Hola. Soy un miembro de la 'comunidad de internautas'. Hasta donde alcanza mi entendimiento todo aquel que haga uso de la red de internet es, hasta cierto punto, integrante de esa comunidad. Hago esta aclaración de inicio porque en muchas informaciones periodísticas tiende a confundirse el todo con la parte y, en estos días de acalorado debate ibérico sobre leyes antipiratería, uno tiene la sensación de que los usuarios de la red formamos una unidad ideológica sin fisuras, una masa orgánica que se mueve al unísono, que gesticula de forma conjunta como en una de esas performances militares de Corea del Norte tan brillantes por su masiva concordancia como inquietantes por la ausencia de discordancia.
Soy usuario activo de internet y gran parte de mi trabajo depende de que mi conexión no desfallezca. Un corte en la línea puede ser fatal para la feliz culminación de mis esfuerzos creativos. Mi trabajo utiliza la red para su difusión. Realizo un programa semanal de radio (anacrónica descripción esta, lo sé) que utiliza diversas formas que internet le proporciona para que los interesados en él puedan escucharlo. Se puede descargar y escuchar online por el módico precio de lo que la compañía telefónica te cobre por el acceso a internet más el gasto de electricidad que conlleva mantener el ordenador enchufado (o bien el coste que haya supuesto cargar la batería). Diez años de programas complementados por reseñas discográficas y de conciertos, además de artículos, transcripciones de entrevistas, etcétera, en la web asociada al programa. Casi diez años de trabajo sin beneficio económico alguno y con los gastos de tiempo de dedicación, inversión económica en discos, servidor para el alojamiento de audios y web, llamadas telefónicas, etcétera. La decisión de la gratuidad en el ofrecimiento de mi trabajo es producto de varias circunstancias pero, por encima de ellas, gravita una cuestión básica: la voluntariedad de que así sea. Es mi decisión y mientras pueda desarrollar este trabajo de forma gratuita lo haré. Pero, ¿qué pasaría si esas circunstancias no se dieran? ¿Qué pasaría si para poder seguir sacando adelante el programa del que cada semana se realizan miles de descargas en todo el mundo tuviera que cobrar por su disfrute? (imagino que es un disfrute para quien lo descarga, lo contrario es masoquismo). Un apunte: Curiosamente sin ser de pago algunos de mis programas figuran en una página de descargas "ilegales". No hay perjuicio económico pero sí contable para mi ego.
En este tótum revolútum que son las discusiones en España se mezclan en el asunto de la piratería tantas realidades paralelas que parecieran una única (al igual que con la llamada 'comunidad de internet'). Se habla de industria musical, libertad de expresión, prensa, modelos de negocio, propiedad intelectual, castas privilegiadas, derecho a la cultura... Aunque existen elementos comunes tengo la sensación de que esa confusión torrencial es interesada. Conozco bien a personas que mezclándolo todo consiguen que sea imposible encauzar una discusión a partir de razonamientos lógicos. Gentes que agitan la coctelera de ideas inconexas cual cóctel molotov que cuando estalla hace imposible el diálogo. Resulta agotador. Muy español, por cierto. Es imposible (al menos terriblemente agotador e inútil) desenmarañar todo ese tejido de conexiones tramposas así que no aspiro a ello en este texto. Sí le daré al zoom para mirar de cerca algunas trampas de esa tela de araña.
¿Quién podría oponerse a la libertad de expresión? Resulta inconcebible que una persona que aspire a la libertad del individuo proponga cortar las alas de la opinión ajena. Por lo tanto los argumentos que en estos días se han manejado contra la intromisión en la libertad en la red de internet son incontestables. Pero, ¿estamos realmente ante un caso de ataque contra esa libertad? ¿Constituía la ley tumbada en el parlamento un riesgo a la libertad de expresión de los ciudadanos? Seguramente la idea de un comité extrajudicial que analizara y agilizara el proceso de denuncia de páginas web no era el mecanismo más plausible y democrático pero, ¿acaso no se puede delimitar su funcionamiento para evitar excesos del poder? ¿Acaso no se puede incluso eliminar esa figura y dejar que los estamentos de la Justicia de este país hagan su trabajo a partir de leyes que delimiten qué es o no legal?
