Pancarta principal en la cabecera de la manifestación (Fotografía: www.diariodenavarra.es) |
12-M en Pamplona. ¿Se corresponde
el estado de ansiedad y depresión informativa con la realidad ciudadana? Uno
acude a manifestarse a la convocatoria de 15-M y por el camino intuye que es
una espléndida tarde de un sábado cualquiera. Familias que pasean, gente que
compra en las tiendas… Si se atiende a la información cotidiana, el paisaje
urbano debería ser desolador, y no lo es. Me aproximo a la Plaza del Castillo,
epicentro de la convocatoria. Frente al Palacio del Gobierno de Navarra veo
apostados decenas de policías nacionales. Un hombre, que camina en dirección
opuesta a la mía, dice que hay más policías que manifestantes en la plaza. Es un aviso
de lo que me espera. Mucho ambiente, pero ajeno a la protesta. Mucho trajeado de
boda, mucha gente en las terrazas tomando algo o a la puerta de los bares, fumando
y bebiendo, gritando su euforia etílica. Faltan pocos minutos para las siete de
la tarde, hora de la convocatoria de manifestación, y la sensación de dilución
de manifestantes en el escenario de placidez sabatina es llamativa.
Los portadores de la pancarta
principal (con el lema “Las personas antes que la deuda. No a la tiranía de los
mercados”, escrito en euskera y castellano) se sitúan en cabecera e inician la
marcha. Se dirige hacia la Avenida de Carlos III y se sitúa en el margen
derecho de la calle. Si subdividimos la anchura de la avenida en tres partes,
la manifestación camina por uno de esos
tercios. Así, mientras ascendemos entre tímidos intentos de emitir un grito colectivo
(siempre seremos más los silentes), otra manifestación discurre en sentido
opuesto: decenas de ciudadanos que pasean tranquilamente, que empujan silletas,
que portan las bolsas de sus recientes adquisiciones, que miran o incluso
ignoran nuestro camino. Los hay que se giran a nuestro paso con un trozo de
queso en la boca, muestra gratuita de una feria de productos que ocupa el
espacio central de la avenida. Desde las terrazas se nos contempla
plácidamente. Un grupo de adolescentes se ríe a nuestra costa, tan Cristianos
ellos con su aspecto de arrabaleros burgueses. Si no les falta a su edad las
gafas fashion que lucen los modelos
en cualquier revista dominical, ¿qué les puede faltar en el futuro?
Cabecera de la marcha a su paso por Carlos III (Fotografía: www.diariodenavarra.es) |
La melodía de When the saints go marching in - que
antaño sirvió en Pamplona para amenazar con la quema del todopoderoso Opus Dei
(en su día el cineasta Jem Cohen intuyó - ¡cuánta razón! - que esta era una
mala ciudad para ser mujer) - sirve para “amenazar” con el mismo destino a El Corte Inglés cuando pasamos frente a
su delegación. Me pregunto: ¿cuántos ciudadanos se manifiestan dentro y cuántos
estamos fuera? (Por si hubiera dudas: cualquier acto, por inofensivo que
parezca, nos define ideológicamente). Hacia la mitad del pelotón manifestante,
un grupo de jóvenes con megáfono propone los cánticos y expresiones más
ocurrentes. Uno de ellos, cual nacionalizador marianista, proclama con acento de predicador la nacionalización del
mencionado centro comercial, idea aplaudida con júbilo. El mismo con el que
consiguen que a cada poco nos agachemos todos al susurro amenazante de “y el
que no se agache…”. Una vez logrado el quórum que pone a prueba nuestra
flexibilidad, se prorrumpe en un “pepero
el que no bote”, calificativo para quien haya permanecido erguido que se celebra dando botes.
El paso por el Paseo de Sarasate
ofrece una fotografía de contrastes. Mientras a los centenares que nos
manifestamos nos mueve la denuncia de la indignidad ética y estética del tiempo
presente, la indignación (serena) por la clamorosa estafa, por la claudicación
de la política, por la injusticia, y por tantos etcéteras, a otros los mueve la
música de una banda que propone baile y que se impone con la potencia de los
vatios a los tímidos gritos del colectivo manifestante. Mientras pasamos, el
público se gira hacia nosotros y los músicos procuran abstraerse. Su profesionalidad
pone banda sonora de cabaret a la tarde. En cualquier momento podría aparecer
Lina Morgan.
