Enric González con su libro de 'Memorias Líquidas' (Bilbao, 8/02/2013)
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El periodista Enric González (Barcelona, 1959) concedió una entrevista a
Club de Jazz con motivo de nuestro duodécimo cumpleaños. Enric
ha sido corresponsal de 'El País' en Londes, París, Nueva York,
Washington, Roma y Jerusalén. En la actualidad es colaborador de 'El
Mundo'. Acaba de publicar sus 'Memorias Líquidas' (Jot Down).
Lo que puedes leer a continuación es la transcripción de algunas de sus respuestas a una entrevista que puedes escuchar íntegra aquí:
Lo que puedes leer a continuación es la transcripción de algunas de sus respuestas a una entrevista que puedes escuchar íntegra aquí:
Pensé que (con ‘Memorias Líquidas’) podía hacer
un librito, una especie de
mémoire
sobre recuerdos más o menos etílicos. Era
algo más mucho más divertido y, si quieres,
frívolo de lo que ha salido al final. Pero
cuando estaba empezando surgió la cuestión de
los despidos en ‘El País’ y me no me apeteció
nada escribir algo chispeante y al margen de la
realidad.
'El País’ ha sido el mejor periódico en España y yo creo que sigue siéndolo, en general. No digo que sea el más periódico. Yo creo que algunas de las características esenciales de un diario ha ido perdiéndolas pero, como artefacto informativo, sigue siendo un buen artefacto. Pero, va pareciéndose a todo el mundo. Está en la batalla como todo el mundo y eso a veces resulta decepcionante.
Intentemos buscar no la verdad, que suele escribirse con mayúsculas y es terreno de la filosofía, pero al menos lo que sea real. Tiene tal cantidad de elementos propagandísticos la información cotidiana que se hace sospechosa y obviamente la gente se da cuenta.
Los que van a los lugares más peligrosos, a las guerras, van como no habría que ir. Van como freelance, cosa que es perfectamente legítima y muy interesante pero sin la cobertura necesaria de seguros, logística y demás. Se juegan la vida más que nunca.
El resultado (de la falta de corresponsales) es una información internacional que procede no de la realidad sino de una serie de filtros. Si informas de una guerra (como la de Mali) a partir de lo que te cuentan los generales en el cuartel general en París… vamos mal. Ellos ya han filtrado lo que les conviene, presentan una versión que les favorece y tú no tienes elementos como para contrastar.
Portada de 'El País' con la falsa foto de Hugo Chávez
¿Por
qué vas a pagar todo ese dinero por una foto (la
de Chávez) que no aporta absolutamente nada? A
todo el mundo cuando lo operan lo intuban, no
significa nada. Lo pagas por eso y en cambio no
estás dispuesto a pagar eso para que alguien
vaya a tal sitio donde ocurre algo y haga unas
fotos o haga unos textos que te trasladen de
forma realmente fehaciente lo que está pasando
allí. Nos interesa mucho más el aspecto
comercial, propagandístico e ideológico de
posición preconcebida que asomarnos a la
realidad y ver qué pasa.
La inmediatez que se combina con esta devaluación del oficio mata la perspectiva. Al final acabas teniendo un tipo en una habitación de hotel, en cualquier sitio donde tenga comunicaciones, atendiendo a los que llaman desde casa -diversos medios- y funcionando sin parar, pero sin tiempo para mirar y reflexionar.
Ése ha sido uno de los problemas fundamentales de ‘El País’, esta ósmosis tan peligrosa entre el interés informativo y el interés empresarial. A medida que creció el grupo Prisa y tuvo un interés creciente en Latinoamérica, de tipos muy diversos -desde libros de texto, a televisiones, a concesiones determinadas-, se empezó a cortejar a ciertos gobiernos; porque los gobiernos son los que facilitan concesiones o contratos de libros de texto, etcétera. Se mezcló la información con la negociación empresarial.
Televisión Española es casi permanentemente sonrojante. (…) Ana Blanco es una profesional impecable en el sentido de que lee con la misma convicción una cosa que otra. Es su estilo y realmente yo valor a este tipo de profesionales. El problema es que aquí el bandazo ha sido muy gordo.
Después del incidente de la foto (de Chávez) es lógico que el lector tenga dudas (sobre los papeles de Bárcenas). ¿Esta sí? ¿Esta va de veras? Yo a estas alturas sigo sin saber y esto es muy alarmante, esta especie de italianización de la situación en la que todo son sucesivos trampantojos y sombras chinescas. ¿Qué es de verdad aquí? ¿Son ciertos estos papeles? ¿Son auténticos pero han sido fabricados para determinada maniobra político-jurídica? ¿Son decididamente falsos? ¿Está todo el mundo mintiendo? (…) ¿Todo es falso menos un poquito? Pero, ese poquito que no es falso, ¿qué es? Es una situación muy confusa y es muy alarmante que se haya llegado aquí. Ya no sabemos qué es verdad o no. En estas situaciones es muy útil tener medios de información creíbles.
Generalmente lo llamamos ideología pero son prejuicios.
