Me desplazo esta mañana del punto A al punto B y en el recorrido observo con asombro cómo en el interior de muchos comercios decenas de personas revolotean como abejas en un panal en torno a los productos allí expuestos. Un movimiento nervioso, circular, compulsivo. La primera tienda que me llama la atención por su frenética actividad vende bolsos. Es el inicio del periodo de rebajas en tiendas y centros comerciales.
¿Se someten a ese estrés espacial por necesidad? Me imagino que a nadie le agrada codearse con decenas de congéneres en pos de un artículo si no es por razón de supervivencia o necesidad extrema. Supongo que siempre hay un porcentaje de masocas en todo grupo humano pero, ¿cuántos de ellos lo son? La mayoría, deduzco, habrá tenido la mala suerte de haber amanecido y encontrado agujereados sus bolsos en algún ataque masivo y coordinado de ratones Pérez durante la noche. Además estamos en crisis luego la lógica impone que es de cajón pensar que las compras superfluas hay que reducirlas a su mínima expresión, sino suprimirlas.
Pienso en ello hasta que recuerdo cómo una conocida me explicaba el otro día la razón de acudir sí o sí a los comercios en tiempo de rebajas: "Siempre encuentras algo que te hace falta", aseguró. Así que la lógica se invierte: los centros comerciales generan la necesidad en vez ser la necesidad la que te acerque a ellos. Claro que esa lógica tiene un problema de partida: es la mía.
¿Se someten a ese estrés espacial por necesidad? Me imagino que a nadie le agrada codearse con decenas de congéneres en pos de un artículo si no es por razón de supervivencia o necesidad extrema. Supongo que siempre hay un porcentaje de masocas en todo grupo humano pero, ¿cuántos de ellos lo son? La mayoría, deduzco, habrá tenido la mala suerte de haber amanecido y encontrado agujereados sus bolsos en algún ataque masivo y coordinado de ratones Pérez durante la noche. Además estamos en crisis luego la lógica impone que es de cajón pensar que las compras superfluas hay que reducirlas a su mínima expresión, sino suprimirlas.
Pienso en ello hasta que recuerdo cómo una conocida me explicaba el otro día la razón de acudir sí o sí a los comercios en tiempo de rebajas: "Siempre encuentras algo que te hace falta", aseguró. Así que la lógica se invierte: los centros comerciales generan la necesidad en vez ser la necesidad la que te acerque a ellos. Claro que esa lógica tiene un problema de partida: es la mía.
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