La "autoscopia" hace referencia a un tipo de experiencia extracorpórea en la que observas tus acciones desde fuera del cuerpo (normalmente por encima). Tocar música proporciona en ocasiones esa experiencia. Aunque en un sentido diferente, también lo hace grabar un disco a solo.
Me di cuenta de que en ambos casos eres testigo de tu propia "hexis" - el modo en que uno se comporta mientras está en acción; tu disposición, postura, carácter o actitud; la energía que irradias al hacer tu trabajo. Ese chispazo de resolución visible o audible que precede al acto. Esa "hexis" es parte de ti, pero es difícil de detectar desde dentro; sólo puedes acceder a ella cuando sales fuera de ti.
Al igual que en el trabajo anterior - Historicity, 2009 - el pianista Vijay Iyer procura en el libreto del disco una contextualización más o menos filosófica al respecto de lo que nos disponemos a escuchar. Si en aquel acudía a unas palabras del escritor Antonio Gramsci para reflexionar sobre la situación del músico en la corriente de la historia y su encaje en ella, en Solo su reflexión es más íntima, aunque sin olvidar la historia; Iyer se propone un ejercicio de análisis de su comportamiento como pianista y creador a la vez que encuentra en la "hexis" ajena - en nombres de la historia del piano Jazz - una fuente de inspiración. La conclusión a la que haya llegado (si es que lo ha hecho) resulta una incógnita así que a lo más que podemos aspirar desde una perspectiva de oyentes es a tratar de percibir si a la exigencia teórica le corresponde una actitud musical afortunada. Afortunados nosotros, eso sí, que podemos hacerlo desde fuera sin esforzados ejercicios de trascendencia.
De primeras en Solo hay un cierto paralelismo estructural con su predecesor a trío. En ambos casos conviven versiones de música de otros jazzistas (Thelonious Monk, Duke Ellington o Steve Coleman en Solo; Andrew Hill o Julius Hemphill en Historicity) con temas propios de Vijay Iyer y versiones de músicos del ámbito de la música (pop)ular (un tema compuesto para Michael Jackson en Solo o uno de Stevie Wonder en Historicity). A partir de ahí la diferencia la marca el formato y quizá una menor exuberancia conceptual (me resultaba abrumadora y algo fría la exhibición rítmica y armónica) en la que seguro que tiene algo que ver la mayor intimidad del solo respecto del trío; incluso los autores de los que se hace versión son más "clásicos" ahora que antes (a excepción, claro está, de Steve Coleman) y pueden invitar a una mayor contención que, sin embargo, no es tal en la endiablada versión de Epistrophy (Monk más Kenny Clarke) en la que Iyer juega a mostrar el tema de forma fragmentaria a modo de señuelo mientras se marca un tremendo sprint de notas sobre una mano izquierda obsesiva. Más apegadas a una aparente ortodoxia son las versiones de las ellingtonianas Black & Tan Fantasy (el trompetista 'Bubber' Miley como coautor) y Fleurette africaine (que grabara junto a Max Roach y Charles Mingus en el Money Jungle de 1962) en las que, sin dejar de juguetear con las armonías, preserva la rítmica y atmósfera originales. Se puede reinterpretar hoy desde un cierto "clasicismo" sin caer en los excesos del revisionismo al pie de la letra. Lo mismo sucede con el standard de Jimmy Van Heusen y Eddie Delange Darn that dream o incluso con el Games de Steve Coleman (audible en el Triplicate que Dave Holland publicó en 1988 junto al saxofonista y a Jack DeJohnette). La elegancia del primero se respeta al igual que la melodía más plana y el swingueo más mecánico del segundo.
Los temas con firma de Vijay Iyer (concentrados en el bloque central del disco, a excepción del guiño de cierre a Sun Ra con el One for Blount) conforman su propio universo, un aparte con la mirada puesta en otros tipos de "clasicismo": como el del Free Jazz; en figuras como la del "percusionista" Cecil Taylor que asoma en la tormenta in crescendo de Autoscopy; un torrente de notas entremezcladas y golpeadas que, cuando se remansa, se convierte al minimalismo con la reiteración obsesiva de arpegios sobre los que se va dibujando una melodía. La tensión amenaza con volver pero la intensificación rítmica y sonora de los arpegios no acaba en quiebra y declina. Vuelve la calma inquietante y oscura que anunciaba el preludio Heartbeat y que continúa en Patterns hasta que recurre de nuevo a los arpegios para establecer una compleja estructura rítmica - de esas que tanto gustan al pianista - con bloques de compulsiva insistencia entre los que se intercalan improvisaciones sobre el sustrato rítmico más básico del tema (en todo caso, ritmos compuestos). En una mayor indefinición se mueve Desiring donde la atmósfera es más íntima pero en la que el cerrado y mínimo desarrollo armónico termina resultando pesado. Como traca final el explosivo One for Blount, contrapeso del inicial y más ligero Human nature (composición de Steve Porcaro y John Bettis para Michael Jackson que gana con el arreglo de Iyer... lo siento, ¡no puedo con Michael!).
