No soy amigo de listas de
"lo mejor de", ni de resúmenes del año. Las primeras son
excluyentes, especialmente si detrás de ellas figura un gran medio
que induce e influye en las decisiones. No es mi caso, soy pequeño,
minúsculo, pero aún así sería injusto por mi parte decir qué ha
sido lo mejor cuando apenas he escuchado una microscópica parte de
lo que se ha publicado en un año, cuando "lo mejor"
conlleva un sentido competitivo que aborrezco para la música. Los
segundos siempre olvidan, son selectivos y crean una memoria
colectiva que nunca es inocente en sus olvidos.
En los últimos años
sorteé la obligación de las listas en Cuadernos de Jazz con la excusa de que no eran los mejores discos,
sólo recomendaciones de música con la que había disfrutado mucho [algunos de los "afortunados" aprovecharon la coyuntura para cambiarle el sentido a mi selección].
Este año, como no tengo esa obligación, prefiero cambiar de tema
y aprovechar para agradeceros a quienes hacéis de este pequeño
mundillo del jazz algo fabuloso. Los músicos y su música son lo que
nos reúne, lo que nos apasiona y conmueve, pero alrededor de ellos
se mueven los satélites que les dan sentido: aficionados, técnicos
de sonido, críticos, programadores, fotógrafos, periodistas... De
todos ellos, a quienes me he ido encontrando a lo largo ya de un buen puñado de años gracias a esta pasión y
trabajo, me quiero acordar
en estos últimos minutos de año.
En Club de Jazz tengo a
mis propios santos: Jesús, Anxo, Alberto, Luis y Ferran. Gracias a
ellos, pacientes y atentos, dispuestos siempre a aportar, tenemos una
diversidad de aproximaciones al jazz, la improvisación y la música
en general, ¡que ya quisieran muchos programas! Además tengo muchos
ángeles guardianes, miles de oyentes que estáis ahí, algunos con
nombre propio, otros incluso con rostro, la mayoría desconocidos
para mí. Con varios he llegado a compartir momentos de música y
conversación, con otros ojalá pueda tener ocasión en el futuro.
Estáis desperdigados por el mundo, y eso es fabuloso. Gracias por
contar con este Club que pronto cumplirá... ¡15 años!
Más allá del Club, de
sus oyentes y colaboradores, están todos esos personajes (incluso
personas) que he ido conociendo en conciertos y festivales, las
gentes del jazz: los apasionados de la fotografía, capaces de eternizar instantes fugaces; los
programadores, que regatean siempre al músico pero que terminan por
dar más de lo que tienen; los técnicos de sonido (incluso los
buenos); los camareros (también los que arrojan botellas durante los
pianísimos de la música); esos aficionados eternos que no se sabe
de dónde salen y que parecen haber quedado atrapados en el tiempo;
los críticos de toda la vida, también atrapados en la nostalgia;
Lorenzo, el mejor anfitrión, el barman más generoso en el mejor
antro del país, el Juan Sebastian Bar de Huesca; Luis, el
programador más sabio, mago de las finanzas cada vez más recortadas
para la cultura; las gentes de Vic, que este año me abrieron las
puertas de la Cava y la convirtieron en el salón de mi casa; las
tiendas de discos... ¡Ups! Perdón, he saltado atrás en el tiempo. En
definitiva, mi reconocimiento a todos con quienes he compartido
momentos a lo largo de este año y los anteriores, a quienes habéis
hecho de la experiencia de la música algo compartido y enriquecedor
en más sentidos que los estrictamente musicales.
Gracias por los buenos
ratos compartidos. Que sean muchos en este nuevo ciclo anual que se
abre. ¡Salud!
Carlos Pérez Cruz
www.elclubdejazz.com