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jueves, marzo 31, 2011

Música bélica a partir de 'El buen soldado'


El pasado sábado 26 de marzo La2 de Televisión Española emitió en su programa Documentos TV el documental El buen soldado de Lexy Lovell y Michael Uys en el que muestran el tormento de la guerra a través del testimonio de varios combatientes estadounidenses de las guerras de Iraq, Vietnam y la II Guerra Mundial. La diferente motivación de cada uno de ellos en su aproximación inicial a la guerra cambia radicalmente después de la experiencia de la misma. Con esa excusa en la sección musical del programa Más vale tarde escuchamos la música de cantante JJ Grey y su banda Mofro incluida en la película así como hicimos un recorrido por películas y series que han retratado estos conflicto bélicos. Escuchamos música de Generation Kill (con Johnny Cash), La chaqueta metálica (el Hello Vietnam de Johnny Wright) y de la serie The Pacific (la partitura con firma de tres autores):






En el verano de 2009 realicé una serie de programas para Radio Vitoria sobre música de cine. Aprovecho para recuperar este dedicado a la música de las películas sobre la guerra de Vietnam:


lunes, marzo 28, 2011

Sueños barridos en Irak

No creo en casualidades sino en el cúmulo de causas que derivan en lo que denominamos casualidad. Y son esas causas las que me llevaron el pasado viernes hasta el Cine de Isaba (pequeña localidad navarra del pirenaico Valle del Roncal) para ver el documental Sueños barridos en Irak. No es que, de pronto, el culto pueblo de Amanece, que no es poco y su reconocida afición por Faulkner hayan marcado tendencia en poblaciones de apenas cientos de habitantes como Isaba sino que Karlos Zurutuza, periodista freelance y guionista de este documental, pasa en el valle unos meses como profesor de esquí (y es que muchos trabajos vocacionales no dan de comer por sí mismos pese a su enorme valía). Así que como vecino ocasional del valle (causalidades) el donostiarra Zurutuza encontró esta pantalla para mostrar su trabajo, para mi alegría y sorpresa.

Sueños barridos en Irak nos traslada hasta una localidad del Kurdistán iraquí. Nada más lejos de las tradicionales historias bélicas, este documento nos muestra una realidad poco conocida e ignorada (¡tantas!) de la esclavitud humana del siglo XXI. Sometidos a engaño decenas de trabajadores bengalíes terminan en la localidad de Dohuk trabajando como barrenderos. La compañía kurda Artosh se queda con sus pasaportes hasta que se cumplen los años de contrato por lo que, sin él, ni pueden salir del país ni tampoco trasladarse entre poblaciones del territorio, ya que hay controles de carretera entre cada población. Con salarios miserables, sin posibilidad apenas de descanso y sin libertad viven su pesadilla con asombrosa resignación. Esclavitud en una región que, castigada por Saddam Hussein, es quizá la región iraquí con mayor estabilidad económica y social en este momento, en la que la gran riqueza del petroleo les permite el lujo de la explotación de mano de obra barata. Pasen y vean:



jueves, marzo 24, 2011

Conocer o no conocer...

No es una cuestión de datos, es sencillamente que mucha gente prefiere no saber cuál es la realidad sobre algo para poder mantener su pensamiento. El conocimiento te obliga a modificar tus hábitos. Josep Espluga, sociólogo. ('La Vanguardia', 23/03/2011).

'Muerte en Persia' - Annemarie Schwarzenbach


(...) Pues la ausencia de esperanza, la terrible vanidad de toda sublevación descrita en estas páginas, no tiene ya nada en común con la señal de Caín, con la huida que pudo existir al principio. No, en este caso pierden validez nuestros parámetros y explicaciones; lo que aquí se cuenta es, sencillamente, el caso de un ser humano que ha llegado al límite de sus fuerzas... (...)

Para nosotros, la muerte no es un hecho natural; nos llena de desconcierto. Los asiáticos, en cambio, la han integrado en sus religiones como la nada, como la existencia verdadera, como la verdadera fuerza. La aguardan sin tensión; nuestra vida, por contra, es inimaginable sin la tensión, que es su misma esencia. Arrancados de nuestra esfera, de nuestros consuelos habituales - un rostro que respira, un corazón que palpita, parajes plácidos y cambiantes -, no de las alturas que hacen trizas nuestras últimas esperanzas. ¿Hacia dónde orientarse entonces? En derredor nuestro solo hay desnudez, graderías rocosas teñidas de gris basáltico, desiertos amarillos con la cara de un leproso, inertes valles lunares, arroyos de creta y ríos de plata con peces muertes flotando a la deriva. ¿Hacia dónde orientarse, pues? ¡Oh desconcierto, ala entumecida del alma! (...)

