¿Qué discos ha publicado desde 1963?, le preguntaron en 1965. Ayer
hablábamos de Archie Shepp y de Albert Ayler. Me
han dicho que a su lado usted parecía casi cursi.
(…) Aquí
los conocemos poco. ¿Puede hablarnos de ellos?
Preguntan a John Coltrane. Es el año 1965 y estas preguntas nos sitúan en otros tiempos y tempos. Camino como vamos de escuchar la música antes incluso de que la cree el músico (audición preventiva, lo llamaremos), llama la atención cómo de una figura tan relevante como John Coltrane podía llegar a desconocerse en Francia lo grabado en un periodo de dos años. O que discípulos suyos (incluido el Espíritu Santo, Albert Ayler) fueran nombres vagamente conocidos por referencias tan pintorescas y colaterales como lo “cursi” que resultaba Coltrane a su lado. Eran otros tiempos. En los nuestros, las grandes reflexiones se expresan en ciento cuarenta caracteres o menos: He hecho ciertas cosas que ya había hecho. En el futuro, no quiero repetirlo. Son palabras de Coltrane, no del rey de España. Pero tanto las disculpas monárquicas por el tiro al elefante (Lo siento mucho. Me he equivocado y no volverá a ocurrir) como las palabras del saxofonista tienen cabida en el idioma Twitter.
¿Qué es lo que ya había hecho? ¿Matar elefantes? ¿Atropellar policías? (¡Eh! ¿Aquí tampoco atropellan a los polis?, ironiza Coltrane, tras una brusca maniobra del conductor del coche en el que viaja al ver a un policía). Los ciento cuarenta caracteres no admiten el contexto que desvela que Coltrane se refiere a que cada nuevo disco debe ser distinto del anterior. Detesto volver atrás como me ha ocurrido recientemente. He hecho ciertas cosas que ya había hecho. En el futuro, no quiero repetirlo.
La editorial barcelonesa ‘Alpha Decay’ tiene una colección llamada ‘Alpha Mini’ que publica Cápsulas literarias portátiles de lectura instantánea. Libros en papel para la vida digital. Como hoy todo es fugaz, literatura instantánea. Menos mal que el papel soporta mejor el olvido, porque es en papel donde uno puede leer y releer y anotar. Por eso es una buena noticia que la cada vez más amplia bibliografía jazzística cuente con esta cápsula de reflexión coltraniana titulada My favorite things – Conversaciones con John Coltrane, traducción ibérica del mucho más sugerente título del original francés: Je pars d´un point et je vais le plus loin posible, que procede de una explicación que Coltrane da de su forma de tocar: Parto de un punto y llego lo más lejos posible.
Preguntan a John Coltrane. Es el año 1965 y estas preguntas nos sitúan en otros tiempos y tempos. Camino como vamos de escuchar la música antes incluso de que la cree el músico (audición preventiva, lo llamaremos), llama la atención cómo de una figura tan relevante como John Coltrane podía llegar a desconocerse en Francia lo grabado en un periodo de dos años. O que discípulos suyos (incluido el Espíritu Santo, Albert Ayler) fueran nombres vagamente conocidos por referencias tan pintorescas y colaterales como lo “cursi” que resultaba Coltrane a su lado. Eran otros tiempos. En los nuestros, las grandes reflexiones se expresan en ciento cuarenta caracteres o menos: He hecho ciertas cosas que ya había hecho. En el futuro, no quiero repetirlo. Son palabras de Coltrane, no del rey de España. Pero tanto las disculpas monárquicas por el tiro al elefante (Lo siento mucho. Me he equivocado y no volverá a ocurrir) como las palabras del saxofonista tienen cabida en el idioma Twitter.
