He hablado de lados. Por un lado, los palestinos; por el otro, los
israelíes. Las palabras son importantes. Si hablamos de lados, la gente
podría pensar que existe un conflicto real y los medios podrían hablar
–de hecho lo hacen- de dos bandos a los que deberían tratar, al menos
teóricamente, en igualdad de condiciones en el nombre de la verdad, la
objetividad o lo que sea. Yo fui el año pasado a Palestina y después de
mi viaje algunas personas me preguntaron si también había ido al lado
israelí para conocer su opinión. Quizá piensen que para conocer la
verdad es necesario poder comparar. Pero lo que vi en Cisjordania fue
suficiente para mí. Demasiado fuerte como para permanecer neutral.
¿Estoy equivocado?
No, no te equivocas. Creo que uno de los problemas es este paradigma
de la paridad, esta idea de equilibrio, como si existieran dos lados
iguales. Por supuesto que no hay igualdad entre el ocupante y el
ocupado, entre el colono y el colonizado. De hecho, si vienes de fuera,
lo que la gente decente espera que hagas es que no comprendas al
colonizado y al ocupado de la misma manera en que entiendes al colono y
al ocupante, sino que esperan que apoyes al colonizado y al ocupado para
que logre cambiar la mala situación en la que vive. Así que pienso que
tienes toda la razón. Cuando estás en Cisjordania, aunque sea durante
cinco minutos, entiendes que no hay ningún equilibrio, que de hecho hay
un lado justo y un lado equivocado. Y tú decides dónde quieres estar: si
quieres estar en el lado erróneo o en el de la justicia. Al menos esto
es lo que está pasando en muchas partes del mundo aunque los gobiernos
lo ignoren.
Lee la entrevista completa en 'El Asombrario & Cía'
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