Aunque uno de vez en cuando se aferre todavía al dolor, a la amarga nostalgia del hogar y al amargo arrepentimiento, no se acuerda ya de la propia culpa; en vano tratamos de rememorar el principio (<<¿Quién me ha traído a estos páramos?>>). ¡Quien pudiera volver a acusar, volver a apelar a otro ser humano, volver a amar! (...)

(...) huida hacia lo inalcanzable [...], que nos obliga a asumir la incomodidad y la soledad y a interrumpir arbitrariamente la vida que estamos acostumbrados a llevar en un lugar determinado, sin necesidad de justificarla con motivos racionales. *

Estas regiones lejanas están hechas precisamente para hacernos temblar ante todo lo que solo intuimos y que sin embargo nos concierne.**

Annemarie Schwarzenbach Muerte en Persia (1936) Editorial Minúscula.

* Winter in Vorderasien. Tagebuch einer Reise, Zurich, 1934. Recogido en el posfacio de la edicion de Muerte en Persia publicada por Editorial Minúscula.

**Carta a Erich Maria Remarque, del 7 de noviembre de 1933 reseñada en el posfacio de la edición de Muerte en Persia publicada por Editorial Minúscula.


miércoles, marzo 23, 2011

Entrevista con Vijay Iyer

© Prashant Bhargava

Pianista USAmericano, Vijay Iyer nació en 1971 después de que sus padres emigraran de la India en la década de los sesenta. Asentado en Nueva York se ha convertido en uno de los músicos más creativos del Jazz actual a través de sus trabajos a solo, trío o colaboraciones con músicos tan dispares como Roscoe Mitchell, Mike Ladd o Rudresh Mahanthappa. Esta semana actúa a piano solo en Terrassa y Madrid (24 y 25 de marzo, respectívamente) y además acaba de presentar su última grabación, Tirtha, junto a Prasanna y Nitin Mitta.

Sobre que se subraye constantemente su origen en la India como definición personal:
Lo que yo trato es de simplemente hacer un buen trabajo en el que creo, que puedo respaldar, y que es una reflexión auténtica sobre quién soy que ojalá conforme pase el tiempo elimine esos supuestos y esos peligros y, en cierto modo, se convierta en una realidad en sí misma que pueda equilibrar esas fuerzas. Honestamente es lo único que puedo hacer. De algún modo ser un artista y contribuir en la cultura de esta forma en particular es probablemente la mejor manera de cambiar la percepción de la gente y la forma en que la gente presupone las cosas. Porque realmente no lo puedes hacer hablando con ellos. Normalmente lo que tienes que hacer es alentar una nueva realidad de la forma más imaginativa posible. Así es como lo han hecho también los afroamericanos. Es por ello por lo que, de hecho, existe el Jazz. Como una lucha, una forma de saltar y superar las diferencias y superar igualmente este tipo de fuerzas a las que les gustaría imponer y mantener las diferencias.

Músico de la resistencia: Aprendí de tipos como Steve Coleman, Roscoe Mitchell, Wadada Leo Smith, Amiri Baraka, Butch Morris, George Lewis, todas personas inclasificables, muy influyentes, brillantes y genios de la forma de pensar la música moderna. Los veo a todos ellos como parte de una tradición de resistencia, gente que resiste a las categorizaciones, a las etiquetas, a la autoridad y todas ellas son personas que piensan de forma individual muy profundamente, que tienen a su vez una conciencia nacional en términos de conexión con sus comunidades. No se trata de pensar creativamente de forma diferente como si se vieran a si mismo escapándose de su negritud o algo así. (Risas) De hecho sus proyectos suelen tener un mayor compromiso con la música y cultura afroamericanas de una forma muy creativa, imaginativa y poderosa. Eso es lo que me inspira a mí.

La música como expresión ideológica: Para mí hay un cierto grado en el que mi música tiene que ver con comentar esta realidad que existe y, de algún modo, con una utilidad para intervenir sobre la cultura desde los márgenes. Hay un tipo de sentido de urgencia, supongo, y un cierto sentido de invención que requiere hacer eso. (...) Y eso puede implicar turbulencias, puede haber oposición dentro de la música. Tienes que tener oposición en la música. Has de tener un rango de expresión que refleje más la realidad. Hay una cierta cantidad de resistencia que quiero toparme como oyente antes que entrar en algo que esté más resuelto.