Mucho se preocupan algunas voces de la 'comunidad de internet' por esa supuesta libertad coaccionada por las leyes pero, ¿acaso es posible la libertad en este mundo de convivencia forzosa sin unas leyes que unifiquen criterios de comportamiento? ¿Acaso la red vive al margen de este imperfecto mundo de legislaciones que nos hemos dado? Sería fenomenal si esa Second life cibernética no incidiera en la vida tangible pero mucho me temo que la interconexión es de tal grado a estas alturas que es imposible desligar un mundo de otro (si es que tales mundos existen por separado). En el mundo de lo tangible entrar en una tienda de discos (¡toma nuevo anacronismo!), coger diez discos de una estantería y salir sin pagar haría saltar todas las alarmas de la tienda. En la Second Life esos mismos diez discos robados no hacen saltar alarma alguna. Esa, y no ninguna ideología de defensa de la Cultura libre, ni otras grandilocuencias miríficas y espirituales, es la realidad. La impunidad con la que uno puede hacerse con discografías, fimografías, etcétera, se ha convertido en una costumbre tan normalizada en los usos y costumbres del personal que, a base de repetirse la mentira hasta la extenuación, muchos han terminado por creer que eso forma parte de una verdad universal, o algo parecido. Como nunca ha pasado nada, como ya forma parte de mi vida diaria, de mi cotidianidad, ¿cómo va a ser eso un delito? ¡Cultura libre! proclaman.
De acuerdo, Cultura libre. ¿Quién obliga a la libertad (¿o era gratuidad?) de la Cultura? ¿Una especie de jurado compuesto por la masa social - una forma sin rostro ni voz concreta - o el autor de la creación cultural? Me acojo a mi caso concreto: ¿quién debe determinar que mi programa, mi creación personal, mi esfuerzo y dedicación de tantos años y horas sea de disfrute gratuito? ¿El coro público o yo? Si mis circunstancias económicas me impidieran regalar mi trabajo, ¿me obligaría la sociedad a seguir ofreciéndolo a costa de mi propia supervivencia? ¿Me vería obligado a renunciar a mi dedicación porque la sociedad ha decidido que mi dedicación (profesión) no es digna de permitirme subsistir? ¿Hay acaso profesiones sin derecho a remuneración? Pero, ¿no vivimos en un sistema capitalista? Sí, si a mí tampoco me gusta pero... ¿tienen los creadores de contenidos que formar parte obligatoriamente de algún tipo de comuna para dar satisfacción al resto de la sociedad que sí, esa sí, vive bajo las normas del capitalismo que nos hemos dado? ¡Qué hipocresía! El creador obligado a ser parte de una utópica sociedad libertaria y sometido, sin embargo, a las normas del capitalismo democrático que rigen la sociedad actual. ¡¡Qué equilibrismo circense sin red!!
Si yo cobrara 1 euro por programa a cada uno de los que se lo descargan puedo asegurar que tendría una vida francamente acomodada. Un sueldo más que digno. ¿Cuántos de mis oyentes pagarían 1 euro a la semana por escucharlo? ¿Cuántos pasarían por caja si algún libertario de boquilla decidiera descargarlo y ponerlo de forma gratuita en alguna página ajena a la mía? Esa gratuidad impune es, y no otra (insisto), la verdadera razón de fondo de la costumbre que ha generado derecho en la mente de tantas y tantas personas.