¿Qué es lo que ya había hecho? ¿Matar elefantes? ¿Atropellar policías? (¡Eh! ¿Aquí tampoco atropellan a los polis?, ironiza Coltrane, tras una brusca maniobra del conductor del coche en el que viaja al ver a un policía). Los ciento cuarenta caracteres no admiten el contexto que desvela que Coltrane se refiere a que cada nuevo disco debe ser distinto del anterior. Detesto volver atrás como me ha ocurrido recientemente. He hecho ciertas cosas que ya había hecho. En el futuro, no quiero repetirlo.
La editorial barcelonesa ‘Alpha Decay’ tiene una colección llamada ‘Alpha Mini’ que publica Cápsulas literarias portátiles de lectura instantánea. Libros en papel para la vida digital. Como hoy todo es fugaz, literatura instantánea. Menos mal que el papel soporta mejor el olvido, porque es en papel donde uno puede leer y releer y anotar. Por eso es una buena noticia que la cada vez más amplia bibliografía jazzística cuente con esta cápsula de reflexión coltraniana titulada My favorite things – Conversaciones con John Coltrane, traducción ibérica del mucho más sugerente título del original francés: Je pars d´un point et je vais le plus loin posible, que procede de una explicación que Coltrane da de su forma de tocar: Parto de un punto y llego lo más lejos posible.
El libro - traducido en España por Isabel Nuñez - da
cuenta de tres entrevistas el santo (no hace
falta recordar la existencia de una iglesia
consagrada a San John Coltrane) y una carta.
Entrevistas que realizó en Francia el periodista
Michel Delorme, con la colaboración de Jean
Clouzet (1962) y Claude Lenissois (1965), en
1962, 1963 y 1965, y publicadas originalmente en
Les
Cahiers du Jazz (la primera) y en
Jazz Hot
(las dos siguientes). La carta la firma John
Coltrane en 1962 e iba dirigida a Don DeMichael,
director entonces de la revista
Down Beat,
con las reflexiones que le sugiere el libro
Music and
Imagination de Aaron Copland, que DeMichael
le envió previamente.
(…) Me da la impresión de que el libro se dirige más a un compositor americano clásico o semiclásico enfrentado al problema, que Copland ha sabido ver muy bien, de no sentirse parte de una comunidad musical, o con dificultades para encontrar una filosofía positiva o una justificación a su arte. El músico de "jazz" (…) no tiene ese problema. (…) Te aseguro que estaríamos todos muertos hace siglos (…)
Menos de cien páginas de contenido y su reducido
tamaño (10,5 x 15) dan, no obstante, para
jugosas reflexiones e impresiones. La humildad
del genio puede resultar “sospechosa” (no sólo a
Guardiola le pasan estas cosas). Así
Delorme escribe en 1962:
Algunas de
sus respuestas pueden sorprender y tal vez
incluso chocar por la falsa modestia que parecen
revelar (según él, todas las tentativas de los
músicos a los que se alude, ya sea Eric Dolphy o
Charlie Mingus, Ornette Coleman o… Art Blakey,
serían más originales y convincentes que las
suyas). No nos engañemos: se trata de una 'auténtica' sinceridad, la de un creador muy
consciente del desfase existente entre lo que ya
ha realizado y aquello de lo que se siente capaz.
Y así se intuye cuando Coltrane afirma que
creo que
Ornette [Coleman] es, de nosotros tres, el que
ha llegado más lejos. En efecto, él ha roto
completamente con las estructuras que la mayoría
de nosotros seguimos utilizando. (…)
Sinceramente, creo que Ornette y Eric [Dolphy]
han logrado más que yo en sus tentativas. Creo
incluso que llego con retraso. (…)
Mingus
trabaja fuera de las formas y las estructuras
habituales y yo no creo que haya llegado tan
lejos como él… No, de verdad, no lo creo.
No hay atisbo de falsa humildad en el
discurso de un músico tan hermético en su
expresión verbal como expansivo en lo musical.