Las matemáticas en la música: La prioridad no era resolver una ecuación matemática. La prioridad era investigar el sentimiento de un tipo de asimetría particular. Así que es algo que tiene que ver realmente con el sentimiento en sí mismo; pero luego sobre cómo puedes analizar rigurosamente este sentimiento. Esa era la verdadera pregunta. La pregunta no era, ¿puede la música reflejar las matemáticas? Era más una cuestión de si las matemáticas pueden ayudar a entender mejor la música. Esa era la prioridad para mí. No se trata de las matemáticas en sí mismas sino que se trata de que las matemáticas nos proporcionan, con más rigor y más precisión, una aproximación analítica a los ingredientes de la música. Eso es todo. No soy alguien que pone las matemáticas en un pedestal. Lo dice alguien que pasó muchos años estudiándolas. (Risas) Yo no las mitifico. Para mí resulta más misteriosa la variedad de sensaciones y sentimientos y respuestas que puede crear la música. Y yo quiero estudiar eso lo más profundamente que pueda.

La entrevista completa con Vijay Iyer se puede escuchar en la edición de Club de Jazz del 23 de marzo. También en su versión original en inglés o leer en la transcripción al castellano.

jueves, marzo 17, 2011

Rafa Berrio - "1971"

Todo un descubrimiento personal (dado que años de carrera ya tiene) el donostiarra Rafa Berrio. El pasado martes presenté su último trabajo en la sección musical del programa Más vale tarde de Radio Vitoria (EiTB). Una grabación soberbia con letras punzantes del propio Berrio y excepcionales arreglos (teniendo en cuenta los medios) de Joserra Senperena bajo el título de 1971. Una fecha simbólica para alguien nacido en 1963 desencantado con el tiempo presente y que, sin embargo, teme su paso desaprovechado en temas como Simulacro. Alguien que conozco me lo describió como el Franco Battiato ibérico. Si lo hubiera firmado el italiano quizá todos aplaudiríamos con las orejas.







Como complemento de la música programada en la sección dejo este video de su Las mujeres de este mundo:

miércoles, marzo 16, 2011

Entrevistados

Sidsel Endresen: (...) Siempre me ha preocupado la palabra ‘nuevo’ porque nunca sé si algo es realmente nuevo. Pienso que son desarrollos diferentes y lo que debería ser nuevo es tu propio uso de algunos elementos musicales que están mucho más presentes hoy. Así que esta es probablemente la parte original de lo que es nuevo. (...)

(...) Ha cambiado, sí. Por supuesto. He trabajado durante treinta años y al principio gran parte del trabajo que hice estaba conectado con los ideales que yo tenía en ese momento, con mis héroes y mis heroínas y, por supuesto, está ese deseo de, de algún modo, tratar de emular algo de lo que hicieron que yo sentía que era tan fantástico (risas). Pero es un proyecto que dejé hace mucho tiempo y pienso que ahora miro… ¡quizá soy cada vez más egocéntrica! (risas). Ahora miro más lo que estoy haciendo yo misma. Pero ahí están, para siempre, gente como Joni Mitchell, Billie Holiday, Chet Baker, ya sabes, mis primeros héroes están ahí todavía. (...)

Puedes escuchar la entrevista completa en la edición del 16 de marzo de Club de Jazz, también en versión original en inglés o leer la transcripción.

Joachim Kühn: (...) Los sesenta fueron un tiempo muy importante para el Jazz porque gente como Cecil Taylor u Ornette Coleman liberaron la estructura, el esquema del Hard Bop de repetición, de cambios de acordes, sobre todo 32 compases, ya sabes, repitiendo sin fin. Eso no podía ser la vida. Yo pensaba lo mismo de forma natural pero no lo supe hasta que conocí a gente como Ornette y Cecil Taylor y salté inmediatamente a eso porque sentí que ahí podías expresarte a ti mismo personalmente de la mejor manera. Puedes escribir tu propia música de un modo más libre especialmente viviendo en Alemania del Este donde no había libertad para nada en la vida diaria pero en la música podías encontrar la libertad y era una forma también de escapar de la vida dura en ese momento en Alemania del Este. (...)

(...) Era un movimiento que estaba teniendo lugar por toda Europa. Quizá no demasiado en España porque España estaba viviendo el franquismo y quizá no era el momento para tener la evolución del Free jazz. Pero en Europa central hubo mucho. Quiero decir que hicimos de aquello nuestra forma de vida. No éramos muy ricos pero podíamos hacer nuestra vida, teníamos suficientes conciertos en festivales así que podíamos hacer de ello un modo de vida, de tocar sólo Free Jazz. Al cabo de cinco años me dije que finalmente tenía que volver a cierta armonía, volver a la melodía. Todo es música y no quería ser etiquetado como un músico de Free Jazz porque no es suficiente, sólo es una pequeña parte de toda la música. (...)

Puedes escuchar la entrevista completa en la edición del 2 de marzo de Club de Jazz, también en versión original en inglés o leer la transcripción.

