Así es hermanos. Tras el petardazo de ayer a las doce las hostilidades alcóholicas se han desatado como cada año por estas fechas en la vieja Iruña. La frustración sexual que da pie al llamado "Conflicto Vasco" alcanza su clímax anual entre el 6 y el 14, especialmente en el temido fin de semana que hoy comienza. Dicha tensión da lugar a intensas batallas entre el civismo y la anarquía mal entendida que, como viene siendo habitual desde que tengo uso de razón y ojos, gana con claridad la segunda opción. Pero sólo es una batalla... la Guerra es muy larga.
Conforme escribo este diario de Guerra estarán desembarcando miles de tropas que convertirán el reducido frente pamplonés en una batalla incruenta y masiva. Sálvese quien pueda en el toque de diana del próximo amanecer. Mañana no será una buena madrugada para SER Pamplonesa.
Pero mañana al mañana. Hoy toca lo ya vivido. Los primeros escarceos de la jornada han llegado con el despertador de reclutas que son las Dianas. Pocas novedades y sorpresas. La lucha ha transcurrido con normalidad y los heridos ya lo eran de la noche. Empiezo a preocuparme por la falta de originalidad de las arengas del frente de juventudes.
Algo más divertido, que no original, es el frente familiar que acompaña los pasos de la procesión del Santo (toda Guerra tiene sus iconos). Tradicional división de opiniones en este microbio de las dos Españas que es Pamplona. Filias y fobias al paso de la Teniente Barcina que como suele regaló sonrisas y ostensibles muestras de gozo ególatra a sus fílicos y desprecio a sus fóbicos. Pasiones desatadas y neuronas encorsetadas ("Hay que matar a todos los abertzales", dijo él desafiante).
Eso sí, el batallón "La Pamplonesa" (el mío) estrenaba americana color marfil. Que semejante atentado visual haya tenido aceptación pública confirma mis mayores temores. En esta ciudad el tiempo se detuvo en la época del guateque (15 años tiene mi amor). Clara competencia la nuestra al retorno de Pajares y Esteso. Ya lo dijo ella: "¡Mira, la orquesta!".
Y claro, como toda Guerra la muerte está presente. En estos momentos cae el segundo de la tarde (calculo). Ya se sabe que muchos inocentes caen en los conflictos armados. Asesinos con espada (ya he dicho que el tiempo se detuvo hace mucho aquí) aniquilan con saña a estas horas a unos toros gaditanos. ¿Qué culpa tendrán ellos? Que no se folle no es cosa de cuernos. Yo, en desacuerdo, he abandonado mi puesto en el frente por no compartir los criterios de la comandancia. Algunos compañeros comparten mi opinión pero se agarran al deber en el cumplimiento de las órdenes. Ya me lo decía él hoy: "Tu eres un tornillo. No puedes pensar".
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