Días de los muertos vivientes. Entre el sábado
21 y el lunes 30 de abril se concentran tres
celebraciones, tres “días de” con olor a
taxidermia. Día de las tiendas de discos, día
del libro y día del jazz. Es decir, días para
recordar aquellos tiempos en que se escuchaba
música, se leía algo más que ciento cuarenta
caracteres y una expresión artística denominada
jazz era, incluso, considerada música popular.
El sábado 21 las tiendas de discos celebran su
día. Las que resisten, claro. Uno camina por
diferentes ciudades del mundo y, de pronto, se
encuentra una. ¡Es como dar con el arca perdida
de Indiana Jones! Una labor puramente
arqueológica. Tiendas que permanecen en la
superficie pero que corresponden, en realidad, a
capas geológicas anteriores de nuestras urbes.
Una vez en su interior, el polvo acumulado en
cajas de
cedés - por el supino aburrimiento del
dependiente - corrobora la sensación de hallazgo
arqueológico. El resurgir del vinilo causa
además un efecto de alucinación visual y la
sensación de estar viviendo en un bucle temporal
que, efectivamente, es la confirmación de que
estas tiendas ya no existen, son mero producto
de nuestra nostalgia. La prueba está en que si
usted sale a la calle con un disco bajo el brazo
será inmediatamente objeto de la mirada
extrañada de los demás. Le observarán incapaces
de comprender. ¿De dónde ha salido este tipo? Y
usted se subirá al
DeLorean.
El lunes 23, turno para el libro. La imagen
característica de una jornada así es la de los
puestos callejeros que las librerías instalan en
plazas, avenidas y rincones emblemáticos de las
ciudades, con ejemplares colocados sobre el
mostrador y gente que asoma su cabeza curiosa
entre las de otros. Alguno incluso llega a
comprar. En algunas casetas los escritores
firman y dedican a sus lectores copias de sus
últimas novelas, ensayos y recetas de cocina. El
librero aplicará un descuento como celebración
(para el comprador) de la jornada. ¿Cómo se
celebra un día del libro digital? ¿Se pasea
virtualmente? ¿Se firma con DNI electrónico? ¿Es
el día del libro un grupo en Facebook? ¿Acaso
una etiqueta en Twitter?
30 de abril, Día internacional del jazz. Una iniciativa de Herbie Hancock amparada por la UNESCO que cierra esta trilogía necrófila justo una fecha antes de que el mundo celebre el día de los trabajadores (de seguir así, pronto hablaremos de tetralogía). ¿Qué decir de esta jornada? ¿Se celebrará su presente o su pasado? Intuyo que habrá cierto espíritu museístico, que volverá a ponerse el foco sobre los nombres que tanto dieron (pero que hoy ya no están) y que se expondrán en urnas como si de un museo de historia antigua se tratara, convirtiendo a muchos de ellos en figuras institucionales (cuando en vida no lograron jamás escapar de la marginalidad). Como guía de esta visita apuesto por Wynton Marsalis. Él será uno de los músicos que actuarán en la sala de la Asamblea General de las Naciones Unidas en Nueva York el día 30. ¿Se saldrá alguien del simpatiquismo celebratorio? ¿Alzará algún músico la voz para dejar constancia en tan magno recinto de que la realidad del jazz no está para celebraciones? No, y menos en una sala acostumbrada al veto de los poderosos. Que nadie espere disonancias. Todo será perfectamente armónico, para deleite de Robert De Niro, Michael Douglas, Morgan Freeman y Quincy Jones, anfitriones de la velada. ¡Cuánto glamur! Con ellos en la fotografía igual hasta escriben la palabra ‘jazz’ en la revista ¡Hola!. La realidad quedará una vez más fuera de campo en la fotografía informativa. Muchas veces lo que no se ve es más verosímil que lo que se muestra.
© Carlos Pérez Cruz
Publicado originalmente en www.elclubdejazz.com
No hay comentarios:
Publicar un comentario