Y ahora piensa que en vez de en un campo de fútbol estás en el Recinto Ferial de Jaén en plena Feria de San Lucas. Y en vez de 90000 enfervorizados y coléricos seguidores de fútbol te ves rodeado de cientos de almas bañadas en pilicrín* (te das cuen). Notas que tu cuerpo se restriega entre cuerpos sudados que se mueven de forma extraña. Unos en pareja, agarrados con el brazo por encima del hombro ajeno mientras una mano sujeta el pilicrín, otros en solitario (los más). ¿Qué les pasa? ¿Por qué parecen zombies? ¿Por qué tienes la sensación de que quien se inclina ante tí no te reverencia sino que amenaza con verter el pilicrín ya filtrao sobre tus pies?
En ese momento retiras inocentemente uno de los tapones de tus oídos y sientes una fuerte sacudida que te balancea el cuerpo. Te has convertido en uno de ellos. Es una fuerza sobrehumana que revoca en tu estómago y se apodera de ti hasta hacerte suya. Pero eres más fuerte y consigues sobreponerte. El tapón vuelve a su oreja, no sabes cómo, y, por arte del sentido común, te conviertes en el rey de la fiesta. A partir de ese momento bailas al ritmo de la única música que existe (el pulso de tu corazón) y los órganos vitales permanecen intactos, listos para volver Camino Soria sin haberte dejado el hígado y el oído en el intento.
*pilicrín
En ese momento retiras inocentemente uno de los tapones de tus oídos y sientes una fuerte sacudida que te balancea el cuerpo. Te has convertido en uno de ellos. Es una fuerza sobrehumana que revoca en tu estómago y se apodera de ti hasta hacerte suya. Pero eres más fuerte y consigues sobreponerte. El tapón vuelve a su oreja, no sabes cómo, y, por arte del sentido común, te conviertes en el rey de la fiesta. A partir de ese momento bailas al ritmo de la única música que existe (el pulso de tu corazón) y los órganos vitales permanecen intactos, listos para volver Camino Soria sin haberte dejado el hígado y el oído en el intento.
*pilicrín
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