De vuelta en la Plaza del
Castillo, el éxito numérico de la convocatoria adquiere su verdadera dimensión.
“Pinchazo en Pamplona”, le informo a un amigo que se dirige a Sol en Madrid. “Sol
reluce lleno”, contesta más tarde. La peña Oberena irrumpe en la plaza con su
txaranga y seduce a unos cuantos manifestantes más que la idea de una nueva
asamblea terapéutica del 15-M. El grupo de jóvenes con megáfono entretiene la
espera con cánticos más o menos ocurrentes. “Vamos a contar mentiras, el PSOE
es de izquierdas, tralará y en el PP no hay fascistas”. Y por las calles
adyacentes más txarangas y bailes a ritmo de acordeón y sintetizador. Y los
bares llenos, y los restaurantes a rebosar, y las plazas y calles atestadas de
bebedores y fumadores. Y yo mastico un bocata mientras discuto si no es
demasiado inocuo el 15-M en Pamplona. Si falta concreción. Si no es demasiado
etéreo y falto de un pulso ideológico que deje de acoger de forma ambigua lo uno
y su contrario. Si, al menos en esta ciudad, no es más que la expresión que
hemos encontrado los más aburguesados para mostrar nuestro descontento sin
molestar demasiado. El instrumento que permite que juguemos a manifestarnos como quien
toca la guitarra o juega al tenis con el mando de una consola de videojuegos.
Vuelvo a casa y me acompañan los sonidos de la protesta cívica en la Puerta del
Sol de Madrid. Algo se encoge en mi interior cuando la multitud rompe el
silencio de ese grito mudo de medianoche. “Os envidio”, le escribo en un
mensaje a mi amigo. “Tu espíritu está presente”, me consuela. Envidia sana de
lo que nunca dejó de ser, visto con perspectiva, un movimiento que, como con el
tiempo meteorológico, hace que parezca que llueve en España cuando lo hace en
Madrid.
© Carlos Pérez Cruz
4 comentarios:
El 15M tiene muchísimas simpatías entre gente de izquierdas pero parece que no habéis tenido la respuesta que esperabais. No me extraña. Primero porque somos una comunidad que vota a partidos de derechas (UPN, PP, PSN) y segundo porque ya hay una base social que se ‘mueve’ y lleva moviéndose con fuerza desde hace décadas a favor de una sociedad mas justa.
El primer grupo esta, tanto a nivel estatal como a nivel autonómico, cómodo en su mayoría absoluta. Al segundo creo que le rechina lo de ‘Spanishrevolution’, porque no se sienten parte de lo de ‘Spanish’, y muchas de las reivindicaciones del movimiento se le quedan cortas.
¿Que hay violencia policial en un desalojo en Madrid? Hay decenas de jóvenes de por aquí en prisión condicional (sin haber sido juzgados) dispersados en cárceles de España por el mero hecho de hacer política.
¿Transparencia política y cambio de la ley electoral? ¿Y si legalizamos todos los partidos políticos primero y soltamos a sus dirigentes?
¿Cultura libre? ¿Qué tal si se nos deja expresarnos ante la administración y en la calle en el idioma que queramos y que sentimos nuestro?
Yo, del 15m, me quedo con cosas como las Plataformas de Personas Afectadas por Hipotecas y otras propuestas mas concretas. Los lazos que se crearon entre gente que nunca se había movilizado y gente que lleva toda la vida. El resto; la ‘evolución’ en vez de ‘revolución’, el ‘trending topic’, las tiendas de campaña, a mi me sobran. Eso si, al igual que me pareció justo que algunos países Arabes se movilizaran, que Islandia echara y juzgara a sus dirigentes políticos, también me parece que España debería hacer su revolución popular. Lo que pasa es que no me siento Español y siente que ese estado me hace daño.
supongo que, convocado por "los tuyos", lo mismo,
te parecería la bomba. a mi penoso. nada como ser de nadie!.
Yo es que, Jesús, hace tiempo que me negué a debatir con quien firma como "Anónimo". Creo que es lo menos que se puede exigir para tener una conversación mínimamente civilizada.
supongo que alguien dispuesto a acatar ordenes y directrices, a formar parte de la masa, es normal que firme como anonimo. por otra parte, no he debatido, solo expresado lo pensado tras esa lectura.
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