Alguien me dijo al respecto de Josetxo Goia-Aribe algo así como que siempre trata de hacer la música que esté de moda en cada momento. Poco después añadió que le resultaba rara para su gusto. Algo no cuadra en esa concepción del saxofonista navarro ya que la moda y lo extraño no suelen ir de la mano salvo en ocasiones contadas que, además, tienen pronta fecha de caducidad. Al contrario que ese alguien pienso que la carrera de Josetxo sigue una trayectoria coherente y lineal desde el principio de su trayectoria discográfica. Siempre ha tenido como referente la música tradicional de su tierra (cultural) e, inspirado por ella, la ha trabajado en diferentes formatos con una forma expresiva ligada a la cultura de un Jazz ECM, fundamentalmente garbarekiano. Por otro lado si buscaba hacer la "música de moda" la jugada le ha salido mal porque nunca lo ha estado y lo conseguido ha sido más bien por su capacidad de esfuerzo y constancia en la labor de "cazador" de conciertos (trabajo) que por una cuestión de popularidad.
No considero a Josetxo Goia-Aribe especialmente un transgresor de la música si no es por contraste con el entorno en el que vive profesionalmente. Lo que él hace no lo hace nadie más a su alrededor y eso le ha llevado a ser un rara avis jazzístico. El problema es que Goia-Aribe se tiene que confrontar aquí con un panorama determinado por una concepción mainstream USAmericana del Jazz, como si esa fuera la verdadera esencia de la música improvisada. Incluso quienes como él han trabajado un repertorio determinado por lo tradicional local y regional lo han hecho desde una perspectiva más swingueante, como si la única manera de hacer Jazz con el folclore fuera sincopar melodías. Lo suyo es otra cosa, es una concepción de la improvisación más amplia que procede de una mentalidad teórica más abierta. Por eso su referente lógico está en Europa, en ese Jazz "a la europea" cuyos standards son melodías y canciones populares y ancestrales con unas sonoridades que determinan la singularidad de la música improvisada propia de Europa.
Contar siempre de partida con un repertorio tradicional vasco-navarro como inspiración puede ser peligroso por reiterativo. Ese riesgo lo ha esquivado Josetxo hasta la fecha con cambios de instrumentación (del dúo saxofón - chelo al combo tradicional de Jazz), por sus pequeñas transgresiones (su Jota Jazz en Herrimiña dio que hablar en los círculos locales) e incluso con la utilización de voces invitadas que, por trayectoria, determinaban un espíritu más Folk, pop o folclórico (entiendo que el Folk es lo folclórico desarrollado). Y ahora, en el sexto, prueba de nuevo con el cambio de instrumentación (sólo vientos y percusión) y se pone más "gamberro" o, como él dice, se va "de juerga". Claro que su espíritu festivo es comedido, elegante incluso, más propio del que vive la fiesta como espectador que como actor. Su refinada visión de la música de las pamplonesas fiestas de San Fermín comparte poco de la borrachera y del estercolero en el que se mueven las txarangas. La Orquesta Jamalandruki (nombre en homenaje a un ilusionista pamplonés fallecido en 1988 que se apodaba "Jamalandruki") recrea el espíritu de esta música de calle con un sentido lúdico y, en ocasiones, circense. Sentido que no pierde cuando abre su campo de acción a otras festividades (los moros y cristianos levantinos, aquí Moras y Cristianas, que suenan sorprendentemente verosímiles a pesar de la corta instrumentación), procesiones religiosas (La Dolorosa, en referencia a la procesión semanasantera del mismo nombre que tantas veces vio pasar en su condición de vecino del casco viejo pamplonés) o canciones de corte popular como El toro y la luna (aquí una especie de chachachá verbenero titulado La luna y el toro). Entre las curiosidades del repertorio un guiño a Thelonious Monk al que anuda el pañuelo rojo sanferminero en una Alegría Monkiana que hace honor al estilo fragmentario del genio pianístico.
En la compañía de dos músicos locales (el trombonista Marco Bellizzi y el intérprete de tuba Luis Orduña), un trompetista británico residente en España (David Herrington, habitual de las agrupaciones de Baldo Martínez) y del percusionista Guillermo McGill (asociado con el Jazz Flamenco) Josetxo Goia-Aribe consigue la complicidad de unos compañeros de "Orquesta" con trayectorias muy dispares entre sí que, sin embargo, asumen con naturalidad tan folclórico y divertido reto. Una propuesta que se articula en pequeñas píldoras de dos o tres minutos (sólo 3 de las 13 pistas superan escasamente los cuatro minutos) que rezuman buen rollo y ánimo festivo dentro de una forma musical estructurada en muchos casos en pequeños corta-pegas en los que abundan las referencias reconocibles para el oyente local y donde los ritmos tradicionales no restan jazzismo alguno a la música.
© Carlos Pérez Cruz
Publicado originalmente aquí.
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