Conocí hace unos días una noticia relacionada con el festival de Jazz ‘Imaxina Sons’ de Vigo que me sorprendió. Me refiero al cese de Baldo Martínez al frente de la dirección del festival. Una sorpresa muy desagradable.
Es lógico, hasta cierto punto, que los festivales cambien de dirección. Esa no es en sí misma una anomalía (aunque tampoco una costumbre, al menos en la dirección de festivales de Jazz). Incluso el motivo por el que se le cesa de sus funciones podría llegar a no serlo: para no caer en la rutina. Eso dice la carta que oficializa el cese. Y esa expresión es la que convierte la noticia en desagradable. O si se prefiere, en increíble. ¿De veras estaba el festival ‘Imaxina Sons’ en riego de caer en algún tipo de rutina? Resulta desagradable e increíble esa afirmación dado que si en algo se había convertido ‘Imaxina Sons’ era en una cita que desde fuera envidiábamos cada año (perdón, paso al singular, no quiero arrogarme representación alguna), que envidiaba cada año nada más conocer sus contenidos. Una cita en la que participé en una ocasión dentro de los conciertos paralelos (con mi grupo de entonces, John Pinone) y en la última edición como parte de una mesa redonda sobre Jazz e internet. Sólo en esas dos ocasiones he podido acercarme; en todas las muchas otras en que hubiera querido mi trabajo me lo impidió. Lo cual no quita para que en cada ocasión tratara de apoyar, en la medida de mis humildes posibilidades, la difusión de los contenidos de cada edición y subrayar los motivos que hacían de ‘Imaxina Sons’ un festival diferente y estimulante en un panorama, el español, tan dado al mimetismo y a la falta de un criterio coherente como el que ha demostrado Baldo en su labor estos años. ‘Imaxina Sons’ (y en esto permítaseme que hable en plural) era admirado por muchos por ofrecer lo que otros no ofrecían, por apostar por una línea de gran atractivo, diversidad y estímulo a la vez que de confianza en la inteligencia del espectador. Por contar con los de casa y por traer a los de fuera sin atender a paquetes prefabricados por las multinacionales y, por lo tanto, hacer de su programación una programación única. En fin, múltiples motivos que podría continuar glosando pero que, de momento, dejaré aquí.
Le deseo a la ciudad de Vigo y los futuros directores artísticos del festival que no caigan en la rutina. Y, tal y como también decían en la carta de cese, sigan encontrando el modo de “sorprender a los públicos”. De momento, mala sorpresa la del cese de Baldo Martínez. Mala noticia y mala argumentación.
2 comentarios:
Para mí, que Baldo fuera el director del festival era una garantía, desde aquí mi más enérgica protesta y todo mi apoyo a Baldo. Y en esa descripción que haces: "contar con los de casa y por traer a los de fuera sin atender a paquetes prefabricados por las multinacionales" me parece que está el problema, eso es ponerse en contra a toda la mafia de los programadores, los tienen las subvenciones antes de que el resto de mortales nos enteremos que las hay, hacen economías de escala vendiendo esos paquetes prefabricados que gustan a los políticos pero que pecan de ser un festín de jazz por un día y la sequía para el resto del año.
Saludos,
Hombre Jordi, me alegra saber de nuevo de ti. Creo que por estas fechas hace un año, más o menos, hablamos de "Akixí", ¿o hace más?
Sobre lo de Baldo e Imaxina Sons no tengo mucho más que decir que lo que ya mismo subrayas. Lamentablemente el pan nuestro...
Un abrazo, ¿cómo van las cosas?
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