En los días de que no es deseable que no asome la lucidez siquiera por un instante. Si lo hiciere sería la perdición. Se hace consciente todo lo que uno pudo y no hizo. Pero después de todo hay esperanza. Por fortuna en los días de que no la lucidez, si asoma, sólo lo hace brévemente. Y vuelves al estado de letargo, de apatía, de que no con el que empezaste el no día.
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