Pianista USAmericano, Vijay Iyer nació en 1971 después de que sus padres emigraran de la India en la década de los sesenta. Asentado en Nueva York se ha convertido en uno de los músicos más creativos del Jazz actual a través de sus trabajos a solo, trío o colaboraciones con músicos tan dispares como Roscoe Mitchell, Mike Ladd o Rudresh Mahanthappa. Esta semana actúa a piano solo en Terrassa y Madrid (24 y 25 de marzo, respectívamente) y además acaba de presentar su última grabación, Tirtha, junto a Prasanna y Nitin Mitta.
Sobre que se subraye constantemente su origen en la India como definición personal: Lo que yo trato es de simplemente hacer un buen trabajo en el que creo, que puedo respaldar, y que es una reflexión auténtica sobre quién soy que ojalá conforme pase el tiempo elimine esos supuestos y esos peligros y, en cierto modo, se convierta en una realidad en sí misma que pueda equilibrar esas fuerzas. Honestamente es lo único que puedo hacer. De algún modo ser un artista y contribuir en la cultura de esta forma en particular es probablemente la mejor manera de cambiar la percepción de la gente y la forma en que la gente presupone las cosas. Porque realmente no lo puedes hacer hablando con ellos. Normalmente lo que tienes que hacer es alentar una nueva realidad de la forma más imaginativa posible. Así es como lo han hecho también los afroamericanos. Es por ello por lo que, de hecho, existe el Jazz. Como una lucha, una forma de saltar y superar las diferencias y superar igualmente este tipo de fuerzas a las que les gustaría imponer y mantener las diferencias.
Músico de la resistencia: Aprendí de tipos como Steve Coleman, Roscoe Mitchell, Wadada Leo Smith, Amiri Baraka, Butch Morris, George Lewis, todas personas inclasificables, muy influyentes, brillantes y genios de la forma de pensar la música moderna. Los veo a todos ellos como parte de una tradición de resistencia, gente que resiste a las categorizaciones, a las etiquetas, a la autoridad y todas ellas son personas que piensan de forma individual muy profundamente, que tienen a su vez una conciencia nacional en términos de conexión con sus comunidades. No se trata de pensar creativamente de forma diferente como si se vieran a si mismo escapándose de su negritud o algo así. (Risas) De hecho sus proyectos suelen tener un mayor compromiso con la música y cultura afroamericanas de una forma muy creativa, imaginativa y poderosa. Eso es lo que me inspira a mí.
La música como expresión ideológica: Para mí hay un cierto grado en el que mi música tiene que ver con comentar esta realidad que existe y, de algún modo, con una utilidad para intervenir sobre la cultura desde los márgenes. Hay un tipo de sentido de urgencia, supongo, y un cierto sentido de invención que requiere hacer eso. (...) Y eso puede implicar turbulencias, puede haber oposición dentro de la música. Tienes que tener oposición en la música. Has de tener un rango de expresión que refleje más la realidad. Hay una cierta cantidad de resistencia que quiero toparme como oyente antes que entrar en algo que esté más resuelto.
Las matemáticas en la música: La prioridad no era resolver una ecuación matemática. La prioridad era investigar el sentimiento de un tipo de asimetría particular. Así que es algo que tiene que ver realmente con el sentimiento en sí mismo; pero luego sobre cómo puedes analizar rigurosamente este sentimiento. Esa era la verdadera pregunta. La pregunta no era, ¿puede la música reflejar las matemáticas? Era más una cuestión de si las matemáticas pueden ayudar a entender mejor la música. Esa era la prioridad para mí. No se trata de las matemáticas en sí mismas sino que se trata de que las matemáticas nos proporcionan, con más rigor y más precisión, una aproximación analítica a los ingredientes de la música. Eso es todo. No soy alguien que pone las matemáticas en un pedestal. Lo dice alguien que pasó muchos años estudiándolas. (Risas) Yo no las mitifico. Para mí resulta más misteriosa la variedad de sensaciones y sentimientos y respuestas que puede crear la música. Y yo quiero estudiar eso lo más profundamente que pueda.
