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sábado, febrero 27, 2010

Fire Room (Ken Vandermark, Paal Nilssen-Love y Lasse Marhaug) - Huesca 25/02/2010

Ken Vandermark, Paal Nilssen-Love y Lasse Marhaug
© Jesús Moreno

Vivimos un momento musical desconcertante donde lo aparentemente nuevo suena viejo y los parámetros de descripción crítica han llegado a puntos ridículos en los que se recurre con frecuencia al prefijo post para tratar de explicar la música de grupos de hoy que nos recuerdan a los de ayer. ¿Cómo llamaremos a los grupos de dentro de veinte años? ¿Los postpost? Es lógico que los de hoy nos recuerden a los de ayer ya que todos forman parte de una línea cronológica (quizá evolutiva más que cronológica) que los músicos recorren de atrás hacia adelante y de adelante hacia atrás continuamente. Y al contrario que con el acto físico de caminar - en el que ir hacia atrás cuesta más que avanzar - en música (en el arte en general) dar un paso hacia adelante cuesta lo que diez para atrás. Por eso tiene razón Ken Vandermark cuando asegura que la música no ha dejado de evolucionar; hoy suceden cosas impensables hace no tanto tiempo pero los medios de comunicación siguen pensando (seguimos pensando) con la mente puesta en el pasado, en formas de expresión musical que alcanzaron su cénit y difícilmente pueden ser mejoradas (sólo repetidas), con estructuras mentales que todavía no han asimilado como naturales formas de hace cincuenta años y por lo tanto son incapaces de analizar con cierta perspectiva las propuestas de hoy. Es obvio, e insisto en ello, que el hoy parte del ayer y que el mañana ya está presente hoy pero nos cuesta mucho (me cuesta mucho) asumir que no es que no esté todo inventado (probable) sino que la evolución no está tanto en hacer nacer un nuevo estilo (normalmente los estilos se fundan a partir de pequeñas variaciones sobre lo ya existente) sino en ser conscientes de que los bagajes siguen interactuando (hoy más si cabe en este tiempo global) y generando sonidos que, aunque nos lo parezcan, nunca antes escuchamos. Nos falta perspectiva histórica, la criba del tiempo. Y nos falta libertad (es cosa nuestra) para el análisis fuera de estructuras mentales prefijadas.

Sirva este largo prefacio para contextualizar mi análisis de la actuación de Fire Room; grupo de naturaleza incendiaria (en honor a su nombre) y de intensa explosión creativa (permítaseme empezar por lo más primario, por nuestros sentidos y su percepción de un concierto así). Ken Vandermark es un ejemplo claro de cómo un músico hoy puede aprovechar las ventajas de la sociedad global y ampliar sus fronteras mentales en contacto con músicos de otras latitudes. Lleva muchos años haciéndolo y de ahí la ingente cantidad de proyectos que hacen casi imposible seguir la totalidad de su carrera. Éste le reúne con dos músicos noruegos: el baterista Paal Nilssen-Love y Lasse Marhaug, cuyo instrumento llamamos electrónicas como parte de nuestra (mi) limitada capacidad del uso del lenguaje fijada por los instrumentos tradicionales). Tres músicos cuya interacción a partir de la improvisación es capaz de alcanzar momentos de sublime unidad; tres fuentes de sonido que cuando confluyen son capaces de generar un magma sonoro de increíble densidad en el que las respuestas primitivas que se le suponen al diálogo sin partituras quedan superadas por formas que necesitan de un excelente dominio del instrumento, cultura musical (y general) y un altísimo nivel de concentración y escucha para que el resultado sugiera empatía al oyente. Así Paal Nilssen-Love, detenido, escuchaba la propuesta de Marhaug y Vandermark. Rostro concentrado en el que la gestualidad delataba una comprensión anticipada de la voluntad de sus compañeros hasta que, de pronto, despertaba de forma abrupta y se convertía en el sistema nervioso de un cuerpo musical que se contorsiona compulsivamente como una unidad tentacular. Un relato que no se detuvo en ningún momento y que finalizó con la naturalidad con la que acaba una partitura escrita. Y sin embargo no lo está y sigue siendo ésta una de las fascinaciones que despiertan músicos como estos, capaces de componer en directo sin que las ideas desfallezcan. Lejos de malabarismos innecesarios, siempre dentro de una lógica que se enfrenta a las limitaciones (puerta a su vez a un mundo de infinitas posibilidades) de la música que no tiene un sustento compositivo pero que se expresa en el lenguaje del caos armónico de la naturaleza.


Si el Orchestrion de Pat Metheny abre bocas (y encuentra eco en los medios generalistas) por la espectacularidad de su conjunción mecánica, un trío como Fire Room las perpetúa en ese estado por su conjunción humana, factor nada despreciable pero mucho menos apreciado en la sociedad del parque temático y las gafas 3D. Una conjunción que no lo es por su capacidad de repetir todos de manera simétrica un mismo gesto (al modo de un desfile militar) sino por, desde la disparidad expresiva, crear un todo unitario. Y supieron cómo crear tensión y distensión, supieron llegar a formas rítmicas definibles como descanso a la tensión extrema de modos más abstractos; contrapunto en el resultado global pero también en los momentos particulares en los que Vandermark y Nilssen-Love se contenían ante las contundentes insinuaciones de Marhaug y viceversa, cuando la virulencia de los dos primeros era compensada por una tormenta que se alejaba en manos del electrónico.


