Uno de tres. Spark of being: soundtrack es el primero de los tres lanzamientos discográficos de Dave Douglas producto de su colaboración con el director cinematográfico Bill Morrison. Tres grabaciones que nacen de un encargo de la Universidad de Stanford que reunió a dos mentes creativas de referencia en sus respectivos ámbitos para, cien años después del primer Frankenstein cinematográfico (Frankenstein de J. Searle Dawley - 1910), revisitar el mito creado por la escritora Mary Shelley en 1818. Así Douglas es, en definitiva, el autor de la banda sonora de una película con el sello experimental del director de Chicago (residente en Nueva York) Bill Morrison que habitualmente reutiliza materiales de otras películas; imágenes en descomposición. Ambos han sido durante 2010 artistas residentes en Stanford, universidad en la que han trabajado juntos y desarrollado de forma simultánea su actividad pedagógica.
Proyección de The mesmerits de Bill Morrison con música del trío de Bill Frisell.
No es la primera vez en que Bill Morrison trabaja con músicos del ámbito del Jazz para sus filmes: The mesmerits (2003), una cinta con imágenes de la película The bells (1926, con Boris Karloff en el reparto), contaba con la música del guitarrista Bill Frisell mientras que en 2010 presenta en la Eastern State Penintentiary de Philadelphia una instalación junto al pianista Vijay Iyer sobre el octogésimo aniversario de la salida de prisión de Al Capone. Tampoco es la primera ocasión en que Dave Douglas afronta un proyecto de matiz cinematográfico - con este mismo grupo, Keystone, se presentó en 2005 poniendo música a películas de cine mudo del actor Roscoe Arbuckle - pero sí la primera en que el proceso de composición se desarrolla en paralelo al de estructuración de una película (aunque no se trate de una película "normal"). Esa ha sido parte de la función del envidiable programa Art + Invention de la Universidad de Stanford del que se benefician los alumnos que reciben a tan ilustres invitados durante semanas y también los artistas que pueden desarrollar ideas que de otro modo serían inviables.
Tráiler de la película Spark of being
Spark of being: soundtrack recoge la música tal y como ha sido registrada definitivamente para acompañar la proyección (le seguirá Expand, la versión jazzística - sin exigencias de ajuste a la imagen - de esta misma partitura). Al tratarse de una composición pensada para imágenes (y al no haber tenido la oportunidad de verlas) no puedo valorar su aportación a la película aunque intuyo por el tráiler y por secuencias de otras películas de Morrison que Douglas juega con la extrañeza que supone el contraste entre las imágenes antiguas y degradadas con los sonidos electrónicos, ritmos modernos y sonoridades que nuestro imaginario asocia a películas futuristas y espaciales. Es un continuo tira y afloja musical entre los inquietantes sonidos ambientales de tratamiento electrónico que proporciona Dj Olive y la parte analógica de la banda que alterna momentos de gran intensidad y frenesí, de endiablados ritmos cambiantes y tensión armónica, con otros de mayor carga melódica, sosiego y suspensión. De las oscuras profundidades atmosféricas de Is it you? o Spark of being a la vibrante pegada rockera, psicodélica y obsesiva de Tree ring circus pasando por la muestra de sencillez y belleza compositiva del motivo melódico dedicado a la criatura creada por Victor Frankenstein - un simple arpegio expuesto por saxo y trompeta que determina la modalidad y el color de una música evocadora - hasta el duelo rítmico drum and bass entre la batería de Gene Lake y la caja de ritmos de Dj Olive en Travelogue que sobrevuelan inquietantes voces angustiadas o la trompeta con sordina Harmon de Douglas (más efectista que melódica, en este caso), la música firmada por el trompetista tiene valor musical por encima de su asociación visual con la película y genera en quien esto firma curiosidad de hasta qué punto puede evolucionar o cambiar en el Expand de próxima publicación (24 agosto 2010) sin las exigencias del guión (habrá una tercera edición discográfica, Burst, con los descartes musicales del filme).