Voy finiquitando mi larga perorata con una reflexión acerca de eso que algunos proponen de que, en el caso de la música, el músico obtenga sus beneficios por medio del merchandising y los conciertos, no por su música grabada. Lo primero que se me ocurre es una pregunta muy básica: ¿por qué lo uno es gratis y lo otro no? ¿No será acaso porque las camisetas no pueden ser virtuales? ¿Por qué el beneficio tiene que venir de los conciertos? ¿Porque hay un torno en la entrada que si no pagas no entras? Cuánta falta de escrúpulos y de ética hay detrás de todo este argumentario tan falaz. Qué tristeza de país.
Acabo. Yo soy libre de ofrecer mi programa de forma gratuita. Un músico es libre de ofrecer su música de forma gratuita, un escritor sus textos, un cineasta su película... ¿Es posible ser libre de elegir cobrar por ello? ¿Tan pernicioso es cobrar por el trabajo propio?
Soy usuario activo de internet y gran parte de mi trabajo depende de que mi conexión no desfallezca. Un corte en la línea puede ser fatal para la feliz culminación de mis esfuerzos creativos. Mi trabajo utiliza la red para su difusión. Realizo un programa semanal de radio (anacrónica descripción esta, lo sé) que utiliza diversas formas que internet le proporciona para que los interesados en él puedan escucharlo. Se puede descargar y escuchar online por el módico precio de lo que la compañía telefónica te cobre por el acceso a internet más el gasto de electricidad que conlleva mantener el ordenador enchufado (o bien el coste que haya supuesto cargar la batería). Diez años de programas complementados por reseñas discográficas y de conciertos, además de artículos, transcripciones de entrevistas, etcétera, en la web asociada al programa. Casi diez años de trabajo sin beneficio económico alguno y con los gastos de tiempo de dedicación, inversión económica en discos, servidor para el alojamiento de audios y web, llamadas telefónicas, etcétera. La decisión de la gratuidad en el ofrecimiento de mi trabajo es producto de varias circunstancias pero, por encima de ellas, gravita una cuestión básica: la voluntariedad de que así sea. Es mi decisión y mientras pueda desarrollar este trabajo de forma gratuita lo haré. Pero, ¿qué pasaría si esas circunstancias no se dieran? ¿Qué pasaría si para poder seguir sacando adelante el programa del que cada semana se realizan miles de descargas en todo el mundo tuviera que cobrar por su disfrute? (imagino que es un disfrute para quien lo descarga, lo contrario es masoquismo). Un apunte: Curiosamente sin ser de pago algunos de mis programas figuran en una página de descargas "ilegales". No hay perjuicio económico pero sí contable para mi ego.
En este tótum revolútum que son las discusiones en España se mezclan en el asunto de la piratería tantas realidades paralelas que parecieran una única (al igual que con la llamada 'comunidad de internet'). Se habla de industria musical, libertad de expresión, prensa, modelos de negocio, propiedad intelectual, castas privilegiadas, derecho a la cultura... Aunque existen elementos comunes tengo la sensación de que esa confusión torrencial es interesada. Conozco bien a personas que mezclándolo todo consiguen que sea imposible encauzar una discusión a partir de razonamientos lógicos. Gentes que agitan la coctelera de ideas inconexas cual cóctel molotov que cuando estalla hace imposible el diálogo. Resulta agotador. Muy español, por cierto. Es imposible (al menos terriblemente agotador e inútil) desenmarañar todo ese tejido de conexiones tramposas así que no aspiro a ello en este texto. Sí le daré al zoom para mirar de cerca algunas trampas de esa tela de araña.
¿Quién podría oponerse a la libertad de expresión? Resulta inconcebible que una persona que aspire a la libertad del individuo proponga cortar las alas de la opinión ajena. Por lo tanto los argumentos que en estos días se han manejado contra la intromisión en la libertad en la red de internet son incontestables. Pero, ¿estamos realmente ante un caso de ataque contra esa libertad? ¿Constituía la ley tumbada en el parlamento un riesgo a la libertad de expresión de los ciudadanos? Seguramente la idea de un comité extrajudicial que analizara y agilizara el proceso de denuncia de páginas web no era el mecanismo más plausible y democrático pero, ¿acaso no se puede delimitar su funcionamiento para evitar excesos del poder? ¿Acaso no se puede incluso eliminar esa figura y dejar que los estamentos de la Justicia de este país hagan su trabajo a partir de leyes que delimiten qué es o no legal?