Está todo inventado (probable) y no es Fire Room ajeno a esa premisa. Pero no conviene perder de vista que la evolución de la música no depende de inventos ni de artificios sino de ser capaz de seguir generando a partir de lo que ya está escrito en la historia. Toda esa información está ahí para quien quiera aprovecharla y desde luego que Vandermark, Nilssen-Love y Marhaug la conocen y la aprovechan. Lo escuchado en Huesca fue una inyección de cruda realidad musical. Un chute tremendamente adictivo y optimista.


© Carlos Pérez Cruz


Publicado originalmente aquí.

viernes, febrero 26, 2010

Fire Room en Huesca (25/02/2010)

Fire Room: Ken Vandermark (saxo tenor y clarinete), Lasse Marhaug (electrónicas) y Paal Nilssen-Love (batería) posan anoche para servidor tras su concierto en el Centro Cultural del Matadero de Huesca. Una actuación que hizo honor al nombre del trío.

jueves, febrero 25, 2010

Brigada Bravo & Díaz (Civivox Iturrama - Iruñea / Pamplona 20/02/2010)

Reseña de la actuación de Germán Díaz (zanfona) y Antonio Bravo (guitarra eléctrica) - La Brigada Bravo & Díaz - en el Centro Civivox de Iturrama (Iruñea - Pamplona) el sábado 20 de febrero de 2010 con su proyecto Músicas populares de la Guerra Civil:

¡Qué suerte la mía! En tres meses he tenido la fortuna de escuchar en dos ocasiones a este magnífico zanfonista vallisoletano llamado Germán Díaz. Siento debilidad por los sonidos de la noche de los tiempos, por aquellos instrumentos con una resonancia propia de nuestro imaginario medieval: la alboka vasca, la nyckelharpa nórdica o la zanfona, entre otros. Son instrumentos habituales en los contextos de la música tradicional y del Folk pero que gracias a creadores como Germán - que piensan simplemente en Música - se expresan ajenos a las posibles limitaciones que toda etiqueta impone. Germán pertenece a esa estirpe de músicos que no son de Jazz pero son más jazzistas que muchos ortodoxos del gremio; no sólo porque sea un excelente improvisador - que lo es - sino porque el suyo es un lenguaje personal, una voz individual que acoge las diversas influencias de todo aquello que forma parte de su bagaje como oyente sin ser perceptible imitación alguna. Hay un espacio muy amplio en el que habitan maravillosos músicos fronterizos (que no híbridos) y en él se encuentra Díaz.


Compañero en este peculiar recorrido por el cancionero bélico español el guitarrista Antonio Bravo ofrece el contrapunto a la llamativa zanfona de Germán (y viceversa). Estamos más acostumbrados a la guitarra eléctrica en contextos de improvisación jazzística pero no por ello pasa desapercibido el sonido tan cálido de este músico y su habilidad rítmica (como acompañante de los solos de Germán y también durante los momentos en los que la zanfona calla) además de un fraseo limpio e imaginativo. Ambos tiran de ingenio a partir de una complicidad que con sólo una mirada, un gesto de confianza, consigue cambiar el rumbo de la música, que ésta fluya sin dificultad aparente; gestos que transmiten bienestar entre el público que percibe que ellos se lo pasan bien con una música que, despojada de su sentido trágico, puede resultar amable a los oídos sin por ello caer en el error de frivolizar con estas sencillas tonadas (como Arrión, A las barricadas o La Internacional) cuya pulsión belicosa se puede percibir en el trasfondo de lo que ofrece la Brigada Bravo & Díaz. Resulta divertido verles practicar con unos pequeños ventiladores de juguete, un estropajo metálico, un pequeño aparato de radio o con el flash de una cámara fotográfica aplicado a las cuerdas y a la vez comprobar cómo se genera con ellos una sonoridad que nos recuerda que detrás de las bravatas líricas de la época, de las simples melodías de ánimo belicoso, hay una tragedia que late bajo el aparente divertimento de este dúo.

Espacios para la expresión individual, mutuos acompañamientos armónicos y rítmicos, creación de atmósferas etéreas que fluyen hacia la claridad rítmica, diálogo de preguntas y respuestas musicales o la creación de loops de grabación en directo son algunos elementos que configuran la presentación en concierto de las Músicas populares de la Guerra Civil que dos años atrás editaran discográficamente. Mantienen la esencia del estudio pero con la ampliación de espacios que permite el directo que, en su actuación pamplonesa, fue ante un público aparentemente ajeno a estos menesteres musicales: usuario del centro cívico, de edad avanzada y probablemente atraído por una temática que podría haber prefigurado la figura de un cantautor (no se hacía mención a los instrumentos de la Brigada en los folletos informativos de la actuación). No hubo heridos en el camino (y sí petición de bis) a pesar de la intensidad creativa de la Brigada Bravo & Díaz que, aunque transite terrenos plácidos en algunos momentos, no se acomoda y se exige; y exige por momentos la complicidad del oyente para poder disfrutar con sonidos que tienen la necesaria aridez que esconde un conflicto civil tan serio y penoso como la Guerra Civil Española.