Majid Bekkas: (...) La música gnawa es la música negra que existe en Marruecos y viene de África occidental. Muchos africanos negros vinieron a Marruecos en el siglo XVI y la música gnawa es la cultura que ellos nos trajeron, la que aprendimos de los africanos. Esta música tiene el mismo dolor que el Blues en América. Las características de esta música es que tenemos el guembri, que es el bajo, un bajo tradicional, y es el instrumento principal. A menudo se toca junto a la percusión, esta percusión se llama karkabou, es como las castañuelas en España. ¡Hay muchas similitudes también con el flamenco en esta música! (...)

(...) Como Youssou N´Dour. Lo que él hace en Senegal no es como lo que hace en Europa, incluso musicalmente. Lo entiendo porque si hiciera en Europa lo que hace en Senegal no tendría mucho éxito. El éxito de Youssou N´Dour en Senegal es con el Mbalakh. Si no hiciera Mbalakh no tendría éxito con los senegaleses. Yo tengo el mismo problema en Marruecos. Tengo que hacer mucha música comercial aquí, música de baile, si quiero tener éxito. La diferencia en Europa es que a la gente le gustan las cosas rítmicas pero también les gusta escuchar la música. En Marruecos tienes que bailar. Tienes que hacer todo el tiempo música para que bailen. A veces ni siquiera te escuchan. (...)

Puedes escuchar la entrevista completa en la edición del 2 de marzo de Club de Jazz, también en versión original en inglés o leer la transcripción.

miércoles, marzo 09, 2011

Marilyn Crispell & David Rothenberg - "One dark night I left my silent house"


¿Cómo se forman los estereotipos? Si uno menciona el concepto 'libre improvisación' en la música tiende (creo que esto no es exclusivo por mi parte) a asociarlo a una música de natural árida, disonante y tendente a un cierto ruidismo. Y, sin embargo, ¿es esto necesariamente así? No, claro. Si uno empieza a hacer repaso a su memoria musical se puede encontrar con múltiples ejemplos que resultan acogedores, cálidos, consonantes... ¿Por qué entonces se perpetúan los estereotipos? (dejo abierta la pregunta para quien quiera apuntar respuestas). Es verdad que en One dark night I left my silent house hay disonancia (un transcripción melódica y armónica de la música lo mostraría sin lugar a dudas); habrá quien incluso considere árida la exclusiva instrumentación de piano y clarinete (más pequeñas percusiones en algunos casos) y perciba un cierto punto ruidista (aunque sea el del pico del pájaro carpintero en Still life with Woodpeckers). La música del dúo Crispell / Rothenberg es improvisada de principio a fin (dice Rothenberg que a la pianista no es muy amiga de ensayos, que prefiere la improvisación en un primer encuentro) y el regusto y digestión de su encuentro es sumamente agradable e íntimo; hace honor al título.

El título de este disco ECM (que lo es a todos los efectos) está tomado de una novela del austriaco Peter Handke (guionista en la referencial El cielo sobre Berlín de Wim Wenders) que en España se tradujo como En una noche oscura salí de mi casa sosegada (asumo esa como la traducción, aunque prefiera 'silenciosa' en vez de 'sosegada'). Y ya que la noche era oscura y la casa sosegada (¡silenciosa!) la música de este dúo se interna en ese espacio de serenidad e intimidad en el que el discurso musical flirtea en ocasiones con los límites de la sonoridad del propio instrumento (el clarinete bajo de Rothenberg es en ocasiones - Companion: Silence - sólo aire) y juega con la capacidad de hipnosis de las reiteraciones melódicas y rítmicas (el halcón Rothenberg trata de someter al inquieto ratón Crispell a base de vuelos circulares en The hawk and the mouse). ¡Qué hermoso sonido el del clarinete bajo! No falla, siempre que lo escucho acude a mi memoria el de Eric Dolphy en las sesiones del Village Vanguard junto a John Coltrane (hay otros, por supuesto, como el de Louis Sclavis). Aunque también interpreta el clarinete, brilla Rothenberg con el bajo ya que su sonoridad brumosa envuelve y se deja envolver por la noche del piano de Marilyn Crispell. Eso sí, cuando amanece, el clarinete vuela y revolotea en What birds sing de forma tan graciosa que hasta el sonido de las clavijas del instrumento parece el aleteo de un pájaro. Un canto aviar especialidad de la casa.

Además de músico el señor Rothenberg es filósofo y naturalista. Estudioso de cantos aviares o incluso de cetáceos tiene dedicados libros al estudio de su música y con ella ha realizado grabaciones como Whale music (Música de ballena) o Why birds sing (Por qué los pájaros cantan) que, contra lo que se pueda intuir (estereotipos), nada tienen que ver con esas infusiones musicales destinadas a desatascar almas urbanas en pena sino que Rothenberg toca y su banda son pájaros y ballenas (el resultado, en ocasiones, de sorprendente naturalidad). Algo de ese vuelo libre se percibe en improvisaciones como Grosbeak (picogordo) con el clarinete o en la ya mencionada What birds sing, al igual que se intuye cierto grado de inmersión oceánica en las reverberaciones del bajo en la inicial Invocation.