Mucho se preocupan algunas voces de la 'comunidad de internet' por esa supuesta libertad coaccionada por las leyes pero, ¿acaso es posible la libertad en este mundo de convivencia forzosa sin unas leyes que unifiquen criterios de comportamiento? ¿Acaso la red vive al margen de este imperfecto mundo de legislaciones que nos hemos dado? Sería fenomenal si esa Second life cibernética no incidiera en la vida tangible pero mucho me temo que la interconexión es de tal grado a estas alturas que es imposible desligar un mundo de otro (si es que tales mundos existen por separado). En el mundo de lo tangible entrar en una tienda de discos (¡toma nuevo anacronismo!), coger diez discos de una estantería y salir sin pagar haría saltar todas las alarmas de la tienda. En la Second Life esos mismos diez discos robados no hacen saltar alarma alguna. Esa, y no ninguna ideología de defensa de la Cultura libre, ni otras grandilocuencias miríficas y espirituales, es la realidad. La impunidad con la que uno puede hacerse con discografías, fimografías, etcétera, se ha convertido en una costumbre tan normalizada en los usos y costumbres del personal que, a base de repetirse la mentira hasta la extenuación, muchos han terminado por creer que eso forma parte de una verdad universal, o algo parecido. Como nunca ha pasado nada, como ya forma parte de mi vida diaria, de mi cotidianidad, ¿cómo va a ser eso un delito? ¡Cultura libre! proclaman.
De acuerdo, Cultura libre. ¿Quién obliga a la libertad (¿o era gratuidad?) de la Cultura? ¿Una especie de jurado compuesto por la masa social - una forma sin rostro ni voz concreta - o el autor de la creación cultural? Me acojo a mi caso concreto: ¿quién debe determinar que mi programa, mi creación personal, mi esfuerzo y dedicación de tantos años y horas sea de disfrute gratuito? ¿El coro público o yo? Si mis circunstancias económicas me impidieran regalar mi trabajo, ¿me obligaría la sociedad a seguir ofreciéndolo a costa de mi propia supervivencia? ¿Me vería obligado a renunciar a mi dedicación porque la sociedad ha decidido que mi dedicación (profesión) no es digna de permitirme subsistir? ¿Hay acaso profesiones sin derecho a remuneración? Pero, ¿no vivimos en un sistema capitalista? Sí, si a mí tampoco me gusta pero... ¿tienen los creadores de contenidos que formar parte obligatoriamente de algún tipo de comuna para dar satisfacción al resto de la sociedad que sí, esa sí, vive bajo las normas del capitalismo que nos hemos dado? ¡Qué hipocresía! El creador obligado a ser parte de una utópica sociedad libertaria y sometido, sin embargo, a las normas del capitalismo democrático que rigen la sociedad actual. ¡¡Qué equilibrismo circense sin red!!
Si yo cobrara 1 euro por programa a cada uno de los que se lo descargan puedo asegurar que tendría una vida francamente acomodada. Un sueldo más que digno. ¿Cuántos de mis oyentes pagarían 1 euro a la semana por escucharlo? ¿Cuántos pasarían por caja si algún libertario de boquilla decidiera descargarlo y ponerlo de forma gratuita en alguna página ajena a la mía? Esa gratuidad impune es, y no otra (insisto), la verdadera razón de fondo de la costumbre que ha generado derecho en la mente de tantas y tantas personas.
