Contemplo curioso a Garfi. Con su lengua de estropajo limpia minuciosamente entre uña y uña de una de sus patas. Prosigue más tarde por el resto y vuelve a apoyarse sobre mi costado para seguir con el sueño antes interrumpido. Dentro de un rato se despertará, beberá agua y comerá algo. Reclamará mi compañía. Se quejará si no se la doy, jugará si le atiendo y dormirá después de haberse limpiado de nuevo. Quizá es que la felicidad era sólo eso.
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