Así las cosas, el día le regaló la posibilidad de una noche con ella. Tímida, desapareció de su vista unas horas hasta que irrumpió serena, mostrando la implacable belleza de su rostro plateado. Bajo el faldón de su luz se inundó de noche el día y dejó hipnotizadas a las criaturas del sol.
La luz reflejada besó su rostro apenas unos segundos. El tiempo en que tardó en volver a ignorar el ritmo de la vida y la invitación a una noche con ella.
La luz reflejada besó su rostro apenas unos segundos. El tiempo en que tardó en volver a ignorar el ritmo de la vida y la invitación a una noche con ella.
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