Voy finiquitando mi larga perorata con una reflexión acerca de eso que algunos proponen de que, en el caso de la música, el músico obtenga sus beneficios por medio del merchandising y los conciertos, no por su música grabada. Lo primero que se me ocurre es una pregunta muy básica: ¿por qué lo uno es gratis y lo otro no? ¿No será acaso porque las camisetas no pueden ser virtuales? ¿Por qué el beneficio tiene que venir de los conciertos? ¿Porque hay un torno en la entrada que si no pagas no entras? Cuánta falta de escrúpulos y de ética hay detrás de todo este argumentario tan falaz. Qué tristeza de país.
Acabo. Yo soy libre de ofrecer mi programa de forma gratuita. Un músico es libre de ofrecer su música de forma gratuita, un escritor sus textos, un cineasta su película... ¿Es posible ser libre de elegir cobrar por ello? ¿Tan pernicioso es cobrar por el trabajo propio?
14 comentarios:
Pues sí que te tiene que salir caro lo de tu programa de radio. Entre que nadie te paga nada y lo que tienes que pagar a la SGAE por poder poner a libre disposición de quien quiera tu programa... Por que ¿pagas religiosamente a la SGAE o sólo eres uno más de esos que se beneficia del trabajo de los demás? Si no estás pagando por el derecho a hacer uso de la música de otros, o incluso de la tuya propia, estás cometiendo una acción ilegal. Supongo que por algo así como cobrar dinero por que se use el trabajo ajeno ponen en los CD que no se pueden utilizar sin permiso, con sus copyright y tal y cual. Así que no sé si hay que meterte entre aquellos a dirigida esa "Ley de economía sostenible", entre los que apoyan a los creadores de verdad -pagando lo que hay que pagar y no de boquilla, o entre los que va contra ella.
Diez años ni más ni menos y tantas descargas como dices haber tenido. Si hasta ahora no has pagado nada, como te pillen, vas a tener que hacer una colecta popular. Mejor callarse, que al final todos tenemos algo por lo que mejor estamos con el pico cerrado.
Sí, la verdad es que mucho tendrá que cerrar el pico quien firma un mensaje como "Robin Hood y los cuarenta millones de "ladrones"". Gracias por su aportación, Robin Hood y los cuarente millones de "ladrones".
Ahí estamos. Lo mejor de todo esto es su respuesta, señor don Carlos Pérez Cruz. Que mire usted también qué forma de firmar tan importante la suya... ¿Acaso no le basta con un apellido como -casi- todo el mundo?
¿Algo que añadir a mi primer mensaje o lo siguiente será un comentario sobre la firma con que termino este mensaje?
Hay quien se queda en el envoltorio y no con el contenido, quien confunde su culo con las témporas.
Feliz navidad, feliz falsedad.
Firmado por Señor majadero aka Robin Hood y los cuarenta millones de "ladrones"
Tanta "perorata", tantas palabras, tanto opinar sobre lo que los demás hacen mal, para que cuando llega la pregunta incómoda (¿paga o no paga Carlos Pérez por utilizar el trabajo de los músicos para hacer sus programas de "radio"?) la respuesta es el silencio y salirse por la tangente.
Pavokin aka Señor majadero aka Robin Hood y los cuarenta millones de "ladrones"
¿Nada? ¿Todavía nada? ¿No comentas nada?
Reaman aka Pavokin aka Señor majadero aka Robin Hood y los cuarenta millones de "ladrones"
Como dice el encabezados del blog: preguntas sin respuesta, respuestas llenas de interrogantes.
exple aka Reaman aka Pavokin aka Señor majadero aka Robin Hood y los cuarenta millones de "ladrones"
Nada, que no contesta, que no dice nada. ¿Será cosa de la "sensibilidad anal"? Snif.
Slifyin aka exple aka Reaman aka Pavokin aka Señor majadero aka Robin Hood y los cuarenta millones de "ladrones"
Tok-tok-tok
Heryoc: ¿Hay alguien ahí? ¿Hay algo ahí?
Heryoc: Ah del blog...
Heryoc: ¿Será que están en la rotonda existencial dando un concierto a mano armada?
