Al apagarse el sol el Foro se sumerge en la oscuridad. Es la hora en la que las calles, que podrían ser cualquiera a la luz del día, son Historia entre las sombras. Descansa la calzada de la pisada presurosa del turista de paso a mediodía y renueva el recuerdo de un día que fue otro, de una luz derramada por otros dioses, de leyendas que un día fueron ley convertidas hoy en guía de bolsillo para vagos de low cost.
El curioso, como el paciente astrónomo que pasa noches en vela, espera a que el Coliseo se ilumine para contemplar durante unas horas cómo togas y túnicas vuelven a la vida entre columnas mientras el Coliseo, cómplice monumental, atrae a las miradas digitales para permitir al pasado ser presente en las largas noches del invierno romano.
El curioso, como el paciente astrónomo que pasa noches en vela, espera a que el Coliseo se ilumine para contemplar durante unas horas cómo togas y túnicas vuelven a la vida entre columnas mientras el Coliseo, cómplice monumental, atrae a las miradas digitales para permitir al pasado ser presente en las largas noches del invierno romano.
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