La entrevista completa con Vijay Iyer se puede escuchar en la edición de Club de Jazz del 23 de marzo. También en su versión original en inglés o leer en la transcripción al castellano.
Sobre que se subraye constantemente su origen en la India como definición personal: Lo que yo trato es de simplemente hacer un buen trabajo en el que creo, que puedo respaldar, y que es una reflexión auténtica sobre quién soy que ojalá conforme pase el tiempo elimine esos supuestos y esos peligros y, en cierto modo, se convierta en una realidad en sí misma que pueda equilibrar esas fuerzas. Honestamente es lo único que puedo hacer. De algún modo ser un artista y contribuir en la cultura de esta forma en particular es probablemente la mejor manera de cambiar la percepción de la gente y la forma en que la gente presupone las cosas. Porque realmente no lo puedes hacer hablando con ellos. Normalmente lo que tienes que hacer es alentar una nueva realidad de la forma más imaginativa posible. Así es como lo han hecho también los afroamericanos. Es por ello por lo que, de hecho, existe el Jazz. Como una lucha, una forma de saltar y superar las diferencias y superar igualmente este tipo de fuerzas a las que les gustaría imponer y mantener las diferencias.
Músico de la resistencia: Aprendí de tipos como Steve Coleman, Roscoe Mitchell, Wadada Leo Smith, Amiri Baraka, Butch Morris, George Lewis, todas personas inclasificables, muy influyentes, brillantes y genios de la forma de pensar la música moderna. Los veo a todos ellos como parte de una tradición de resistencia, gente que resiste a las categorizaciones, a las etiquetas, a la autoridad y todas ellas son personas que piensan de forma individual muy profundamente, que tienen a su vez una conciencia nacional en términos de conexión con sus comunidades. No se trata de pensar creativamente de forma diferente como si se vieran a si mismo escapándose de su negritud o algo así. (Risas) De hecho sus proyectos suelen tener un mayor compromiso con la música y cultura afroamericanas de una forma muy creativa, imaginativa y poderosa. Eso es lo que me inspira a mí.
La música como expresión ideológica: Para mí hay un cierto grado en el que mi música tiene que ver con comentar esta realidad que existe y, de algún modo, con una utilidad para intervenir sobre la cultura desde los márgenes. Hay un tipo de sentido de urgencia, supongo, y un cierto sentido de invención que requiere hacer eso. (...) Y eso puede implicar turbulencias, puede haber oposición dentro de la música. Tienes que tener oposición en la música. Has de tener un rango de expresión que refleje más la realidad. Hay una cierta cantidad de resistencia que quiero toparme como oyente antes que entrar en algo que esté más resuelto.
Las matemáticas en la música: La prioridad no era resolver una ecuación matemática. La prioridad era investigar el sentimiento de un tipo de asimetría particular. Así que es algo que tiene que ver realmente con el sentimiento en sí mismo; pero luego sobre cómo puedes analizar rigurosamente este sentimiento. Esa era la verdadera pregunta. La pregunta no era, ¿puede la música reflejar las matemáticas? Era más una cuestión de si las matemáticas pueden ayudar a entender mejor la música. Esa era la prioridad para mí. No se trata de las matemáticas en sí mismas sino que se trata de que las matemáticas nos proporcionan, con más rigor y más precisión, una aproximación analítica a los ingredientes de la música. Eso es todo. No soy alguien que pone las matemáticas en un pedestal. Lo dice alguien que pasó muchos años estudiándolas. (Risas) Yo no las mitifico. Para mí resulta más misteriosa la variedad de sensaciones y sentimientos y respuestas que puede crear la música. Y yo quiero estudiar eso lo más profundamente que pueda.
La entrevista completa con Vijay Iyer se puede escuchar en la edición de Club de Jazz del 23 de marzo. También en su versión original en inglés o leer en la transcripción al castellano.
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