Ante la imposibilidad de una "Autoscopia", siendo este un análisis de la "hexis" de otro (de Vijay Iyer en este caso), he de concluir que la disposición, la actitud, la energía del pianista son las máximas en todo aquello que emprende. Admirable resolución la suya como arreglista, compositor, intérprete e improvisador aunque una mayor administración de recursos iría en beneficio de todos. El minimalismo, no tanto como reiteración de patrones rítmicos y melódicos sino como selección de lo fundamental - en detrimento de los accesorios más abrumadores de la paleta virtuosa del artista -, redundaría en un mayor disfrute y goce de su música.
© Carlos Pérez Cruz
Publicado originalmente aquí.
Me di cuenta de que en ambos casos eres testigo de tu propia "hexis" - el modo en que uno se comporta mientras está en acción; tu disposición, postura, carácter o actitud; la energía que irradias al hacer tu trabajo. Ese chispazo de resolución visible o audible que precede al acto. Esa "hexis" es parte de ti, pero es difícil de detectar desde dentro; sólo puedes acceder a ella cuando sales fuera de ti.
Al igual que en el trabajo anterior - Historicity, 2009 - el pianista Vijay Iyer procura en el libreto del disco una contextualización más o menos filosófica al respecto de lo que nos disponemos a escuchar. Si en aquel acudía a unas palabras del escritor Antonio Gramsci para reflexionar sobre la situación del músico en la corriente de la historia y su encaje en ella, en Solo su reflexión es más íntima, aunque sin olvidar la historia; Iyer se propone un ejercicio de análisis de su comportamiento como pianista y creador a la vez que encuentra en la "hexis" ajena - en nombres de la historia del piano Jazz - una fuente de inspiración. La conclusión a la que haya llegado (si es que lo ha hecho) resulta una incógnita así que a lo más que podemos aspirar desde una perspectiva de oyentes es a tratar de percibir si a la exigencia teórica le corresponde una actitud musical afortunada. Afortunados nosotros, eso sí, que podemos hacerlo desde fuera sin esforzados ejercicios de trascendencia.
De primeras en Solo hay un cierto paralelismo estructural con su predecesor a trío. En ambos casos conviven versiones de música de otros jazzistas (Thelonious Monk, Duke Ellington o Steve Coleman en Solo; Andrew Hill o Julius Hemphill en Historicity) con temas propios de Vijay Iyer y versiones de músicos del ámbito de la música (pop)ular (un tema compuesto para Michael Jackson en Solo o uno de Stevie Wonder en Historicity). A partir de ahí la diferencia la marca el formato y quizá una menor exuberancia conceptual (me resultaba abrumadora y algo fría la exhibición rítmica y armónica) en la que seguro que tiene algo que ver la mayor intimidad del solo respecto del trío; incluso los autores de los que se hace versión son más "clásicos" ahora que antes (a excepción, claro está, de Steve Coleman) y pueden invitar a una mayor contención que, sin embargo, no es tal en la endiablada versión de Epistrophy (Monk más Kenny Clarke) en la que Iyer juega a mostrar el tema de forma fragmentaria a modo de señuelo mientras se marca un tremendo sprint de notas sobre una mano izquierda obsesiva. Más apegadas a una aparente ortodoxia son las versiones de las ellingtonianas Black & Tan Fantasy (el trompetista 'Bubber' Miley como coautor) y Fleurette africaine (que grabara junto a Max Roach y Charles Mingus en el Money Jungle de 1962) en las que, sin dejar de juguetear con las armonías, preserva la rítmica y atmósfera originales. Se puede reinterpretar hoy desde un cierto "clasicismo" sin caer en los excesos del revisionismo al pie de la letra. Lo mismo sucede con el standard de Jimmy Van Heusen y Eddie Delange Darn that dream o incluso con el Games de Steve Coleman (audible en el Triplicate que Dave Holland publicó en 1988 junto al saxofonista y a Jack DeJohnette). La elegancia del primero se respeta al igual que la melodía más plana y el swingueo más mecánico del segundo.