Heryoc aka Slifyin aka exple aka Reaman aka Pavokin aka Señor majadero aka Robin Hood y los cuarenta millones de "ladrones"
Vaya... parece que este invento se ha aliado contigo y ha borrado lo que he puesto entre y ">" "<". En los espacios en blanco ambientaba la escena con silencios reveladores y silencios atronadores.
Obnes aka Heryoc aka Slifyin aka exple aka Reaman aka Pavokin aka Señor majadero aka Robin Hood y los cuarenta millones de "ladrones"
Carlos Pérez Cruz: en tu primer mensaje decías con bastante chulería "mucho tendrá que cerrar el pico quien firma un mensaje como "Robin Hood y los cuarenta millones de 'ladrones'". El único que sigue callado eres tú. Se te ha hecho una pregunta dos veces (¿paga o no paga Carlos Pérez por utilizar el trabajo de los músicos para hacer sus programas de "radio" en Internet?) y aquí el único que está con la boca cerrada (supongo que lo tuyo no es un pico) eres tu.
Sobre la firma del primer mensaje, está visto que no te has enterado. No sé si escuchaste al señor Álex de la Iglesia hablar sobre lo simpático que era Robin Hood cuando habló antes de la votación de la Ley Sinde. Tal y como se trata a 'la comunidad de internautas' desde la mayoría de medios ahora mismo en España da la impresión de que debemos ser unos cuarenta millones de ladrones. Tampoco era una firma tan complicada de entender.
Y dadas las explicaciones, ¿tienes algo que añadir tú o vas a seguir callado?
Munsa aka Obnes aka Heryoc aka Slifyin aka exple aka Reaman aka Pavokin aka Señor majadero aka Robin Hood y los cuarenta millones de "ladrones"
Y empezó 2011
Y sigue el silencio
Y siguen tus programas colgados en internet
¿Y sigue Carlos Pérez Cruz pagando por hacer uso del trabajo de los músicos? ¿Será cierto que en eso de la "Piratería... la costumbre genera derecho"?
suloloc aka Munsa aka Obnes aka Heryoc aka Slifyin aka exple aka Reaman aka Pavokin aka Señor majadero aka Robin Hood y los cuarenta millones de "ladrones"
Mierda puta, Carlos Crece sigue sin contestar. Será su lógica de comercio.
dignitin aka suloloc aka Munsa aka Obnes aka Heryoc aka Slifyin aka exple aka Reaman aka Pavokin aka Señor majadero aka Robin Hood y los cuarenta millones de "ladrones"
Ups... ahora resulta que se eliminan los comentarios. ¿Será por utilizar los títulos que utiliza el señor autor de Carlos Crece? Que conste que ayer domingo día 9 de enero de 2011 publicaba una entrada titulada "Mierda puta" (http://carloscrece.blogspot.com/2011/01/mierda-puta.html) y otra el 7 de enero titulada "Lógica de comercio" (http://carloscrece.blogspot.com/2011/01/logica-de-comercio.html). Con ambos títulos, a los que incluía el enlace a la correspondiente entrada en el blog, "jugaba" en el comentario que hice y que ha desaparecido.
Ahora resulta que no sólamente no contesta a lo que se le pregunta, sino que aplica la censura. Se me ocurre comentar que si es por utilizar esas palabras, aplíqueselas el autor del blog a los títulos que da a sus propias entradas o bien censure esos títulos directamente.
Suyo afectísimo blablablablablablareblablabla...
fands aka suloloc aka Munsa aka Obnes aka Heryoc aka Slifyin aka exple aka Reaman aka Pavokin aka Señor majadero aka Robin Hood y los cuarenta millones de "ladrones"
Y ahora aparece el comentario del que hablaba en el comentario anterior.
Bien.
Gracias por hacer que esté allí.
hymfin aka fands aka suloloc aka Munsa aka Obnes aka Heryoc aka Slifyin aka exple aka Reaman aka Pavokin aka Señor majadero aka Robin Hood y los cuarenta millones de "ladrones"
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