El cielo como sinónimo de máxima espiritual, de logro místico con los pies en el suelo. Acudo a expresión tan manida porque es cierto que la música que vuelven a ofrecernos los señores del cuarteto vocal The Hilliard Ensemble y el saxofonista noruego Jan Garbarek produce tal paz interior que es probable que el exterior que nos rodea no se corresponda con lo escuchado, así que acudo mentalmente a ese cielo (profano) prometido. Diecisiete años después de reunirse para grabar el referencial "Officium" (y con un "Mnemosyne" de por medio) vuelven con "Officium Novum" y con repertorio del armenio Komitas Vardapet (1869 - 1935) como epicentro de un trabajo que, a su vez, tiene la firma de Garbarek, anónimos como el del siglo XVI recogido en el "Cancionero de palacio" español, una composición del estonio Arvo Pärt y otras a su vez relacionadas con la música ortodoxa.
No hay grandes novedades en el planteamiento estético del quinteto (cuatro voces y un saxo que es la quinta y díscola voz). Las voces hacen la lectura ortodoxa (la ortodoxia es redundante en varios casos) y el saxo de Garbarek revolotea por debajo y por encima, dibuja hermosos fraseos, se integra en la masa vocal hasta casi hacerse indistinguible y aprovecha la extraordinaria acústica del monasterio del St. Gerold austriaco que ya les acogiera en las dos ocasiones anteriores. Sin novedad porque no podría ser de otra manera; pocas veces una fórmula repetida tendrá tantos argumentos para ser defendida.
Quien guste puede escuchar parte de este "Officium Novum" en la edición 22 de septiembre de "Club de Jazz".
2 comentarios:
Antes de escribir esto he hecho una exploración en la sonoridad porque tampoco era cuestión de ponerse uno a hablar de lo que desconocía (que tampoco es algo tan raro, lo sé). Sí, la fórmula es la que es y no se puede innovar, pero ¿es necesario? Como dices, no. Es hermoso (y no utilizo mucho esta palabra). Gracias por darme a conocer estos discos. Ahora los daré a conocer yo.
Con dejar que tipos con sensibilidad se reúnan a hacer lo suyo suele ser suficiente. A veces nos obsesionamos (yo el primero) con que todo tiene que ser nuevo; descubridores de vías inexploradas. Y, sin embargo, cuando algo fluye con naturalidad funciona. Eso, claro, requiere gente con talento que, aunque se "repita", suene diferente.
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