¡Escándalo! La SGAE (Sociedad General de Autores y Editores) cobra por los derechos de autor en festivales benéficos. El personal se tira de los pelos y usurero es el adjetivo más amable (me imagino los esputos verbales en los foros de la red). Se pone como ejemplo un concierto de David Bisbal por no sé muy bien qué causa. No seré yo quien ponga la mano en el fuego por la SGAE (sus funciones y cómo las ejerce es una cuestión muy diferente) pero pocos son los que tienen en cuenta que la mayor parte de los cantantes (los instrumentistas en esto pintan poco), que son los que ofrecen su gratuidad en estas actividades benéficas, no son (en una inmenso porcentaje) los autores de las canciones que interpretan (o como se quiera llamar a la mayoría de perpetraciones).
Preguntas: ¿Piden permiso los cantantes y organizadores a los autores para la cesión gratuita de los derechos de su autoría? ¿Permitiríamos que alguien usurpara nuestro trabajo y lo regalara, fuere la causa la que fuere, sin nuestro consentimiento? ¿La voluntad de un tercero nos obliga legal o moralmente?
Existe una percepción equivocada de la música y sus derechos. Se extiende la versión (acomodaticia) de que la música es de todos (¿?) cuando será en todo caso del padre o la madre que la parió y, a partir de ahí, lo que haga con ella dependerá de su voluntad, necesidades, etcétera. El trabajo del autor es precisamente ese, crear la música a la que, por otro lado, se puede acceder en muchos casos de manera legal y gratuita (radiofórmulas, por ejemplo). Es decir, existen múltiples facilidades para escuchar música sin pagar por ella, infinitas si sumamos las ilegales. ¿Cuál es la consideración que nos merece el autor? Gloria para el intérprete, ni siquiera posibilidad de olvido para el autor. Para eso primero habría que conocer su nombre.
Preguntas: ¿Piden permiso los cantantes y organizadores a los autores para la cesión gratuita de los derechos de su autoría? ¿Permitiríamos que alguien usurpara nuestro trabajo y lo regalara, fuere la causa la que fuere, sin nuestro consentimiento? ¿La voluntad de un tercero nos obliga legal o moralmente?
Existe una percepción equivocada de la música y sus derechos. Se extiende la versión (acomodaticia) de que la música es de todos (¿?) cuando será en todo caso del padre o la madre que la parió y, a partir de ahí, lo que haga con ella dependerá de su voluntad, necesidades, etcétera. El trabajo del autor es precisamente ese, crear la música a la que, por otro lado, se puede acceder en muchos casos de manera legal y gratuita (radiofórmulas, por ejemplo). Es decir, existen múltiples facilidades para escuchar música sin pagar por ella, infinitas si sumamos las ilegales. ¿Cuál es la consideración que nos merece el autor? Gloria para el intérprete, ni siquiera posibilidad de olvido para el autor. Para eso primero habría que conocer su nombre.
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