Desde mi perspectiva ibérica Spark of being es, a su vez, la dolorosa constatación de la ausencia de relevancia de la música en nuestras universidades; de la universidad como lugar de encuentro para la formación desde la creación y no sólo como contenedor puntual de actividades en las que los receptores son meros espectadores y los creadores simples proveedores de elementos expositivos.
© Carlos Pérez Cruz
Publicado originalmente aquí.
Proyección de The mesmerits de Bill Morrison con música del trío de Bill Frisell.
No es la primera vez en que Bill Morrison trabaja con músicos del ámbito del Jazz para sus filmes: The mesmerits (2003), una cinta con imágenes de la película The bells (1926, con Boris Karloff en el reparto), contaba con la música del guitarrista Bill Frisell mientras que en 2010 presenta en la Eastern State Penintentiary de Philadelphia una instalación junto al pianista Vijay Iyer sobre el octogésimo aniversario de la salida de prisión de Al Capone. Tampoco es la primera ocasión en que Dave Douglas afronta un proyecto de matiz cinematográfico - con este mismo grupo, Keystone, se presentó en 2005 poniendo música a películas de cine mudo del actor Roscoe Arbuckle - pero sí la primera en que el proceso de composición se desarrolla en paralelo al de estructuración de una película (aunque no se trate de una película "normal"). Esa ha sido parte de la función del envidiable programa Art + Invention de la Universidad de Stanford del que se benefician los alumnos que reciben a tan ilustres invitados durante semanas y también los artistas que pueden desarrollar ideas que de otro modo serían inviables.
Tráiler de la película Spark of being
Spark of being: soundtrack recoge la música tal y como ha sido registrada definitivamente para acompañar la proyección (le seguirá Expand, la versión jazzística - sin exigencias de ajuste a la imagen - de esta misma partitura). Al tratarse de una composición pensada para imágenes (y al no haber tenido la oportunidad de verlas) no puedo valorar su aportación a la película aunque intuyo por el tráiler y por secuencias de otras películas de Morrison que Douglas juega con la extrañeza que supone el contraste entre las imágenes antiguas y degradadas con los sonidos electrónicos, ritmos modernos y sonoridades que nuestro imaginario asocia a películas futuristas y espaciales. Es un continuo tira y afloja musical entre los inquietantes sonidos ambientales de tratamiento electrónico que proporciona Dj Olive y la parte analógica de la banda que alterna momentos de gran intensidad y frenesí, de endiablados ritmos cambiantes y tensión armónica, con otros de mayor carga melódica, sosiego y suspensión. De las oscuras profundidades atmosféricas de Is it you? o Spark of being a la vibrante pegada rockera, psicodélica y obsesiva de Tree ring circus pasando por la muestra de sencillez y belleza compositiva del motivo melódico dedicado a la criatura creada por Victor Frankenstein - un simple arpegio expuesto por saxo y trompeta que determina la modalidad y el color de una música evocadora - hasta el duelo rítmico drum and bass entre la batería de Gene Lake y la caja de ritmos de Dj Olive en Travelogue que sobrevuelan inquietantes voces angustiadas o la trompeta con sordina Harmon de Douglas (más efectista que melódica, en este caso), la música firmada por el trompetista tiene valor musical por encima de su asociación visual con la película y genera en quien esto firma curiosidad de hasta qué punto puede evolucionar o cambiar en el Expand de próxima publicación (24 agosto 2010) sin las exigencias del guión (habrá una tercera edición discográfica, Burst, con los descartes musicales del filme).
Desde mi perspectiva ibérica Spark of being es, a su vez, la dolorosa constatación de la ausencia de relevancia de la música en nuestras universidades; de la universidad como lugar de encuentro para la formación desde la creación y no sólo como contenedor puntual de actividades en las que los receptores son meros espectadores y los creadores simples proveedores de elementos expositivos.
© Carlos Pérez Cruz
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