Te propongo un ejercicio. Imagínate que estás en medio de un estadio de fútbol con 90000 personas gritando. Imagina que es el Bernabeu o el Nou Camp y que las 90000 odian al equipo rival. Ves la ira en los ojos de 90000 energúmenos que, además, no tienen valla que los detenga. Tu eres ese equipo. ¿Acojona eh?
Ahora imagínate que estás en medio de ese campo de fútbol con 90000 personas que te odian gritando cual energúmenos y con los ojos inyectados en sangre. No hay valla que te separe de ellos pero... ¡te has puesto unos tapones y no oyes nada! Imagínatelos... imagina... piensa en ellos gritando pero sin que los oigas. Imagínatelos levantados de sus asientos con gesto violento hacia ti... y tu no oyes nada. ¿No están ridículos? Son como bailarines sin música. En ese momento puede que empieces a descojonarte.
Y entonces será mejor que salgas corriendo.
Ahora imagínate que estás en medio de ese campo de fútbol con 90000 personas que te odian gritando cual energúmenos y con los ojos inyectados en sangre. No hay valla que te separe de ellos pero... ¡te has puesto unos tapones y no oyes nada! Imagínatelos... imagina... piensa en ellos gritando pero sin que los oigas. Imagínatelos levantados de sus asientos con gesto violento hacia ti... y tu no oyes nada. ¿No están ridículos? Son como bailarines sin música. En ese momento puede que empieces a descojonarte.
Y entonces será mejor que salgas corriendo.
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