La inmediatez que se combina con esta devaluación del oficio mata la perspectiva. Al final acabas teniendo un tipo en una habitación de hotel, en cualquier sitio donde tenga comunicaciones, atendiendo a los que llaman desde casa -diversos medios- y funcionando sin parar, pero sin tiempo para mirar y reflexionar.
Ése ha sido uno de los problemas fundamentales de ‘El País’, esta ósmosis tan peligrosa entre el interés informativo y el interés empresarial. A medida que creció el grupo Prisa y tuvo un interés creciente en Latinoamérica, de tipos muy diversos -desde libros de texto, a televisiones, a concesiones determinadas-, se empezó a cortejar a ciertos gobiernos; porque los gobiernos son los que facilitan concesiones o contratos de libros de texto, etcétera. Se mezcló la información con la negociación empresarial.
Televisión Española es casi permanentemente sonrojante. (…) Ana Blanco es una profesional impecable en el sentido de que lee con la misma convicción una cosa que otra. Es su estilo y realmente yo valor a este tipo de profesionales. El problema es que aquí el bandazo ha sido muy gordo.
Después del incidente de la foto (de Chávez) es lógico que el lector tenga dudas (sobre los papeles de Bárcenas). ¿Esta sí? ¿Esta va de veras? Yo a estas alturas sigo sin saber y esto es muy alarmante, esta especie de italianización de la situación en la que todo son sucesivos trampantojos y sombras chinescas. ¿Qué es de verdad aquí? ¿Son ciertos estos papeles? ¿Son auténticos pero han sido fabricados para determinada maniobra político-jurídica? ¿Son decididamente falsos? ¿Está todo el mundo mintiendo? (…) ¿Todo es falso menos un poquito? Pero, ese poquito que no es falso, ¿qué es? Es una situación muy confusa y es muy alarmante que se haya llegado aquí. Ya no sabemos qué es verdad o no. En estas situaciones es muy útil tener medios de información creíbles.
Generalmente lo llamamos ideología pero son prejuicios.
Detalle de la portada de 'El País' del jueves 31 de enero de 2013
Es verdad que el periodismo de
investigación siempre ha dependido del despecho,
de las ansias de venganza. Esto es
básico, si hay alguien que está dispuesto a
contar la verdad pues tiene sus motivos. Siempre.
En el mítico caso Watergate, investigación hay
poca, lo que hay es comprobación. (…) Hemos
abandonado la práctica de buscar por debajo de
las cosas. Aparecen las pistas que te llevan
entonces a buscar al personaje despechado, al
eslabón débil de la cadena (y no esperar a que
él venga), porque cuando él viene ya lo ha
organizado todo con sus abogados, ya te ha
preparado cebo, ya está preparado. Hay que
anticiparse a eso.
Los directores (de periódicos) están continuamente en contacto con sus empresarios y los empresarios están en continuo contacto con los poderes económicos que forman parte de los poderes políticos. Hoy en día los medios de información y los partidos compartimos algo muy esencial y es que debemos la camisa a los bancos. (…) Continuamente, por encima de lo que vemos, hay llamadas, mensajes y acuerdos de los que no conocemos nada.
De momento no ha sido desmentido esto (que publica la revista ‘Mongolia’ sobre el cobro de dinero del director de ‘La Vanguardia’ por parte del PP en su etapa como periodista de ‘El País’). Quienes han tenido la fortuna de leer los divertidísimos informes policiales sobre ‘La Vanguardia’ y su director y demás, habrán comprobado que ese pasaje de los sobres que presuntamente pagaba Jorge Fernández Díaz, por unas cantidades cercanas a las 150.000 pesetas a José Antich cuando estaba en ‘El País’, sólo son un detallito dentro de lo que hay. Es muy sintomático que cuando un tribunal condenó a Unió por corrupción comprobada y Unió asumió que había estado utilizando de forma torticera fondos dedicados a combatir el paro para pagar sus cosillas internas, ‘La Vanguardia’ no publicó nada en portada y escondió el asunto por dentro. Ahí le ves el latón al medio.
Los directores (de periódicos) están continuamente en contacto con sus empresarios y los empresarios están en continuo contacto con los poderes económicos que forman parte de los poderes políticos. Hoy en día los medios de información y los partidos compartimos algo muy esencial y es que debemos la camisa a los bancos. (…) Continuamente, por encima de lo que vemos, hay llamadas, mensajes y acuerdos de los que no conocemos nada.
De momento no ha sido desmentido esto (que publica la revista ‘Mongolia’ sobre el cobro de dinero del director de ‘La Vanguardia’ por parte del PP en su etapa como periodista de ‘El País’). Quienes han tenido la fortuna de leer los divertidísimos informes policiales sobre ‘La Vanguardia’ y su director y demás, habrán comprobado que ese pasaje de los sobres que presuntamente pagaba Jorge Fernández Díaz, por unas cantidades cercanas a las 150.000 pesetas a José Antich cuando estaba en ‘El País’, sólo son un detallito dentro de lo que hay. Es muy sintomático que cuando un tribunal condenó a Unió por corrupción comprobada y Unió asumió que había estado utilizando de forma torticera fondos dedicados a combatir el paro para pagar sus cosillas internas, ‘La Vanguardia’ no publicó nada en portada y escondió el asunto por dentro. Ahí le ves el latón al medio.
