Me subo al coche y
me dispongo a recorrer la distancia que separa Pamplona de Bilbao.
Superada la mitad del camino lleno el depósito en la gasolinera del alto
de Altube. Pero, ¡por Repsol! ¿Tanto ha subido? La diferencia de
céntimos en el precio de un mes a esta parte puede ser razón para
quedarse en casa. Me saldrá caro este concierto.
Tengo suerte de
aparcar junto al hotel donde se encuentra alojado el ¡ZAS! Trío. Puppy
-cánido florido de la explanada del Museo Guggenheim- vigila que a mí
vehículo en vías de desintegración (cada día se le cae algo) no le falte
nada horas más tarde. Su presencia, no nos engañemos, no es
especialmente disuasoria.
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