Once de la mañana. De la calle me llega el cántico alborozado de un grupo de féminas, el grito desatado por la mezcla explosiva del alcohol y adolescencia desabrochada. Caminan agrupadas, en dos líneas de cuatro. Al llegar a la esquina de la manzana en la que vivo se agrupan de forma circular. Un hombre mayor se les acerca. Desconozco qué les cuenta pero ellas aplauden alborozadas. Me aparto de la ventana. Los cánticos continúan. Recurren a algunos clásicos sanfermineros (... ¡Riau Riau!). De pronto surge una voz de mujer que desde la puerta de su vivienda recrimina su actitud. Me asomo. Una de ellas se sitúa en cuclillas entre dos coches, con los pantalones y las bragas bajadas. Orina. La mujer les hace ver que es de muy mala educación lo que está haciendo y empareja su actitud con la de los animales (cosa que somos, por cierto). Le devuelven los reproches con otros que la califican de "amargada". ¡Cómo puede reprocharles algo tan natural como eso! La orinante se limpia con un par de pañuelos de papel y los arroja al suelo, sobre el líquido del que se ha desprendido. Se alejan. "Pero tía, ¿has visto? Qué fuerte. Que nos ha llamado animales"
PD: Hoy es la "Carpa universitaria". Una celebración donde, con la excusa de una celebración teóricamente universitaria, cientos de jóvenes dedicarán el día entero a beber alcohol. Mañana la prensa local tratará de captar su atención con fotografías de "búscate en la carpa". Y todo será de lo más normal.
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