No, no es la foto de Rihanna (¿quién coño es
Rihanna?) metiéndose en la boca su dedo corazón la que ha hecho que me gastara
3€ en el número de marzo de la revista 'Rolling Stone'. No sé si la imagen de
Rihanna nos tiene que poner cachondos, si su gesto es la hostia de transgresor
(molaba mucho más la mítica imagen de Johnny Cash... con el tiempo cantaría
aquello de Hurt y se confesaría) o si posa para lucir melena (y peluco)
en un especial equiparable al de cualquier dominical lleno de páginas de pose casual
(espera, que me parto) mientras lucen palmito con los trapos de no sé qué
diseñador. Me da igual. A mí lo que me lleva a rebuscar unas monedas es el
temible recuadro que aparece a su derecha en la portada (ése sí que impone, y
no la presunta agresividad de la tal Rihanna) donde nos anuncian un....
¡Especial Jazz! Y tres epígrafes: "Las biografías más salvajes",
"25 discos esenciales" e "Iconos & Clubes". Da miedo,
lo sé. Por eso la primera vez que lo vi, no lo compré. Pero hoy, no lo he
podido resistir. Conocer qué se escribe en este país sobre jazz es un deporte malsano
que practico hasta donde mi cerebro lo soporta.
Justo la semana en que publico en 'Cuadernos de
Jazz' mi texto titulado Jazz embalsamado, la revista del grupo Prisa me
ofrece un ejemplo práctico más de la taxidermia jazzística que se practica en
España. Imagino que al lector de la revista le interesará mucho saber por qué
Rihanna amaga con tragarse ahora su dedo corazón y me imagino que le
importará menos cuando pasen, qué se yo, sesenta años. Sin embargo, con el jazz
no existe el ahora, y los dedos corazón de los que se habla
permanentemente se elevaron hace ya tanto que hasta los bichitos que se los
devoraron en la tumba han sido devorados a su vez por otros que también fueron
devorados por otros bichitos y así hasta el presente. Sí, las "vidas
turbulentas" de las que nos quiere hablar 'Rolling Stone' son las de Miles
y las drogas, las de Charlie Parker y las drogas, las de Bill Evans y las
drogas, las de la mala vida, abusos, prostitución (y las drogas) de Billie
Holiday, etcétera. 'Rolling Stone' dedica su especial jazzístico (en este ahora
del año 2013) a describir ese cóctel de miserias y degradación con los que
nadie, por supuesto, asociaba al jazz.
Por lo visto -yo desde luego no lo sabía-, muchos
de los grandes padres del jazz moderno padecieron el azote de la adicción y la
mala vida. Ya lo dice Iker Seisdedos (autor del texto): "Hubo un tiempo en
que la de jazzman era una profesión de alto riesgo". No como ahora en que,
como se sabe, "los ves sobre el escenario de un velódromo con sus anchas
camisas de seda o tras el concierto, compartiendo consejos de gourmet de clase
media". Lo que no sabemos es si, como los actores en la Gala de los Goya,
usan sedas prestadas o si cuando comparten "consejos de gourmet"
simplemente están diciendo que tienen hambre. (Por cierto, la revista incorpora
un especial moda - ¡no me lo puedo de creer! - en que explica "Cómo
ser un 'cool cat'" y vestir al "Estilo Bill Evans", "Estilo
John Coltrane", "Estilo Miles Davis", "Estilo Chet
Baker" y "Estilo Thelonious Monk". Imagino que en ese
"bolso de piel EMPORIO ARMANI" del modelo monkiano se podrá esconder
convenientemente la heroína). Finaliza Seisdedos su artículo: "Será lo
mejor. Dejarse (falta el "de") historias y escuchar esta música
excepcional que alguien bautizó como jazz". Se intuye el hastío del autor,
quizá "obligado" por las circunstancias a contribuir al
embalsamamiento del jazz en España.
