Desde el día cinco de julio y hasta el catorce (final de las Fiestas de San Fermín), está prevista la muerte agónica de sesenta toros (y novillos) en la Plaza de ídem de Iruñea - Pamplona ante el regodeo cómplice de miles de espectadores (muchos de los cuales justificarán su presencia asegurando que sólo van para merendar... que ya hay que tener estómago). Previamente a su muerte en la plaza, entre el siete y el catorce de julio, cuarenta y ocho toros (además de los llamados cabestros) recorrerán las calles de la ciudad en lo que llaman "Encierro" y del que Pamplona vive turísticamente trescientos sesenta y cinco días al año, lo que restando los nueve días de San Fermín, nos deja una friolera de trescientos cincuenta y seis días al año en los que aquí no sucede nada con un mínimo de interés (cifras que no válidas para años bisiestos). Y eso, claro, si consideramos que ver a unos toros correr sobre el asfalto de una ciudad entre miles de personas tiene verdadero interés y no es motivo para la depresión de un lugareño además de motivo para la desconfianza en la inteligencia del ser humano.
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