Con los condicionantes de un instrumento monofónico como compañero el piano de Marilyn Crispell es quizá el que más se amolda a la propuesta del otro. No es, por supuesto, un planteamiento de pianista acompañante de un solista pero, por su condición polifónica, sirve muchas veces marcos ambientales para Rothenberg. Un piano casi espectral que sólo en ocasiones se permite un discurso hilado en los tiempos lentos (Owl moon) y que en la mayoría de ellos sirve de arpa con las cuerdas (Tsering) o de color armónico (Stay, stray). Además Crispell trabaja la pequeña percusión (dejando de lado incluso el piano) para emular el repiqueteo del pájaro carpintero o, con un tamboril, invocar en una especie de danza ritual (Still life with Woodpeckers). Una muestra de la amplitud de registros de esta pianista capaz de hilar los discursos percusivos, fragmentarios y torrenciales de la improvisación más radical y extrema (algo de ello hay en, por ejemplo, Motmot) o de jugar con el silencio, los espacios y la administración de recursos del Jazz atmosférico (Invocation) sin olvidar la exploración de diferentes tipos de digitación y percusión de las cuerdas del piano (The Way Of The Pure Sound).

Con la Evocation final (un espiritual en toda regla) se cierra un trabajo de matices y sutilezas; feliz improvisación libre de espíritu nocturno y energías renovadas en sus incursiones al alba.

© Carlos Pérez Cruz

Publicado originalmente aquí.


viernes, marzo 04, 2011

La diferencia

Nada hay más difícil que materializar la propia diferencia.

Melania Mazzuco - Ella, tan amada (Lei così amata) 2000

miércoles, marzo 02, 2011

Punto de Vista 2011

Una rápida consulta al diccionario en línea de la Real Academia Española de la Lengua nos desvela que la palabra 'festival' tiene una primera acepción (considerada 'adjetivo anticuado') que se refiere a ella como "festivo". La segunda la define como "fiesta, especialmente musical" y la tercera como "conjunto de representaciones dedicadas a un artista o a un arte". Nada dice, sin embargo, de las consecuencias de su uso práctico. No es competencia de la RAE pero todos sabemos que la "fiesta" y sus diferentes "representaciones" pueden tener efectos adversos en el día después y estos los resume una palabra que también tiene sus diversas acepciones en el diccionario: resaca. No hace falta acudir a ellas para hacerse una idea de sus contraindicaciones.


Dado que el Festival Internacional de Cine Documental de Navarra, Punto de Vista, es una "fiesta" - al tratarse de un "conjunto de representaciones dedicadas" tanto a "un artista" (varios, de hecho) como a "un arte" - y esta fiesta se ha acabado hace tan sólo unos días (el pasado domingo 27 de febrero) estamos ahora en el momento de la inevitable resaca, que suele ser un estado en el que la euforia se rebaja o directamente se hunde en el fango. Es lo que tienen los festivales, que de tan concentrados le hacen a uno creer que vive en una realidad que después descubre que no es la suya. O visto de otra manera, la realidad se hace más patente cuando el tsunami festivo desaparece y deja a la vista la escombrera. Es entonces, en el momento en que las aguas se retiran, cuando se hace patente el naufragio. ¿Dónde están todos los que estaban? ¿Dónde han ido a parar tantas horas de estímulo desde una pantalla o en una charla posterior? ¿Hay alguien ahí? El eco devuelve silencio.

No quiero pecar de excesos pesimistas pero recuerdo, en mi defensa, que estoy en plena resaca así que perdóneseme la negrura. Durante seis días viví creyendo que aquí se pensaba, se dialogaba, se reflexionaba a partir de los muy diferentes puntos de vista de tipos venidos de todas partes. Pensé que vivía en una ciudad en la que era posible admirar lo insólito en una pantalla, compungirme ante miserias ajenas sin el edulcorante buenista de las majors del cine o sonreír (¡incluso!) ante historias con alzheimer como logró Alan Berliner con su fascinante Translating Edwin Honig: A Poet´s Alzheimer, retrato de la degradación de la memoria con la complicidad (consciente primero, inconsciente más tarde) del poeta Edwin Honig. Berliner logra dignificar la rítmica y rima del olvido de un hombre que jugó con el ritmo de las palabras y que ahora lo hace con los sonidos guturales. Un derechazo directo a las emociones de tan sólo 19 minutos. ¡19 minutos! ¿Qué sala de proyecciones se permite un pase de tan sólo 19 minutos? (No vendría mal una reflexión sobre el papel de las salas de cine que, con pérdida de espectadores, siguen ancladas en el largometraje de ficción).

