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miércoles, febrero 11, 2009

Fábula sobre la crisis de mamá Industria Musical y familia

Disco llegó a ser muy famoso. Un tipo que permitía escuchar música en unas condiciones que su otrora popular hermano mayor Casete no podía ni soñar. Tan famoso se hizo que cada verano era la estrella de la televisión con esos anuncios de recopilatorios de lo mejor del Caribe, Ibiza y demás geografía del ocio estival. Sin embargo Disco fue perdiendo glamour en poco tiempo. Cada vez eran más las voces que le acusaban de elitista, de sólo dejarse ver de la mano de los más acaudalados y de no permitir que los menos pudientes disfrutaran de su compañía con mayor frecuencia. La crítica más común era que cobraba demasiado por sus servicios. Algo de razón había en esas voces que encontraban abusivo que Disco al desnudarse resultara tan barato y, sin embargo, vestido se encareciera tanto. Disco pedía de habitual unos veinte o veintitantos euros por su trabajo mientras que quienes le criticaban sólo estaban dispuestos a ofrecerle diez. El nacimiento de Internet facilitó que los críticos se unieran y organizaran un movimiento revolucionario. Ya no necesitaban a Disco, sólo querían lo que él ofrecía y eso Internet permitía obtenerlo a través de su hijo P2P al que convencieron de que trabajara para ellos sin cobrar. ¡Queremos un precio justo! gritaban. Los discos son muy caros, cuestan más de lo que valen, sentenciaban.

La madre de Disco y Casete, Industria Musical, convenció a sus vástagos de que podían complacer las demandas del movimiento revolucionario y ofrecer también sus servicios a través de la familia Internet por menos dinero. No le resultó fácil a mamá Industria Musical pedirle este sacrificio a Disco – Casete hacía mucho que pasaba de todo – ya que sabía que era un monopolista orgulloso pero trató de tranquilizarle: a partir de ahora sólo te irás con aquellos que te aprecian de veras. Disco aceptó y dejó que Industria Musical ofreciera los servicios que antaño eran de su competencia a otros hijos de Internet como Programa iTunes. La relación entre Disco y estos era complicada, les consideraba vulgares imitadores suyos. Eran presumidos, se pavoneaban de ofrecer mucho más y a menos precio pero Disco se reía de su vulgaridad y desnudez. Darían más, desde luego, pero su fondo de armario no se podía comparar. Qué poca clase, pensaba.

Industria Musical anunció la victoria de la revolución y proclamó la era de la música a un precio justo.¡Aquí tenéis lo que pedíais! Sin embargo algo extraño sucedió. Aunque la revolución había logrado sus objetivos se quedaron mirando a Industria Musical con cara de no conocerla de nada. ¿Quién dices que eres? ¿Qué me vendes? Lo siento, no me interesa. Industria Musical se quedó pasmada, no entendía nada. ¿No era aquello lo que tanto habían esperado y por lo que tanto habían luchado?

Industria Musical reunió a su familia para poder encontrar explicación a aquella difícil situación. El ambiente era de enorme incredulidad, impotencia y depresión ¿Qué querían ahora los revolucionarios? Nadie encontraba una respuesta hasta que Industria Musical se acordó de P2P, el ácrata y descarado hijo de Internet, que se había unido a la revolución dejando que le utilizaran sin cobrar por ello. Industria Musical llamó a Internet para que le explicara por qué, ahora que los precios se habían ajustado a las exigencias revolucionarias, P2P seguía ofreciéndose gratis. Internet le explicó que no hacía carrera con P2P y que siempre que le recriminaba por su comportamiento P2P le respondía: El mundo es injusto y yo soy su Robin Hood digital.

Mamá Industria Musical relató al resto de la familia la conversación que había mantenido con Internet. Todos se quedaron mudos hasta que alguien se levantó y dijo: Es cierto que el mundo no es justo, o no al menos su justicia no es ideal, y siempre habrá quien ofrezca a quien no tiene lo que éste no puede tener en un mundo así. Sin embargo, familia, nos encontramos ante un verdadero enigma. Este Robin Hood da lo que tiene a los pobres ¡¡pero también a los ricos!! y estos no hacen ascos a recibir una limosna que no les corresponde. No lo puedo entender. Sinceramente no lo puedo entender. Se hizo de nuevo el silencio. Nadie se atrevió a decir en alto una conclusión que a todos aterraba.

© Carlos Pérez Cruz

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