Francesca Borri durante la entrevista (Foto: Juan Pelegrín) |
La italiana Francesca Borri (1980) afirma que dejó su carrera como
jurista especializada en derechos humanos y relaciones internacionales
cuando se dio cuenta de que lo que escribía molestaba más a los
poderosos que lo que lograba con su profesión. Había publicado dos
libros sobre Kosovo e Israel/Palestina. Hace año y medio entró en Siria
para contar la guerra. En ella recibió un disparo en la rodilla y
padeció fiebre tifoidea (la ausencia de transparencia en el agua de las
botellas que nos muestra en una fotografía da una idea del porqué). Las
miserables condiciones como periodista freelance o el hecho de ser una mujer en la guerra le llevaron a escribir un intenso y emocional artículo que agitó las aguas del periodismo internacional con encendidos debates en la red. El británico ‘The Guardian’ le invitó recientemente a responder a
las muy diversas reacciones que su texto había suscitado. Asegura que
en Italia una revista propiedad de Berlusconi le ofreció 15.000 € por
posar desnuda con su casco de guerra. Por escribir sobre la guerra
dentro de ella, apenas le ofrecen poco más de 50 por artículo. Nos
recibe en Ramallah (Palestina). En septiembre promete volver a la
guerra.
Texto: CARLOS PÉREZ CRUZ / Fotografías: JUAN PELEGRÍN
¿Cómo te sientes después de haber escrito el artículo sobre qué significa ser periodista freelance en estos tiempos?
Exactamente igual (risas). Tratando de organizar mi próximo viaje a
Siria exactamente en las mismas condiciones. Nada ha cambiado, así que
iremos allí solos y cuando salgamos, como de costumbre, alguien comprará
nuestro trabajo. Mientras estás dentro, es tu responsabilidad y estás
completamente sola. Esa es la vida de un freelance hoy.
Imagino que escribir un artículo así puede ser un alivio, pero no
sé si el siguiente sentimiento es, de alguna manera, la frustración.
Esperaba que hubiera reacciones de otros freelance. Y las
reacciones llegaron, especialmente desde España. En Italia nadie dijo
nada. Aunque al fin y al cabo soy consciente de que no se puede exigir a
los freelance, que son el eslabón débil. Lo que debería es
exigir a esos redactores jefe y directores que se solidarizan a través
de Twitter desde todas partes del mundo. Podrían cambiar las cosas en
vez de pasar su tiempo frente a Facebook o Twitter.
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