Busca en "Carlos Crece"

lunes, junio 11, 2012

Pat Metheny - "Unity Band"


Para lo bueno y para lo malo, Metheny es Metheny. Con él es una cuestión casi exclusiva de gustos porque poco se puede objetar desde parámetros técnicos y compositivos. Es modélico en la construcción de temas, en cómo estos se exponen y desarrollan (pura y ejemplar progresividad), en el dibujo de sus solos, en la exploración de recursos tímbricos. Metheny es Metheny, y a nada que se indague en la trayectoria del guitarrista uno percibe varias señas de identidad que lo hacen único y están ahí presentes en cada formato que trabaje, sea en solitario, con su Pat Metheny Group (PMG), en trío, colaborando con otros o en esta su nueva banda: la Unity Band.

Se sorprende Metheny de que hayan pasado 32 años desde su anterior grabación en formato de trío más saxo (fue en 80/81, disco ECM junto a Charlie Haden, Jack DeJohnette y dos saxos: Dewey Redman y Michael Brecker), lo que él denomina 'cuarteto tradicional de jazz
'. Con ese formato ha participado en trabajos de otros (Joshua Redman y su Wish, Kenny Garrett y su Pursuance o Dave Liebman y su The Elements: Water) pero no liderados por él. En realidad, tengo la impresión de que con Metheny es, hasta cierto punto, irrelevante la formación. Es su estilo el que se impone. Incluso la sonoridad, la mezcla tímbrica, puede confundirnos como en Roofdogs y crear la ilusión de estar escuchando al PMG. La abrumadora sonoridad de la 'Roland Synth Guitar' se impone como una apisonadora en un tema que en mi imaginario evoca su mítico Question and Answer, y que tiene algo de vocación épica, de exultante y eufórico estallido en su pegada. Su sentido circular alcanza el éxtasis en la reexposición, con el saxo soprano de Potter y la guitarra de Metheny entrelazándose sobre los golpes de Antonio Sánchez. Parecen más de los que son.

Metheny es Metheny. Por eso el inicial New Year, tan íntimo en su exposición - indicio del Metheny más paisajístico y crepuscular - termina por crecer en intensidad, sin perder en ningún momento su fuerte sentido melódico, hacia un solo exuberante donde Chris Potter (aquí con el tenor) dobla el tempo. La tormenta ha estallado en la calma chicha sin casi darnos cuenta. Que ya vendrán tiempos de apaciguamiento (los que algunos premian como lado new age del artista: y a los Grammy me remito). Ahí Metheny es Metheny, y es en los tiempos lentos y medios donde lo sublime coquetea en ocasiones con un exceso de carga melódica (para quien esto escribe, conste en acta notarial). Aunque cuando firma This belongs to you le salga tan bonito. Las melodías del guitarrista son tan diáfanas y expresivas que parecen un relato en sí mismas. Escúchese Leaving town como paradigma del discurso melódico de su música, como tema con estructura narrativa y donde asoma ese tono optimista, esa sonrisa perenne (y hawaiana) de Metheny.

Metheny es Metheny también cuando se pone el disfraz de baladista pop (aunque con un grado de densidad que ya quisieran para sí...) en Then and now. Es su naturaleza, qué le vamos a hacer, parte de una personalidad musical envidiablemente poliédrica que le capacita para explorar diversas combinaciones tímbricas que hacen del disco de un cuarteto algo muy diverso, ya sea en detalles como el efecto de arpa tan característico suyo con el que abre Come and see (al que suma a Potter en clarinete bajo en varios momentos; el solo lo hace con tenor), o con la recuperación en Signals (Orchestrion Sketch) de parte de la estructura del espectacular 'Orchestrion' para plantear el ejercicio más (aparentemente) experimental mediante loops y capas superpuestas, al menos en un primer momento. Crea después, con esa versión reducida del engranaje mecanizado, una especie de bajo continuo sobre el que trabaja - de nuevo cual PMG - un largo desarrollo melódico, un permanente diálogo con el tenor de Potter en un progresivo in crescendo, marca de la casa y de este trabajo en particular.

Metheny es Metheny. Lo que de él resulta adictivo no lo vamos a descubrir a estas alturas; tampoco aquello que, en ocasiones, produce cierta inicial pereza. Pero nada como dejarse azotar por Breakdealer, cierre de rítmica energética y solos virtuosos. El azote más directo, más puramente visceral y fogoso, de un disco soberbio desde la creación hasta la ejecución.

© Carlos Pérez Cruz

Publicado originalmente en www.elclubdejazz.com

No hay comentarios:

Free counter and web stats