"Tenéis que inventaros vuestras propias cadencias", dijo en alguna ocasión mi profesor de trompeta. Nos acostumbraron en el Conservatorio a interpretar las cadencias que otros habían hecho para los grandes conciertos de trompeta pero nadie nos dijo cómo se podía inventar uno la suya propia. "Pero, ¿y eso cómo se hace?". El Conservatorio, al menos el mío, no estaba hecho para incentivar el amor por la música y ni mucho menos para incentivar la creatividad propia. Así que llegado mi examen de matrícula de honor de final de carrera decidí lanzarme y hacer una. Creo recordar que la obra que se pedía era el archiconocido (al menos en el mundillo trompetístico) concierto de Hummel. Me puse manos a la obra y me inventé una cadencia de "autohomenaje" con fragmentos de las tres obras que había tenido que interpretar en el examen final, una contemporánea, otra clásica y otra barroca. La cosa no gustó demasiado en el tribunal, especialmente a mi profesor que creo sintió cierto estupor ante aquello. "Pero, ¿no nos dijiste que inventáramos nuestra propia cadencia?".
Os dejo este maravilloso vídeo que recuerda (¡salvando las distancias!) aquello que yo hice, pero sobre todo una forma de entender la música que a mí, particularmente, me llevaría de nuevo a un Auditorio a ver un concierto de Mozart.
Os dejo este maravilloso vídeo que recuerda (¡salvando las distancias!) aquello que yo hice, pero sobre todo una forma de entender la música que a mí, particularmente, me llevaría de nuevo a un Auditorio a ver un concierto de Mozart.
5 comentarios:
hola Carlos:
no se si será que tengo las gafas muy sucias o en ese video sale un violinista en tu lugar.
pa mi que van a ser las dos cosas...
Ayyy, esas gafas... de vez en cuando conviene ir al oculista... y mira que yo sigo viendo un trompetista en el vídeo...
tu ves un trompetista???
voy a tener que ir al oculista!!!
Es una trompeta de cuerda frotada hombre!
oh! no conocía esa modalidad de trompeta.
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