© Carlos Pérez Cruz


Publicado originalmente aquí.

¿Qué es una banda sonora?


La pregunta que preside este post ha inspirado la selección musical de mi colaboración con el programa "Más vale tarde" de Radio Vitoria (EiTB) del 24 de febrero. Una cuestión que aparentemente se resuelve con rapidez y que, sin embargo, no está tan clara. Toda película (a excepción de alguna muda) tiene banda sonora pero no necesariamente música. De la mano de la música de David Shire para la versión original de The taking of Pelham 1 2 3 (año 1974; el pasado 2009 se hizo remake), de Philip Glass para The thin blue line o de las voces de Michelle Pfeiffer y Gene Kelly para Los fabulosos Baker Boys y Cantando bajo la lluvia respectivamente he tratado de resolver el misterio de una pregunta tan, a priori, sencilla. El misterio tiene su respuesta en el siguiente reproductor:




miércoles, febrero 24, 2010

Ken Vandermark - Sesión "Cruda" en el "Club de Jazz"

El saxofonista Ken Vandermark está de gira por Europa y antes de sus conciertos en Huesca (25 /02/2010) y Vic (26/02/2010) se ha pasado por nuestro Club de Jazz... es un decir. Javier Gallego "Crudo" se ha pasado por el local para escuchar a los Vandermark 5 y el proyecto Fire Room y de paso para hacerle a Ken unas preguntas... es un decir. Todo lo dicho y lo por decir en nuestro rincón semanal en "Carne Cruda" de Radio 3 (RNE) lo puedes escuchar aquí:






Fire Room es uno de los múltiples proyectos del saxofonista y en él trabaja con dos músicos noruegos: Paal Nilssen-Love (batería) y Lasse Marhaug (electrónica). Este vídeo es una muestra de cómo puede sonar el trío en directo:


miércoles, febrero 17, 2010

9º aniversario del "Club de Jazz" en "Carne Cruda"


El Club de Jazz ha celebrado su noveno aniversario en la tercera visita de Javier Gallego, "Crudo", director de Carne Cruda de Radio 3 (RNE). En esta ocasión demostramos que Tom Waits está poseído por el espíritu de Louis Armstrong y subimos a nuestro escenario a la Frankfurt Radio Bigband con el trompetista Dave Douglas al frente con su proyecto A single sky. Además Wynton Marsalis nos ameniza con un Happy birthday en clave de Jazz y expresa literariamente sus ideas sobre el Jazz actual. Todo esto lo puedes escuchar aquí:




miércoles, febrero 03, 2010

"Club de Jazz" en "Carne Cruda" (3/02/2010)

En la segunda visita de Javier Gallego "Crudo", el charcutero de Radio 3 (RNE), a nuestro Club de Jazz hemos escuchado la música de unos bluesman de los años 30, The Mississippi Shakes, grupo que estuvo en activo entre 1930 y 1935. Más de ochenta años después un proyecto titulado Things about comin´ my way - A tribute to the music of The Mississippi Sheiks les recuerda y de él hemos rescatado una versión a cargo del guitarrista Bill Frisell y el trombonista Steve Moore de That´s it, uno de los pocos instrumentales de la formación. Puedes escuchar la colaboración de Club de Jazz en Carne Cruda en el siguiente reproductor:






The Mississippi Sheiks tomaba su nombre de una película muda del año 1921 dirigida por George Melford y titulada The Sheik (El Jeque), protagonizada por uno de los sex symbol de la época: Rudolph Valentino. Una película cuyo argumento no soportaría una mínima revisión del Ministerio de Igualdad: un jeque (Valentino) se enamora de una dama inglesa a la que secuestra y trata de... "domar". Al tiempo unos bandoleros secuestran a la dama y el jeque acude a su rescate. ¿Moraleja? No estaba tan mal el jeque. En este vídeo se pueden ver algunos minutos de la película (no me hago cargo de la música que acompaña al vídeo):

martes, febrero 02, 2010

Anuncio reversible del Estado

Encuentro hoy en prensa el siguiente anuncio del Ministerio de Medio Ambiente y Medio Rural y Marino del Gobierno de España dentro de la campaña "2010, año internacional de la diversidad biológica".

Título: Biodiversidad es Armonía. Escúchala. Disfrútala. Consérvala. Texto asociado: La biodiversidad es como la música. Y cada especie es una de las notas que la componen. La destrucción de los hábitats acaba con las especies y pone en peligro toda la armonía. Biodiversidad. Escúchala. Disfrútala. Consérvala.

Démosle la vuelta al anuncio: Título: Música es Biodiversidad. Escúchala. Disfrútala. Consérvala. Texto asociado: La música es como la biodiversidad. Y cada nota es una de las especies que la componen. La destrucción de la cultura acaba con las notas y pone en peligro toda la música. Música. Escúchala. Disfrútala. Consérvala.

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