Ahí tenemos a la pava, a punto de ser lanzada desde lo alto del campanario. Abajo, en la plaza, la gente del pueblo y personas venidas de fuera, esperan el momento para pelear por ser quien se haga con ella. Es una tradición centenaria y esta dice que quien se quede con la pava tendrá buena suerte. Es una superstición, un juego, la mayoría lo sabe, muchos fueron los que habiéndose quedado con la pava nunca tuvieron nada por lo que alegrarse. Pero toda superstición deja abierta la posibilidad y los del pueblo y personas venidas de fuera no quieren renunciar a ella. Imagínate que me la quedo yo y después nos toca la lotería, dice un hombre de unos cuarenta años nervioso por lo poco que falta para el ansiado vuelo. Ahí está la pava. Alguien la retiene hasta que el reloj del campanario de la iglesia del pueblo señale la hora exacta. Un detalle llama la atención. El encargado de hacerlo oculta el rostro. No es tradición, explican, sólo que desde hace años está prohibido el acto porque las autoridades la consideran maltrato animal. Así que la multa recae sobre el lanzador. En caso de no ser identificado es el ayuntamiento quien paga. Se solventa el inconveniente legal con una colecta vecinal. Ya ha llegado la hora. El lanzador no identificado lanza la pava al aire con tan mala suerte de que en vez de caer sobre la masa nerviosa de empujones y codazos se golpea contra el tejado del sagrado recinto y queda allí aturdida. Varios jóvenes de la localidad, conscientes de la situación, entran corriendo en la parroquia y ascienden veloces por la escalinata de la torre para ser los primeros en llegar arriba y quedarse la pava en propiedad. Una vez sobre el tejado, con evidente riesgo de caída al vacío, pelean entre ellos para quedarse con el preciado animal. Hasta que uno de ellos impone su fuerza en la lucha y se queda con la pava. Él es el afortunado, según la tradición, quien tendrá suerte en su vida a partir de ahora. Todo el acto lo ha presenciado en balcón presidencial el alcalde del pueblo. Por ley hubiera de haberlo impedido. Pero la ley no entiende de tradiciones y estas están por encima de la ley. A él le gusta y como entre todos sale a poco ya pagarán la multa.
2 comentarios:
por favor, dime que te has inventado la historia y que no es verdad... que brutalidad, pobre bicho.
Lo siento, no tengo tanta imaginación:
http://www.elpais.com/articulo/andalucia/salvajada/insumisa/elpepiespand/20090204elpand_3/Tes
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