Sahar Vardi (Jerusalén, 1990) forma parte activa de algunos de los escasos movimientos civiles que en Israel se oponen a la ocupación de los territorios palestinos. Vardi se negó a hacer el servicio militar obligatorio, motivo por el que ha sido encarcelada en su país. El miércoles 5 de diciembre ofreció en la librería 'La hormiga atómica' de Iruñea - Pamplona una conferencia bajo el título de Refusenik - El precio de la insumisión en Israel que puedes escuchar y leer íntegramente en este enlace.
Hay probablemente dos
factores fundamentales en la forma en la que
crecemos. Nos educan desde muy pequeños, por un
lado, en el miedo y, por el otro,
en la militarización.
Nos reunimos en torno a la mesa, con comida, se
canta y hay una canción que entonamos todos
unidos que se podría traducir algo así como:
en cada generación alguien intentó
exterminarnos. La semana siguiente se celebra el
día en memoria del Holocausto. La siguiente, el
Memorial por los soldados y la mañana siguiente
es el 'Día de la Independencia'. En muchos
sentidos ese es el concepto: siempre ha habido alguien
que ha tratado de asesinarnos - el Holocausto
es, obviamente, un buen ejemplo de eso -, y por
ello los soldados tienen que luchar y morir para
que puedas tener un país.
En el jardín de
infancia. A un lado, los números del uno
al diez y al otro, símbolos. Así que tienes tres
recuadros que tienes que relacionar con el número tres. Los símbolos
son aviones, tanques, el símbolo de la fuerza de
defensa del ejército israelí. Y eso tan sólo
para aprender a contar. Hay símbolos militares
en todas partes, toda tu vida rodeado por ellos.
... un militar de dieciocho años
regresa a casa para el fin de semana y lleva su
arma consigo. El fin de semana sale a beber, a
pasárselo bien con los amigos y muchos de ellos
llevan las armas consigo. Así que es algo que te
acostumbras a ver.
Y el colegio que habíamos pintado
quedaba al otro lado de la valla, así que los críos tenían que pasar
todos los días por un checkpoint para
llegar al colegio. Y esa era una realidad que yo
no podía entender. Quiero decir… mi vida
continuaba siendo básicamente la misma, como si
fuera de hecho cualquier ciudad europea. Para mí
la idea de la ocupación es también la de las
historias horribles que escuchas sobre gran
violencia aquí y allá pero, sobre todo, para mí
es la de la vida cotidiana. Cuando, literalmente,
te levantas cada mañana y tienes que pasar por
un soldado y enseñar tu carnet de identidad para
poder llegar al colegio.
Y los soldados
empezaban rápidamente a disparar gas
lacrimógeno… Para mí eso resultaba una situación
muy extraña porque crecí sabiendo que los
soldados estaban para defenderme, que ese era su
propósito y que los palestinos eran, obviamente,
mi enemigo. Y entonces llegas a esta protesta y
los soldados te disparan y son los palestinos
los que te dan cebollas para protegerte del gas
lacrimógeno y se entra en una dinámica en la que
no sabes quiénes somos nosotros, quiénes ellos y
quién está contra quién.
Yo pasé unos dos meses en
una prisión militar y otros tres en detención.
Fui liberada oficialmente por mi enfermedad
mental, así que también estoy oficialmente loca.
... todos los primeros ministros
pasaron por el ejército aunque no fueran
generales. Cuando permites que antiguos
militares dirijan un Estado, cuando resuelven
cualquier problema lo resuelven como soldados,
lo resuelven mediante acciones militares porque
es lo que ellos conocen.
... cuando Estados Unidos quiere
construir la valla entre ellos y México para
prevenir la inmigración, cogen la tecnología de
la valla que está comprobado que funciona en
Cisjordania. Cuando Francia quiere comprar
nuevos
drones para enviar a Afganistán, compra los
que Israel probó que funcionaron en los ataques
a Gaza de 2009. Y aquí es donde puedo dirigirme
a vosotros, porque esta economía militar es algo
verdaderamente global. La ocupación es
únicamente sostenible gracias a todos estos
gobiernos que siguen diciendo que están contra
ella y a la vez la están subvencionando y
comprando sus productos.
La reacción
de la Autoridad Palestina no es menos violenta
que la israelí. Arrestan a lo loco, golpean…
bueno, también hemos oído que en Madrid utilizan
pelotas de goma contra los manifestantes. Quiero
decir que la Autoridad Palestina actúa como
cualquier otro Estado cuando su juventud trata
de levantarse de forma crítica. Así que quizá
merezcan ser un Estado, han probado que pueden
hacerlo.
No tengo aquí
mi carnet de identidad pero el Ministerio del
Interior tiene tres clasificaciones. La primera
es tu pasaporte, tu ciudadanía, que es israelí.
La segunda es la nacionalidad, que no es israelí.
Es judía o árabe o drusa, que son los grupos
principales. El tercero es la religión. Y de
nuevo, la religión puede ser judía, cristiana,
musulmana, budista… la que sea. En lo que
concierne al gobierno de Israel estas son cosas
separadas. Así que cuando preguntas por otros
Estados musulmanes, Israel no se ve igual que
ellos porque lo que ellos ven como judaísmo es
la nacionalidad y no la religión. Así que en lo
que se refiere a la división que hace Israel, el
Estado no es un Estado religioso, es un Estado
Nacional Judío.
Hay un dicho que dice que un
pesimista es el que piensa que las cosas pueden
empeorar y un optimista es una persona que cree
que, ¡sí, pueden empeorar! Así que creo que ese
es el punto en el que nos encontramos.
Las películas
son muy críticas. Nuestro Ministro de
Exteriores, Lieberman, que podría formar parte
de nuevo del próximo gobierno, ha sugerido un
contrato específico para directores de cine que
deberían firmar un acuerdo de lealtad con el
Estado. Y eso es porque sí, el cine es muy
crítico.
Oficialmente el 35% del presupuesto palestino es
para la policía; es superior al de Israel que ya
es lo suficientemente alto. Y todo ese es dinero
estadounidense, en ambos casos. Dónde ponen
el dinero todos estos políticos tiene poco que
ver con la población palestina y sí con los
intereses de Estados Unidos o con los intereses
de la industria armamentística. Esa es otra
perspectiva más allá de la corrupción, que es
muy obvia en la Autoridad Palestina. Casi ni
siquiera tratan de ocultarla.
En 2009 o 2010, Hillary
Clinton estuvo en Israel y dijo que debían
detener las demoliciones en Jerusalén Este y
mientras permaneció en el país hubo
demoliciones. Se lo tomó como algo personal y
aparentemente abroncó a las personas adecuadas.
Desde entonces hasta hoy, de las cien casas que
se solían demoler al año, se pasó en Jerusalén a
quizá un par de docenas, incluso no tantas.
Hay un sitio web que se
llama ‘Who profits?” que tiene un mapa con todas
las organizaciones y corporaciones
que sacan beneficio de la ocupación
israelí. Debería ser lo
suficientemente aproximado para ver qué
corporaciones internacionales están implicadas
aquí y allí y así poder afectar a vuestra
decisión de dónde poner vuestro dinero o en qué
dirección presionar a vuestro gobierno sobre
dónde pone vuestro dinero. Estas son cosas que,
al final, realmente tienen influencia sobre el
terreno.
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