Qué triste panorama el del cine en este país. Cada día desaparecen más salas del centro de las ciudades. Ayer mismo, aquí en Jaén, tuvimos que acercarnos a uno de esos horribles centros comerciales para poder ver una película. Ya comenté aquí que la cartelera jienense es desoladora y que la única película no USAmericana y hollywoodiense era "La Educación de las Hadas" de José Luis Cuerda.
Cada vez que tengo que entrar en uno de estos centros comerciales (muy pocas veces, por suerte) siento la misma sensación. Es como el Museo del Capitalismo. Calles sin cielo llenas de reclamos comerciales a izquierda y derecha (incluso en el cielo, si me apuras) donde decenas de personas invierten ¡horas incluso! en comprar... a veces sólo en mirar (¡¿Qué demonios tiene eso de divertido?!).
Pero al grano. El cine, una de esas multisalas impersonales, estaba dentro del recinto y en su cartelera la película USAmericana de moda* (¿hace falta que la mencione?), un par de pelis de relleno (quizá de terror una y melosa la otra) y nuestra elegida, "La Educación de las Hadas".
Ya sólo el aspecto lánguido, triste y apático de quien corta las entradas invitaba a la depresión, pero es que los pasillos estaban llenos de invasivos posters de pasadas y futuras películas proyectadas o por proyectar por supuesto, todas ellas, de cine USAmericano. Esa es una de las sorpresas de los emporios del capitalismo, que aunque ofrezcan más cantidad es más cantidad de lo mismo. Así que seis salas no significan diversidad sino unidireccionalidad de criterios. O falta de ellos.
La sala era fría, ni siquiera te acogía con algo de música sino que podía escucharse hasta el propio aliento. Unas luces blancas, fluorescentes, que no sólo acompañan la espera sino que agreden durante los títulos de crédito (¡¡las películas acaban cuando terminan!!). Y lo que es peor, una deficiente insonorización que permitía disfrutar de dos películas a la vez, la elegida y la del vecino (la ya mencionada no mencionada*).
Por supuesto todo esto hay que condimentarlo con la conversación habitual de algunos espectadores presentes (nunca falla, aunque en la sala no se llegue ni a la decena de espectadores) o el habitual consumo de palomitas y demás chucherías contenidas en unas bolsitas que no se caracterizan por su Fujitsu**. Pero a esto ya le he dedicado mala leche impresa en otras ocasiones... y no dudo que volveré a hacerlo. Semos así.
Lo dicho. Qué triste panorama. El cine a los centros comerciales y a esperar que de vez en cuando se les cuele algún infiltrado en forma de cine de calidad. Y es que los cines se han convertido en las hadas de los cuentos que ya no se cuentan, fantasías del pasado. Son las cosas de la globalización unidireccional.
* Por si alguien lee esto mucho tiempo después de haber sido escrito (Risas) recuerdo que se trata/ba de "El Código Da Vinci" (¡ah sí, ¿te acuerdas la que se montó?)
** Por si alguien lee esto mucho tiempo después de haber sido escrito (Risas) recuerdo que "Fujitsu" anunció sus aire acondicionado como sinónimo del silencio.
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