Muro israelí en Belén
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La
sociedad israelí, el Estado israelí, arrastra
desde hace muchas décadas un problema
intolerable que es la ocupación de los
Territorios Palestinos, lo mires por donde lo
mires. (…) Y si vas a Hebrón se te caen al suelo
unos cuantos mitos. Y eso le pasó a Vargas
Llosa, que es un hombre que creía y cree en la
existencia de Israel y en su derecho a vivir en
paz pero, se hace difícil pensar que pueda haber
paz mientras haya una población tan oprimida y
tan humillada como los palestinos en los
Territorios Ocupados.
En el caso de Sudáfrica, a la comunidad internacional, a muchísimos países y muchísimos millones de ciudadanos les pareció legítimo imponer un boicoteo porque allí existía una situación inaceptable. A nadie se le ocurrió pensar que se discutiera el derecho de Sudáfrica a la existencia, simplemente se decía a los sudafricanos que si no cambiaban no podrían participar como socios de pleno derecho en el diálogo internacional. ¿Por qué no pensar lo mismo de Israel? (...) Lo que no puede ser es mantener bajo ocupación a una población que no es pequeña, que son varios millones de personas, en unas condiciones absolutamente intolerables. (…) Ellos (los israelíes), no quieren saber. Y el no querer saber propicia cosas bastante horribles. Los alemanes no querían saber que existían campos de exterminio a cien metros de su casa y los franceses no querían saber si Vichy estaba de acuerdo con los nazis para deportar. Cuando no quieres saber, mal asunto. Alguien debería decirles que esto no puede ser, no es como lo ven ellos.
En el caso de Sudáfrica, a la comunidad internacional, a muchísimos países y muchísimos millones de ciudadanos les pareció legítimo imponer un boicoteo porque allí existía una situación inaceptable. A nadie se le ocurrió pensar que se discutiera el derecho de Sudáfrica a la existencia, simplemente se decía a los sudafricanos que si no cambiaban no podrían participar como socios de pleno derecho en el diálogo internacional. ¿Por qué no pensar lo mismo de Israel? (...) Lo que no puede ser es mantener bajo ocupación a una población que no es pequeña, que son varios millones de personas, en unas condiciones absolutamente intolerables. (…) Ellos (los israelíes), no quieren saber. Y el no querer saber propicia cosas bastante horribles. Los alemanes no querían saber que existían campos de exterminio a cien metros de su casa y los franceses no querían saber si Vichy estaba de acuerdo con los nazis para deportar. Cuando no quieres saber, mal asunto. Alguien debería decirles que esto no puede ser, no es como lo ven ellos.
(El diario ‘El Mundo’) es al final una traslación en papel de la personalidad del fundador y director, Pedro J. Ramírez. Él sabe perfectamente que a mí su campaña sobre el 11M me pareció hasta cierto punto grotesca y no me la creo. Creyendo, en cualquier caso, que la instrucción y la sentencia y la verdad oficial tienen puntos oscuros y que posiblemente ahí se ha tratado de ocultar algún tipo de papel de servicios secretos o cualquier factor de ese tipo.
En ‘El Mundo’ no se exige tanta homogeneidad como en otros periódicos. Es el caso de, por ejemplo, ‘El País’, que tolera muy mal la contradicción. Es decir, la disidencia interna.
Más de una persona y más de dos y más de tres me han comentado que ya no podrían seguir leyéndome porque ellos serían incapaces de abrir ‘El Mundo’. No ya comprarlo, ¡sino abrirlo! No pueden tocarlo, como si fuera tóxico. A eso me refería antes cuando hablaba del sectarismo de los lectores que atribuyen la credibilidad a una cabecera.
El ERE de la empresa (‘El País’) fue demencial. Una empresa que no había tenido pérdidas en su vida se acogió a los extremos más duros de la reforma laboral. (…) Esto ha tenido efectos muy traumáticos en la redacción, ha dejado fuera a un capital profesional muy importante y no sé si estamos peor los de fuera que los de dentro, los que han quedado y que ven los espacios vacíos, lo que ya no se puede cubrir y tienen unos jefes de los que no se fían por el papel que han desempeñado durante esta batalla de los despidos.
La sensatez dice que el papel no va a desaparecer. Es evidente que el papel va a perder su condición de soporte masivo de información y comunicación, porque es caro y logísticamente complejo trasladarlo de un lado a otro cuando han aparecido soportes digitales e inmediatos y muy eficaces. Vale, pues eso ya existe y como siempre va a asumir el peso de lo masivo porque es barato y es rápido. (…) Llévate un iPad a la playa, que se te caiga a la arena y a ver. En cambio el papel lo doblas, lo dejas, te lo pones en el bolsillo, la verdad es que es muy práctico. (…) El problema es este tipo de gente, estos falsos gurús -y señalo concretamente a Juan Luis Cebrián-, que llevan años diciendo que el papel ha muerto, que esto es prácticamente un pecado.
© Carlos Pérez Cruz
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