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jueves, septiembre 24, 2009

Carta a los ilustres senadores españoles

Señores senadores del pueblo español. Me van a permitir que por una ocasión, que quizá no sirva de precedente (¿quién sabe?), deje de lado mi tendencia a la ironía o incluso al cinismo (sin él qué difícil sobrevivir) que caracteriza muchos de mis escritos y hablares y sea muy clarito y directo en esta ocasión. Lo voy a ser porque mi última ironía periodística al respecto resultó desalentadora, hasta el punto de que el diario "El País" logró convertirme en un firme defensor taurino cuando, obviamente, pretendía todo lo contrario. Tal fue el desatino en el recorte de mis palabras que incluso figuran en foros taurinos (cuando lo suyo sería figurar en los antitaurinos). Así que permítanme que en esta ocasión les mande a la mierda sin mayores rodeos. Váyanse a la puñetera mierda y regodéense en ella hasta que el hedor de sus heces les acompañe allá donde caminen y un ejército de moscas hambrientas les impida el sueño día y noche. ¡Ojo! No les estoy deseando un mal tan grave. Piensen que podría haber optado por desearles que desnudos y a plena luz del día caminaran despavoridos por las calles de una ciudad tratando de huir de un ejército de ciudadanos sedientos de sangre provistos con lanzas dispuestas a penetrarles por los cuatro costados hasta que acojonados y exhaustos murieran desangrados ante el fervor del respetable. O podría haber optado por torturarles con punzantes banderillas toreras y terminar con una estocada que, confiemos, fuera certera, no vaya a ser que tengamos que cortarles los huevos todavía conscientes... que debe de doler lo suyo. Así que disfruten del mal menor que les he deseado y que no es sino un complemento olfativo del hedor que desprenden sus mentes y conciencias.

Aunque mi deseo es para una inmensa generalidad de nuestros ibéricos senadores permítanme algún deseo personalizado. Señor Javier Sanz, senador socialista que defiende el maltrato animal con argumentos como que los castells (torres humanas típicas de Catalunya) son maltrato a personas porque los que están abajo "sufren el peso de todos los demás". Nada me gustaría tanto como verle aplastado (no muerto, ¡no por dios!) por una manada de toros en pleno recorrido del encierro sanferminero. De esa manera disfrutaría como un casteller de base pero debajo de aquellos animalitos que tanto adora que se torturen de mil y una maneras en este país de tradiciones tan hermosas (perdón, no pretendía utilizar la ironía). Señor Javier Marqués, senador popular que defiende el maltrato animal con argumentos como que "atraen turistas y son acontecimientos de primer orden". Ofrézcase voluntario para el primer "Humano de Tordesillas". Hágalo y verá la cantidad de turistas nacionales e internacionales que acudiríamos impacientes por ver sus ojos desorbitados ante el acoso de cientos, miles, de aficionados a la tradición de este país y curiosos foráneos. Ya que la definición de maltrato es opinable según su señoría, permítame experimentar con su persona la definición de maltrato para que en sus propias carnes la experimente y saque sus propias conclusiones. ¿Le parece?

De cualquier modo, si mi tono les resulta ofensivo, permítanme primero disculparme. Ya he confesado el mal trago de mi última experiencia en opinión antitaurina (y antimaltrato animal) en "El País" que me obliga a la claridad en la confección de mis textos y opiniones. Si a pesar de todo no les sirven mis disculpas permítanme hacer mías las palabras de Enric González hoy en el mismo periódico que tergiversó las mías. Son mucho más educadas señorías.

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