Edwin Honig

Los mismos 19 minutos de Berliner son los que utilizó Jeanne Liotta para mostrar en Crosswalk los ritos procesionales de sus vecinos católicos en un barrio de Nueva York durante la Semana Santa. Más allá del contraste del entorno de la gran urbe por excelencia con la manifestación callejera de ritos que pertenecen a un pasado de superstición (y el anacronismo del que dan constancia las imágenes y el sonido) Liotta no va mucho más allá del mero registro de ese acto religioso que lo mismo puede servir para que sus participantes guarden recuerdo como para que servidor constate que ni Nueva York se libra de los Cristos yacentes. ¡Qué cruz! Claro que el peso de la misma se triplicó con el Erie de Kevin J. Everson que nos sometió a una sesión de resistencia nerviosa con su retrato (viaje Sur - Norte) de la población negra de los Estados Unidos. Contemplar durante once minutos ininterrumpidos a una niña mirar fijamente una vela, a dos hombres compitiendo en esgrima o a un señor tratando de abrir su coche con alambre y destornillador no impulsó en mi inconsciente una reflexión sobre la vida del ciudadano negro en los Estados Unidos sino la curiosidad malévola de saber si la niña se consumió antes que la vela, el anhelo de unas espadas de filo cortante o la pregunta directa al director acerca de si ese pobre hombre había obtenido premio a su tenacidad (algo que, por cierto, no llegó a aclararme). ¿No era el cine estadounidense paradigma del ritmo? Everson lo puso a prueba y logró que la representación neoyorquina de la Pasión de Cristo resultara una divertida película gore.

¿Qué se consumió antes? ¿La niña o la vela?

Ritmo, ritmo, ritmo. Sin prisas, pero con aprecio por la agilidad, de Estados Unidos llegaba igualmente Foreing parts, trabajo conjunto de Véréna Paravel y J.P. Sniadecki sobre una realidad que como la de Liotta se circunscribe a un minúsculo espacio de Nueva York. Un solar inmundo lleno de talleres de reparación de coches con los que sobreviven un grupo de ciudadanos (hispanos en su mayoría) a través del ingenio y la prolongación vital de la chatarra (o lo que tendemos a condenar de antemano como chatarra). Un lugar degradado (sin asfalto, luz, etcétera) amenazado por futuros proyectos inmobiliarios (esto me suena de algo) en el que la lucha por la vida dignifica a unos personajes que Paravel y Sniadecki retratan en sus gozos y miserias como dignos representantes de una ciudadanía amenazada por (¿utilizo el genérico? ¡Venga! ¡¡Sí!!) los mercados. Premiado como mejor largometraje en esta edición de Punto de Vista no sería mala proyección para los Callejeros de nuestras televisiones patrias. La miseria puede ser interesante (sí, entretener) sin ser espectáculo. Sus "actores" son personas, no bufones.

Esto también es Nueva York

Entretiene, informa y emociona la Nostalgia de la luz del chileno Patricio Guzmán, documental que logra establecer una conexión insospechada entre la astronomía y la búsqueda de familiares desaparecidos por la dictadura militar de Pinochet. Todo ello con el magnífico escenario del desierto de Atacama. Entretiene, informa y emociona el experimento de cartas audiovisuales entre José Luis Guerin y Jonas Mekas (Correspondencia Jonas Mekas - J.L. Guerin) todavía en proceso de realización (work in progress que decimos los pedantes) y que, por lo montado hasta el momento, desvela la actitud lúdica con la que Mekas se ha tomado este juego en contraste con la mayor gravedad de Guerin quien - además de clavarnos el doloroso puñal del asesinato de la joven crítica eslovena Nika Bohinc (29 años) en Filipinas junto a su pareja, el también crítico filipino Alexis Tioseco - dejó constancia de su obsesión por la belleza femenina (¿o el obseso era yo?).

El cielo y la tierra de Patricio Guzmán

¿Cómo es el verdadero amor? Además de las opciones principescas del cine de una tarde de domingo el verdadero amor es el de cada cual y el True Love de Ion de Sosa es fragmentario, lascivo (¡como debe ser!), rutinario, quebrado, colectivo, resistente... la vida misma. A algunos les debió parecer que la vida de Ion de Sosa puede ser ofensiva si nos atenemos a la advertencia en taquilla de película con "imágenes explícitas" que "pueden herir su sensibilidad". ¿De quién partió tan absurda iniciativa? ¿Hiere un desnudo? ¿Una gastroscopia? ¿No hiere acaso la miseria que retrata Foreing parts? Tales advertencias parecen tan fuera de lugar y anacrónicas como el Cristo neoyorquino de Crosswalk. De Sosa fotografió sorprendido la nota con su teléfono móvil. Como sorprenden, para bien, los 90 minutos de fascinación visual de Vrindavana, retrato de una población del norte de la India (la India una vez más como polo de fascinación para el Arte) del argentino Ernesto Baca. Sin palabras, sin subrayados pedagógicos, con el poder de los sonidos que informan tanto como las coloristas ceremonias acerca de la indescifrable (para estos ojos y oídos occidentales) comunión humana de la devoción religiosa hindú.

