Llevaba años pensando en hacerlo. Esta noche, mientras muchos cenabais cumpliendo con el rito, me he dado un paseo. Pocas noches como ésta la ciudad posa para la cámara.
Nunca descansan. Luces encendidas, médicos de guardia. La medicina pública nunca será lo suficientemente valorada. Toda la noche por delante.
Focos para un monumento sin espectadores. Los corredores de un encierro congelado para el tiempo. Al fondo, una pareja de origen latinoamericano empuja la silleta de un bebé.
Luces en Palacio. En el interior, la historia de Navarra duerme en unos salones por donde lleva demasiado tiempo paseándose la misma presidenta.
Tres grados, aunque en el bar de abajo suelen ser más elevados. Reina el silencio en la plaza, donde me cruzo a un guiri que me pregunta cómo puede llegar a su hotel. Tiene una historia, seguro, pero yo estoy de paseo.
Al otro lado de la Plaza del Castillo, se desciende por Chapitela. En sanfermines lo hacen rios de mierda, hoy se escuchan mis pasos.
Hay vida en las casas. En esas, hoy les ha tocado cumplir. Alguno desearía salir por patas... o en bici.
Castañicas frente al rey. Hasta para comer, lo monárquico es veneno.
Como los Reyes Magos no pueden atravesar el checkpoint de Belén, la estrella les señala el camino hacia el consistorio. Si me dan elegir, prefiero estrella a chupinazo.
No estoy solo. Dos se sientan en un banco en los soportales de la plaza. A pesar de la "i", no me acerco a preguntar los motivos.
Lo siento por el cartel, pero no es noche de ley. Si hay alguien vigilando, debe de estar en Silicon Valley.
Si Hitchcock lo hacía, yo también. Me cuelo en mi propia peli. Sugerente compañía, pero he de seguir mi camino.
Confirmado: los chinos no cierran nunca. Como no hay clientes, hay llamada. Me apetece un helado, pero no jodamos...
Imagen de postal. Pronto alguno de los elementos de la foto (quiosco, convento, bicis y contenedor), será historia. Y no, no me refiero a las monjas.
Como los médicos, no descansa ni en Nochebuena. La Foral, esa gran mujer a la que rindo tributo... en Hacienda.
Vuelvo a la Plaza del Castillo. Recuerdo que una vez, de niño, fui yo quien encendió sus luces. ¿A qué hora empieza la verbena?
Para el perro no hay niño en Belén que valga. También excusa para hacer un quiebro a la sobremesa. Angelicos.
Se dejaron las luces puestas... y a Marilyn.
Cena en la cocina. La austeridad siempre fue fluorescente.
No ha hecho ni empezar y la Navidad ya empieza a pasar página.
Espero que os haya aprovechado. Gracias por acompañarme en el paseo. Buenas noche(buena)s.