No acaba aquí la cosa. César Luquero añade
interés al especial con "Los 10 mandamientos", título de las páginas
que recogen a "esta decena de genios (que) forman el sagrado panteón que
elevó el jazz, en sus distintas manifestaciones, a la categoría de culto en el
siglo XX". Bien, le honra avisarnos de que las puertas del XXI ni las
abren y así nos quedamos con las extremadamente breves semblanzas de Miles
Davis, Billie Holiday, Louis Armstrong, Chet Baker, Bill Evans, John Coltrane,
Charlie Parker, Thelonious Monk, Duke Ellington y Dizzy Gillespie (¡Coño! ¿Y
Wynton? Bueno, él aprobaría este listado, aunque frunciría el ceño con el
camino final de Coltrane). Y, no se vayan todavía porque, ¡aún hay más! El
propio Luquero coordina las páginas de "Las edades del jazz". Una
breve cronología de esta música dividida en los siguientes tramos temporales:
1890-1920, años 20 y 30, años 40, años 50, años 60, años 70 y............ ¡el
jazz contemporáneo! Ni la santísima trinidad formada por Ken Burns, Stanley
Crouch y Wynton Marsalis lo hubiera hecho mejor, sobre todo cuando Luquero da
ese salto temporal de los 70 al "jazz contemporáneo" para decirnos
que "fallecen la mayoría de los clásicos y el género se domestica hasta la
náusea: Kenny G". ¡Rediós! Pero, ¿qué se ha fumado este hombre? ¿Habrá
seguido el método "Un Gramo Por Semana Nada Más" de heroína del que
hablaba Iker Seisdedos en su texto? ¿Qué le ha hecho el "jazz
contemporáneo" a Luquero para restregarnos a Kenny G como quien no quiere
la cosa? Menos mal que selecciona tres discos de "jazz contemporáneo"
para desfogar su calentón (y aplacar el nuestro): Naked City, del grupo homónimo de John
Zorn; Prog, de
The Bad Plus y The entertainer,
de Brad Mehldau. Disco este último que, de tan bueno que es, ni siquiera
existe.
¡Ah! Que sí, que no se olvidan del jazz en
España. "El jazz en España, por Jorge Pardo", titulan un recuadro en
el que nos ponen al día de lo que pasa aquí a partir de algunas memorias y
opiniones del saxofonista y flautista madrileño. Bueno, en realidad habla de La
leyenda del tiempo de Camarón, de Paco de Lucía, de su primer sueldo con
Hilario Camacho o de Dolores, la "banda de música española basada en el
jazz, el rock y el flamenco". Es decir, si quieres saber sobre "El
jazz en España", este es claramente tu artículo.
Un par de vueltas de
página más adelante, Yahvé M. de la Cavada sitúa sobre un mapa de Estados
Unidos, Europa y Japón (¿por qué este mapa tan arbitrario? ¿Por qué no figura
la cada día más activa América Latina?) algunos clubes de jazz, tiendas y
festivales/conciertos. Incluir en él locales como el 23 Robadors, de Barcelona,
le honra (allí, por ejemplo, se baquetean los Duot. No busquen sobre ellos en
toda la revista, claro). Citar que en el Blues Alley de Washington "Wynton
Marsalis grabó su mejor disco en directo", convierte a Yahvé en un
(probablemente involuntario) fino humorista. Al embalsamador del jazz, el
reconocimiento por su pasado.
Y el corazón de Rihanna ya no es el único que se
eleva sobre sus hermanos.
© Carlos Pérez Cruz
13 comentarios:
Lo del jazz contemporáneo es una cruz. Dan ganas de escribir una historia del jazz desde sus orígenes, es decir, desde Roscoe Mitchell y como diría Matthew Shipp a los clásicos que les den.
¿No deberían dejarles descansar en paz? Aunque bueno, ¿a que tú no sabías esto del jazz y las drogas? Vamos Cayetano, ¡confiesa!
Excelente artículo, Carlos.
Felicidades por seguir en la lucha y romper lanzas a favor del jazz de hoy.
Gracias Marcel·lí. Leer esto hoy ha sido una indigestión. Seguiremos intentándolo.
Muy bien dicho, señor Pérez. Pero la próxima vez fíese de su instinto y no compre semejante basura. Usted se lo buscó, jejeje. Saludos
lees cada cosa.....!!!!!! animalico!
menos mal que cayetano aun tiene la cabeza sobre los hombros
Jeje... No puedo opinar nada serio luego de haber leído el nombre de Kenny G.
Arturo, si siguiera mi instinto viviría en un mundo tan bello y saludable que sería un asco.
Jesús, yo me encargo de los pies. Ya estáis Cayetano y tú para cuidarme la cabeza.
Gustavo, yo creo que debe de ser una errata. Seguro que quería hablar de 'The Real Kenny G'... O sea, Kenny Garrett.
Y algunos escriben sobre jazz.......¡en el EL PAÍS!
Y algunos escriben sobre jazz.......¡en el EL PAÍS!
no os metais con el "tontolculo" del kenny g, vale que como musico de jazz, ni jazz ni pojazz (guiño al jazz patrio de ocq, que solo los corazones mongolicos...- guiño a ceesepe, y esto podria entrar en un loop-) pero inspiró a la versión jazzymacarra y yanky de los toreros muertos con los kenny g death.
y de momento... hasta aqui puedo escribir
¡pais! :-)
Es Rolling Stone. Puro espectáculo para mentecatos. La cultura como negocio para pijos con pretensiones. Que Yahvé M. de la Cavada, Iker Seisdedos, César Luquero, participen de semejante basura no es de extrañar. De acuerdo que hay que comer, ¿a cualquier precio?
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