Desde mi posición sobre el escenario era imposible no verla. Situada en uno de los palcos del teatro su posición entraba como un chorro de obsceno realismo social en mi campo visual cada vez que levantaba la mirada para ver los gestos del director. Y de tanto mirar (soy de los que incluso echa un ojo al director para ver cómo quiere llevar la música) sus gestos se impusieron a los de la batuta, de modo que todavía no sé cómo logré llegar al último compás junto con mis compañeros. En este país se fusila poco, dice un buen amigo mío.
¡Y qué razón tiene! Durante la primera parte de la actuación lo comentó todo, TODO, absolutamente TODO. TODO es TODO. ¿Qué? No lo sé. TODO. Y, de pronto... ay de pronto... ¡de pronto respondió una llamada de teléfono móvil! ¡¡¡Por todos los celulares del mundo!!! ¡Qué alguien se lleve de aquí a este incordio con forma de mujer! Pero, ¿será consciente de que ahí abajo hay un concierto? ¿Consciente? ¡Vamos que sí es consciente que ahora es ella la que marca un número en el teléfono para hacerle escuchar a su interlocutor el concierto! Escucha dónde estoy, parecía decir. ¡Mira qué guay!
Cuánto daño ha hecho la cultura audiviosual a este país. La cultura (¿es cultura la palabra?) de la interactividad, los SMS en pantalla, el chateo mientras se le supone a uno siguiendo una serie, un programa cualquiera. Opina, opina, opina, dí lo que piensas, no te cortes, por el módico precio de nosecuantos euros más IVA. ¡¡Ahmadineyad!! Si necesitas un lugar en el que probar tus armas nucleares... ¡empieza por ese palco!
Y puedes seguir por alguna emisora que yo me sé en la que, al pinchar esa joya titulada Pequeño vals vienés con voz de Enrique Morente, música de Leonard Cohen y letra de Federico García Lorca, la presentadora exclamó: ¡Pero si parece una broma! ¡¡Parece el Príncipe Gitano ese!!
¿Se fusila poco o no?
¡Y qué razón tiene! Durante la primera parte de la actuación lo comentó todo, TODO, absolutamente TODO. TODO es TODO. ¿Qué? No lo sé. TODO. Y, de pronto... ay de pronto... ¡de pronto respondió una llamada de teléfono móvil! ¡¡¡Por todos los celulares del mundo!!! ¡Qué alguien se lleve de aquí a este incordio con forma de mujer! Pero, ¿será consciente de que ahí abajo hay un concierto? ¿Consciente? ¡Vamos que sí es consciente que ahora es ella la que marca un número en el teléfono para hacerle escuchar a su interlocutor el concierto! Escucha dónde estoy, parecía decir. ¡Mira qué guay!
Cuánto daño ha hecho la cultura audiviosual a este país. La cultura (¿es cultura la palabra?) de la interactividad, los SMS en pantalla, el chateo mientras se le supone a uno siguiendo una serie, un programa cualquiera. Opina, opina, opina, dí lo que piensas, no te cortes, por el módico precio de nosecuantos euros más IVA. ¡¡Ahmadineyad!! Si necesitas un lugar en el que probar tus armas nucleares... ¡empieza por ese palco!
Y puedes seguir por alguna emisora que yo me sé en la que, al pinchar esa joya titulada Pequeño vals vienés con voz de Enrique Morente, música de Leonard Cohen y letra de Federico García Lorca, la presentadora exclamó: ¡Pero si parece una broma! ¡¡Parece el Príncipe Gitano ese!!
¿Se fusila poco o no?
2 comentarios:
¿poco?. poquisimo. mucho rollo y no dices si al menos la tia estaba buenísima y eso tambien te distraia. y es que lo dicho. ¡se fusila, poco y mal!
No, la tía no estaba buenísima, era rollo cardo funcionarial... Y sí, suscribo la máxima.
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