Comunión de seres en Vrindavana

Como punto de vista personal que supone casi toda acción humana el documental no lo es menos y el resorte creador del documentalista salta muchas veces de forma insospechada. Sus motivaciones son personales pero se le supone capacidad de trascendencia de lo personal a lo global. La libertad de interpretación es uno de los derechos del espectador pero en ocasiones la pantalla es críptica. Veo una familia viviendo en precario junto a unas obras; a un relojero ejerciendo el oficio en un pequeño kiosco callejero; una partida de ajedrez; las quejas salariales de una empleada de filmoteca; la asignación laboral de un puesto de traductor en un ministerio; el amargor desquiciado de una mujer que acusa al Estado de haber hecho de ella una indigente... Sabemos de antemano que la película se desarrolla en Ereván (la capital de Armenia). ¿Es un retrato de la ciudad y sus gentes? Según Comes Chahbazian su Ici-Bas no lo pretende. ¿Por qué esos personajes y retratos? ¿Qué se muestra con ellos? No hay respuesta, el director devuelve la pregunta en forma de boomerang durante la conferencia de prensa. No hay mensaje, yo no lanzo mensajes, confiesa después en conversación personal.

La memoria del anciano es - mientras sea posible acceder a ella - la forma más valiosa de acceso a la memoria histórica. Noëlle Pujol nos cuenta la de Jean Dougnac en Histoire racontée par Jean Dougnac, un documental que carece de planificación previa. Cámara fija en el dormitorio de Jean que permanece en cama y apoya su espalda sobre el cabezal. Una realidad íntima confesada que concierne a la directora (la historia de su propia familia) y que, sin embargo, está llena de retazos de la moral social de una época y un lugar. Una historia contada como siempre se ha hecho: por transmisión oral (aquí con la cámara como micrófono). Sencillez de la que carece la hiperbólica historia de amor entre Leonard y Mary contada por Brent Green en Gravity was everywhere back then. Película de inmensa labor artesana - donde hay tanto animación como movimiento en stop-motion de actores y elementos de un escenario creado por el director en el patio trasero de su casa - para dar cuenta de la insólita historia de amor entre una pajarera y un empleado de almacen que se conocen por accidente (y en un accidente) y la posterior tragedia desatada por la enfermedad y muerte de ella. La cargante narración en off (de excesos melodramáticos) lastra la digestión de un planteamiento visual del que se agradece el detallismo e innegable complejidad e ingenio.

Pesca animada en Gravity was everywhere back then

Como quien bebe alcohol al amanecer de la borrachera con el propósito de neutralizar el dolor de cabeza (¿?) recuerdo hoy mi particular Punto de Vista. Visión de una pequeña parte del gran todo que ofreció y que resulta inabarcable salvo para el todopoderoso (que debe de andar preparándose ya para el martirio neoyorquino de cada año). Amigo de la dispersión y continuidad en el calendario de propuestas inteligentes me agarro al concentrado formato de festival como el sediento a la botella (o el resacoso, ya que estamos). ¡Larga vida a Punto de Vista! Un cóctel molotov de inteligencia reflexiva de explosión anual. Lo más parecido a la kale borroka contra la indiferencia y el sopor que servidor haya visto en esta autoproclamada tierra de diversidad navarra. Un efecto óptico insólito para el que no hacen falta gafas en tres dimensiones sino algo mucho más prosaico: la curiosidad.

© Carlos Pérez Cruz

Joachim Kühn - Majid Bekkas - Ramón López - "Chalaba"


Como encantadores de serpientes, como flautistas de Hamelín, Joachim Kühn, Majid Bekkas y Ramón López nos convocan de nuevo a una conjura musical hipnótica llena de vitalidad. La fórmula no se ha agotado porque la fórmula no es tal. Nada tiene que ver la pervivencia de este trío con el hallazgo de una pócima mágica sino con la constancia de una conversación policultural que ha ido estrechando sus lazos hasta dar forma a un espacio lingüístico propio. Esa es para mí una de las grandezas de este trío que ha hecho de la diferencia semejanza y asimilación. El diferente bagaje formativo y profesional de los tres ha confluido en un idioma común que suena fluido, lógico, natural. No hay 'Fusión' en este proyecto, no es Jazz con música árabe ni africana, no hay un estilo que predomine o dos estéticas que mantengan estáticas sus formas propias y empasten. Todo resulta mucho más natural. Han logrado el milagro del sonido propio.

