegada rockera, psicodélica y obsesiva de Tree ring circus pasando por la muestra de sencillez y belleza compositiva del motivo melódico dedicado a la criatura creada por Victor Frankenstein - un simple arpegio expuesto por saxo y trompeta que determina la modalidad y el color de una música evocadora - hasta el duelo rítmico drum and bass entre la batería de Gene Lake y la caja de ritmos de Dj Olive en Travelogue que sobrevuelan inquietantes voces angustiadas o la trompeta con sordina Harmon de Douglas (más efectista que melódica, en este caso), la música firmada por el trompetista tiene valor musical por encima de su asociación visual con la película y genera en quien esto firma curiosidad de hasta qué punto puede evolucionar o cambiar en el Expand de próxima publicación (24 agosto 2010) sin las exigencias del guión (habrá una tercera edición discográfica, Burst, con los descartes musicales del filme).

Desde mi perspectiva ibérica Spark of being es, a su vez, la dolorosa constatación de la ausencia de relevancia de la música en nuestras universidades; de la universidad como lugar de encuentro para la formación desde la creación y no sólo como contenedor puntual de actividades en las que los receptores son meros espectadores y los creadores simples proveedores de elementos expositivos.

© Carlos Pérez Cruz

Publicado originalmente aquí.
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