Selva de Mar. Imagínenla.
Cierren los ojos y caminen o naveguen por ella. ¿Cómo es una selva de mar? No
lo sé pero, ¿a que suena bien? El mar inspira, la selva respira. Todos llevamos
una y por ella suspiramos. ¿Cómo encontrarla? Indispensable la paz interior o,
al menos, la voluntad de pacificar el alma. Respirar la selva e inspirar(se en)
el mar, imponerse con gesto sereno a la hostilidad del mundo exterior y salir a
caminar guiados por los sentidos. Con paso firme, pero pausado, hacia una selva
de mar.
Selva de Mar. ¡Gran
nombre! Pronúncienlo. ¿A que es puro deleite? Detrás de tan evocadora puesta en
escena hay un compromiso indudable con la belleza que se desparrama en música,
que riega el cerebro con el filtro del alma. Belleza que parece estática y que,
sin embargo, se mueve, viaja, muta en sus texturas y formas como lo hace el
cielo cada vez que un avión lo atraviesa, rompiendo nubes, dibujando curvas en
el tapiz azul celeste. Música que celebra y se celebra con los oídos abiertos
como poros tras un baño de vapor. Música que inunda el espacio, que lo llena de
suaves reverberaciones para redibujarlo, para alisar las aristas y hacer
respirable lo irrespirable. Una selva que grita a pleno pulmón y, sin embargo,
parece susurrada por olas que no rompen rotundas sino que se deshacen en mil
pequeñas caricias. Una selva a la que el mar entra templando una fría noche de
invierno. Shhhhhh, la espuma de las
olas. Ábrete de orejas y escucha.
© Carlos Pérez Cruz
Nota: este texto le fue solicitado al autor por el grupo y forma parte del dossier promocional del proyecto Distrails publicado en Whatabout Music.
Selva de Mar
Pablo Wayne : hang, percusión
Sasha Agranov: cello
músicos invitados:
Mû (voz, Guinea Bisau)
Stephanie Pan (voz, U.S.A- Holanda)
Eyal Street (fagot,
Israel)
Oriol Roca ( bateria, Cat.)
Dave Bianchi (voz, letra, U.S.A)
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