No hay en Chalaba (ni en las dos grabaciones anteriores: Kalimba y Out of the desert) la condescendencia que se puede percibir en otras intentonas occidentales de hacerse con la magia africana. No hay desembarco de tropas en busca del punto exótico sino el cruce de tres seres humanos de desbordante ingenio musical que al cruzarse han hallado una ideología común: la Música. No se rebajan instintos sino que éstos se acentúan y así Joachim Kühn puede volar sobre el teclado sin restricción (y balancear la cabeza en su tradicional éxtasis), Ramón López ser el baterista con el oído más afinado para la respuesta más insospechada y genial (escúchese la ingeniosa sutileza en The second egg y su capacidad de reacción inmediata) y Majid Bekkas demostrar que una tradición ancestral no es inevitablemente de cera, se puede exponer (sí) pero también seguir y diversificar sus propios caminos. Puede asombrar el encaje de cantos rituales de Soon in June con las líneas melódicas de cierta ortodoxia jazzística de Kühn con el saxo (y el posterior estallido vocal durante la parte más rítmica de la pieza) pero mientras uno escucha es incapaz de percibir lo que de oficio y estudio puede haber en ello. Simplemente se produce ese estado de ensoñación que la música de tonalidad africana (¡qué generalización! Lo sé) despierta en los oídos occidentales y uno queda a merced del encantamiento; de la fascinación de ver sustituido el grave sonido del contrabajo de tradición 'jazzera' por la sonoridad más reverberante y rústica del guembri (el bajo de la tradición musical gnawa) en un tema tan jazzísticamente etéreo y deshilachado como Back to normal en el que Bekkas proporciona una especie de bajo continuo obsesivo que, a su vez, asienta el tempo lento sobre el que hace un solo fragmentario Kühn. Entre ellos López juguetea con las escobillas respondiendo a las digresiones del piano tanto como reforzando la constancia rítmica de Bekkas (recomiendo una escucha centrada en la batería de Ramón para ser conscientes de la riqueza de algo tan discreto). Un tema que retoma la "normalidad" de un Jazz más reconcentrado, música menos bailarina, previo a la sorpresa del disco: Play golf in the fresh air.

No me imagino a Joachim Kühn, Majid Bekkas y Ramón López echando unos hoyos entre concierto y concierto pero menos podía imaginar encontrarme con un tema tan vacilón, surfero, rockero y digno de una persecución de coches fílmica como éste en el que no puedo dejar de visualizarlos sobre una tabla de surf oteando el horizonte y bailando sobre las olas (¿ibicencas?). Vertiginoso y divertido cambio de registro el de un tema cuyo título es un secreto entre los músicos, según Kühn. Al menos sabemos que ninguno de ellos juega al golf porque son demasiado jóvenes para ello. Esta travesura con firma de Joachim Kühn preludia al tema que da nombre al disco, Chalaba. Majid canta y se acompaña con el guembri hasta que con éste y con los tambores de Ramón se establece el ritmo (el guembri permanece entonces como bajo ostinato) al que más tarde se suma Joachim con el piano. Voz y guembri son el color africano (tradición musical gnawa) con sabor de Blues primigenio (según Majid la tradición gnawa expresa el mismo 'dolor' que el Blues americano). Después de caminar por un plácido pulso de trance el tempo se dobla y la música se convierte en una ceremonia circular y trascendente acompañada por las "palmas" del delirio colectivo en la batería de Ramón López. En Hamdouchia Bekkas es quien aprovecha el ostinato rítmico que es el tema en sí mismo para improvisar con el oud (las posibilidades del estudio le permiten grabar el bajo del guembri) y, en la línea de Back to normal, el trío retoma con The second egg el Jazz más abierto y evanescente en el que el guembri es lo más parecido a un contrabajo en estas lides, dejando de lado el sustento rítmico de la mayoría de las ocasiones.

¡Cuánta música en un solo disco! Si lo reseñado fuera poco no dejan de sorprender las reminiscencias indias de Asmaa, que suena a la India no se sabe si más por la tabla que percute Ramón López o por la propia melodía en el oud de Majid Bekkas. Asombra la facilidad con la que Joachim Kühn arroja miles de notas sobre los ritmos trotantes del tradicional Mimoun Saadiyamou o la estimulante puesta en escena de Enjoy que, en ocasiones, parece un reggae playero (¿Ibiza otra vez?). Y, sobre todo, me admira la habilidad que los tres han tenido para, después de años sembrando, haber logrado que de tan natural esta música parezca un estilo; pero el estilo es suyo. Una verdadera obra de Arte surgida de la curiosidad, el trabajo y el diálogo creativo.

© Carlos Pérez Cruz

Publicado originalmente aquí.

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