Chema García, Joachim Kühn y Carlos Pérez Cruz. |
¡Bravo Chema! Un libro sobre discos en tiempos en los que leer sobre el papel es un insulto a la inteligencia digital y en los que comprar un disco le convierte a uno directamente en antisistema. Como siempre acertado, señor García. No contento con esto, en vez de titular, provoca. Lo cual, no lo neguemos, es consustancial a la figura del crítico. Y no se me escude en que la editorial le propuso o impuso semejante bravuconada, que bien conocen las hordas de aficionados al jazz de este país cómo se las gasta usted, que no necesita cerilla sino bolígrafo y libreta para prender la llama de facebook, la coartada de los pirómanos del siglo XXI.
No le mentiré, García, yo no he venido aquí ni a hablar de su libro ni tampoco del mío; que ni lo hay ni se lo espera. Estoy aquí porque me prometió un sitio preferente al lado del genio... por ver si se me pegaba algo. También es verdad que porque mi chica está enamorada de él y, ahora que lo veo de cerca, todavía entiendo menos por qué. Pero así es la vida. El señor, o sea, Coltrane, reparte: a unos el genio de las teclas y el atractivo... a usted y a mí, nada, no nos engañemos. Por eso nos dedicamos a hablar de los demás, aunque sea mal.
Volviendo al libro... Bueno no, casi mejor no. Divaguemos. No sé hacia dónde va esta sociedad, entre otras cosas porque ni sé hacia dónde voy yo, aunque lo más probable es que me vaya al carajo. Quizá por eso elegí el jazz - o el jazz me eligió, no lo sé - porque es una buena música para combatir el carajo, incluso para mandarlo todo al carajo. En todo caso, que me voy por los cerros de mi mente... y volviendo al libro... bueno, no, mejor no. Sigo divagando. Que no sé si habrá libros y discos mañana pero sí que habrá jazz y que espero que esté ahí usted para dar fe de él. Eso sí, con libreta y bolígrafo. Que otra cosa buena no sé si sabré decir de usted, pero que al menos no tweetea los conciertos, ya es algo. Que ya sabe usted que ahora la inteligencia es espontánea.
En fin, finiquito mi minuto de gloria, el que he tenido que pagar por estar al lado de un genio... reitero, el de las teclas... pero, ¿¡qué tendrá el maldito!? En fin, acabo y le agradezco la invitación para acompañarle aquí esta tarde. No me quiero extender más, entre otras cosas porque me hacen falta semanas y quizá años para solventar mis carencias. Porque, García, he descubierto - aunque ya lo sospechaba - que en esto de la crítica de jazz soy un impostor. Le confieso que decenas de los discos por usted seleccionados ni siquiera los he escuchado. Aunque me consuelo pensando, y no me lo tome a mal, que son cosas de la edad.
Por cierto, y ya acabo. Hace no mucho caminaba por la calle con un disco en la mano. No sé si le sorprenderá saber que me sentí observado, incluso escrutado. ¿Qué es eso? Se preguntaban seguramente. No llegó al pánico pero se intuía. Por eso reconforta saber que uno no está solo en este absurdo de seguir amando la música registrada en un disco. Por eso valoro este libro como lo que es: un canto de amor a la música. Bueno, eso espero, o quizá que quería usted sentirse observado. Pero como creo que no necesita de un libro para que se le mire, intuyo que hay en él el cariño hacia los maestros que nos han hecho y hacen felices y una loa al arte de escuchar (ambas cosas hoy en claro retroceso. Ni se respeta a los creadores, ni se los escucha). Por eso y por la opípara cena a la que espero me invite después, gracias.
© Carlos Pérez Cruz
Texto leído durante la presentación del libro Esto es Jazz: los 101 + 101 mejores discos de la historia de Chema García Martínez. Presentación en la librería 'La Central de Callao' (Madrid) el 23 de octubre de 2012.
2 comentarios:
Tengo el libro, y me parece extraordinario,
Yo también lo tengo en mi poder! Sorpresas te da la vida. Qué lástima haberme perdido la presentación!! Saludos!!
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