Hay sincera búsqueda y, muchas veces, desfase
entre lo que es capaz de hacer, la dirección que
quiere tomar, la intuición del camino que
probar, y lo que la afición es capaz de
asimilar, de modo que
muchas
veces, cuando llego a un momento crucial, lo
retraso todo para que todo el mundo pueda
comprenderme antes de que haya cambiado. Y
es que no hay que perder de perspectiva que si,
todavía hoy, ciertas obras de Coltrane, resultan
inaprensibles para muchos, entonces el proceso
de irrefrenable ascenso creativo del saxofonista
estaba en plena germinación.
Meses después de grabar A Love Supreme, interpretó la suite en Antibes (Francia). Delorme, que realizó allí su última entrevista a Coltrane, escribió: Más grave aún fue el malestar generado por la propia música. Ciertamente, fue un error que la primera noche interpretasen A Love Supreme, que nadie conocía, en lugar de los clásicos del día siguiente, como Naima, My Favorite Things y So What (…). ¡Ay! Lo conocido y lo por conocer. Lo acomodaticio y lo inseguro. Siempre el difícil equilibrio entre la necesidad expresiva y creativa del artista y el público. Con todo, no debemos aislarnos. Lo que sentimos en lo más profundo de nuestro interior, debe comunicarse a los demás. Aunque yo no sé exactamente lo que la gente desea y temo equivocarme cuando intento adivinarlo. Por otra parte, ¿acaso cada individuo, tomado en particular, desea lo mismo que su vecino?, se preguntaba el saxofonista años antes, en 1962.
Meses después de grabar A Love Supreme, interpretó la suite en Antibes (Francia). Delorme, que realizó allí su última entrevista a Coltrane, escribió: Más grave aún fue el malestar generado por la propia música. Ciertamente, fue un error que la primera noche interpretasen A Love Supreme, que nadie conocía, en lugar de los clásicos del día siguiente, como Naima, My Favorite Things y So What (…). ¡Ay! Lo conocido y lo por conocer. Lo acomodaticio y lo inseguro. Siempre el difícil equilibrio entre la necesidad expresiva y creativa del artista y el público. Con todo, no debemos aislarnos. Lo que sentimos en lo más profundo de nuestro interior, debe comunicarse a los demás. Aunque yo no sé exactamente lo que la gente desea y temo equivocarme cuando intento adivinarlo. Por otra parte, ¿acaso cada individuo, tomado en particular, desea lo mismo que su vecino?, se preguntaba el saxofonista años antes, en 1962.
Toda una declaración de objetivos, de direccionalidad de la propia carrera artística, que debería ser motor de motivación obligado para cualquier músico. O de cómo poner en palabras (de Coltrane, claro) el potencial y la verdadera dimensión de la música creativa frente a otras consideraciones mucho menores pero, por desgracia, más presentes. La música como conmoción frente a etiquetas, estilos, egos o… cuestiones raciales: No conozco los criterios susceptibles de diferenciar a un músico blanco de un músico negro; tampoco creo que existan. Palabra de Coltrane; en edición mini, pero de máximo interés. Amén.Quisiera aportar a la gente algo que se parece a la felicidad. Me gustaría descubrir un procedimiento tal que sólo deseando que lloviera, se pusiera enseguida a llover. Si uno de mis amigos se pusiera enfermo, yo tocaría cierta melodía y se curaría; si se arruinara, yo interpretaría otra canción e inmediatamente recibiría todo el dinero que necesitara. Pero cuáles serían esas piezas y cuál es la vía que debo recorrer para lograr su conocimiento, lo ignoro. Los auténticos poderes de la música son todavía desconocidos. Poder dominarlos debe de ser, creo, la ambición de todos los músicos. El conocimiento de esas fuerzas me apasiona.
1 comentario:
Justo me acabo de comprar esta joyita este fin de semana y me ha parecido un perfecto acercamiento al siempre díficil (por lo menos para mí) lenguaje musical del amigo Coltrane.
Y es verdad se lee tan rápido que dan ganas de reelerlo, anotar, subrayarlo... etc etc. Benditos libros físicos!!
Saludos
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