Es quizá la película que mejor refleja (de las que he visto y recuerde) qué significa eso que llamamos crisis (o sea, estafa) en España. Un retrato veraz y crudo de las desastrosas consecuencias sociales de un país en el que muchos se abandonaron en tiempos de confeti y otros la abandonaron, huyendo de este erial.
Unas interpretaciones magníficas y una(s) historia(s) que, de tan real(es), desconsuela(n). Jóvenes parados y atrapados en un enorme bostezo por la falta de mejores perspectivas que las de matar el tiempo en botellones, comida basura en polígonos y centros comerciales, mensajes de guasap y videos en Youtube de peleas japonesas. Trabajos de sueldo miserable y esfuerzo notable, currículos desechados, sumisión a lo humillante, vidas deslomadas. Madres heroicas con el rostro grabado, minusválidas derramadas en el sofá frente a la televisión, adolescentes adormecidos por la desidia... La vida a golpe de supervivencia en un mundo hípercomunicado y adicto a la pantalla.
La película favorita en las calles Génova y Ferraz y en la cancillería berlinesa. Vayan a verla. La crisis era esto.
Carlos Pérez Cruz
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