Los temas con firma de Vijay Iyer (concentrados en el bloque central del disco, a excepción del guiño de cierre a Sun Ra con el One for Blount) conforman su propio universo, un aparte con la mirada puesta en otros tipos de "clasicismo": como el del Free Jazz; en figuras como la del "percusionista" Cecil Taylor que asoma en la tormenta in crescendo de Autoscopy; un torrente de notas entremezcladas y golpeadas que, cuando se remansa, se convierte al minimalismo con la reiteración obsesiva de arpegios sobre los que se va dibujando una melodía. La tensión amenaza con volver pero la intensificación rítmica y sonora de los arpegios no acaba en quiebra y declina. Vuelve la calma inquietante y oscura que anunciaba el preludio Heartbeat y que continúa en Patterns hasta que recurre de nuevo a los arpegios para establecer una compleja estructura rítmica - de esas que tanto gustan al pianista - con bloques de compulsiva insistencia entre los que se intercalan improvisaciones sobre el sustrato rítmico más básico del tema (en todo caso, ritmos compuestos). En una mayor indefinición se mueve Desiring donde la atmósfera es más íntima pero en la que el cerrado y mínimo desarrollo armónico termina resultando pesado. Como traca final el explosivo One for Blount, contrapeso del inicial y más ligero Human nature (composición de Steve Porcaro y John Bettis para Michael Jackson que gana con el arreglo de Iyer... lo siento, ¡no puedo con Michael!).
Ante la imposibilidad de una "Autoscopia", siendo este un análisis de la "hexis" de otro (de Vijay Iyer en este caso), he de concluir que la disposición, la actitud, la energía del pianista son las máximas en todo aquello que emprende. Admirable resolución la suya como arreglista, compositor, intérprete e improvisador aunque una mayor administración de recursos iría en beneficio de todos. El minimalismo, no tanto como reiteración de patrones rítmicos y melódicos sino como selección de lo fundamental - en detrimento de los accesorios más abrumadores de la paleta virtuosa del artista -, redundaría en un mayor disfrute y goce de su música.
© Carlos Pérez Cruz
Publicado originalmente aquí.
6 comentarios:
Magnífica reseña, Carlos. Da gusto leerte. Saludos.
Gracias Cayetano... ¿has escuchado el disco? ¿Tienes opinión al respecto?
Sí, fue el primero que reseñé en mi blog, y me encanta.
Lo que más curiosidad tenía era por ver si iba a mantener esa tensión casi axfisiante que crea con su trío (al que vi este verano en Copenhague en un concierto estupendo) en el solo.
Como tu dices, hay muchos paralelismos con el anterior, parece como si hubiera querido apoyarse mucho en los solos de sus pianistas favoritos: Monk, Hill, Allen (por ejemplo el Darn that dream estaba en el Verona rag de Hill), y es en los temas propios donde se atreve a arriesgar más.
Es verdad, ya lo había leído.
Es cierto que es más arriesgado en los temas propios y, sin embargo, me parece fascinante lo que consigue en las versiones de "Black & Tan Fantasy" y "Fleurette Africaine" en las que, sin grandes modificaciones (aparentes), consigue la atmósfera de las originales sin ser una mera recreación. Y me sigue pareciendo que con un poquito menos este músico daría mucho más.
Pues podría ser, pero ya sabes, hay algunos para los que menos es más, y otros que no pueden evitar ser un poco apabullantes.
El 'Black and tan fantasy' está visto a través de la versión de Monk ('Plays Duke Ellington'), es otra virtud de este disco, que para comparar te lleva a reescuchar algunos clásicos que son una gozada, porque anda que el 'Money jungle' no veas.
Me encantan las excusas que te llevan a recuperar discos perdidos en la discoteca o que ni siquiera conocías... y claro, escuchar ayer la versión de "Fleurette africaine" en "Money Jungle"... pues como que te pone los pelos como escarpias... o de como con cuatro detalles Mingus consigue crear una atmósfera incomparable...
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