Frederic Mompou, compositor barcelonés (nacido el 16 de abril de 1893), dedicó su trayectoria fundamentalmente a la composición de música para piano. Residió en París en dos etapas: una primera formativa interrumpida por el estallido de la Primera Guerra Mundial y otra segunda de nuevo finiquitada por otra guerra, la Segunda Guerra Mundial. Tuvo, por lo tanto, la oportunidad de residir en París en años de gran agitación musical y creativa y de ella formó parte a pesar de su reconocida timidez de hombre de pocas palabras (y pocas notas). Así partió de la impresión que le produjo el impresionismo de Gabriel Fauré (en un concierto en Barcelona en 1909) hasta llegar a relacionarse con compositores como Francis Poulenc, destacado miembro del grupo de Les Six cuyo fundamento de partida constituía precisamente una crítica al propio impresionismo. De toda esa experiencia formativa y profesional nos queda un Mompou minimalista y contenido, emotivo y profundo desde la sencillez de unas composiciones, sin embargo, nada simples. Un autor igualmente influenciado por la música tradicional catalana que forma parte melódica de su obra y que encontró en el título de una de sus series compositivas, la Música Callada, la mejor definición de su estilo: Esta música no tiene aire ni luz. Es un débil latir del corazón. No se le pide llegar más allá de unos milímetros en el espacio, pero sí la misión de penetrar en las grandes profundidades de nuestra alma y regiones más secretas de nuestro espíritu. Esta música es callada porque su audición es interna, decía el propio Mompou de dichas composiciones. A lo que en octubre de 1977 añadía el crítico Arturo Menéndez Aleyxandre (a propósito de la edición de Mompou interpreta Mompou, en la que el compositor interpretaba los cuatro cuadernos de Música Callada): (...) nadie las escuche todas seguidas, de una sola vez, porque aún cuando constituyen una unidad estética y de propósito, cada una se basta a sí misma y puede ser alimento completo para todo un día. Escúchenlas escalonadamente, a lo largo de cuatro semanas, para que no se destruyan unas a otras amontonándose en nuestra limitada receptividad. El silencio es frágil. La música del silencio es la fragilidad misma.
Me temo que no estoy en disposición de seguir el consejo de Menéndez Aleyxandre aunque pocas son las músicas que merecerían tal consideración de las muchas que escuchamos (o nos invaden) a diario. Cierto es que uno podría pasar un día entero escuchando la tercera pieza de la Música callada, tan noble y sensible en los dedos de Mompou, tan irónica en el sonido de la trompeta de Dave Douglas. Y es que esa tercera pieza de la serie es una de las que se hace versión en Mompiana, seguramente muy reconocible para el oyente español con un mínimo de cultura radiofónica: su melodía es sintonía de la Cadena SER (Sociedad Española de Radiodifusión); Sinfonía Azul en la versión orquestal que firmara en su día para la red de emisoras.
El repertorio que Lluis Vidal ha seleccionado para esta relectura de la música de Frederic Mompou procede por completo de composiciones para piano solo: de cuatro piezas de la Música Callada (I, III y IX del primer cuaderno - 1959 - y X del segundo - 1962), la número 6 de su serie Cançons i danses (1943) y las tempranas El carrer, el guitarrista i el vell cavall y Gitanes I de la serie Suburbis (1916 - 1917), serie descriptiva de la Barcelona suburbial de aquellos años que conoció en sus paseos. Además por primera vez se registra Temps de blues, publicada en 1949 e inédita hasta la fecha (de la que se hace en el disco versión a solo de Vidal y otra con el grupo al completo). Completa una composición original de Vidal titulada Cançó i dansa 1 (¿guiño a Stravinsky incluido?).
El Jazz no ha sido una música que haya influido en demasía en Frederic Mompou (así lo defiende el propio Lluis Vidal en una entrevista con servidor) a pesar de que los años intermedios de su doble estancia parisina fueron los de la irrupción de este estilo en París, fundamentalmente a través de las bandas que llegaron de la mano de las tropas estadounidenses. Sin embargo cierto fervor jazzístico entre compositores se apagó al poco de su segundo establecimiento en París, aunque la relación entre los compositores "clásicos" y el Jazz era ya irreversible. Tan sólo dos composiciones de toda la trayectoria de Mompou parecen relacionadas con este género: un foxtrot y el Temps de blues que antes mencionaba. Nada más parece tener relación directa aunque Vidal explica que, a pesar de reelaborar un poco la armonía para adaptarla a mis necesidades, la concepción armónica de la música de Mompou es muy cercana al concepto armónico del jazz. Y así a partir de esas partituras de su escritura para piano Vidal construye su propio universo partiendo del ajeno del compositor. Se vale de las melodías (siendo la de Mompou una música muy melódica) y de las armonías (convenientemente adaptadas) para variar fundamentalmente el sentido rítmico de la música y dar pie a desarrollos mucho más prolongados que los de la escritura original de Mompou (que apenas llega a dos minutos de interpretación en muchos casos). A partir de ahí espacio para que los solistas se explayen sobre una estructura que va más allá de una primera lectura melódica e improvisación y que se construye sobre pulsos y secciones cambiantes. Así se evita la tentación de simplemente jazzificar unas melodías que no fueron para el Jazz en origen. Un ejemplo notable de cómo hacer propia la música ajena es el de la versión de El carrer, el guitarrista i el vell cavall: Una de las partituras más libres y rítmicamente más inestables del repertorio de Mompou seleccionado por Vidal se convierte en la más abierta y experimental de las versiones del proyecto. Puestas en paralelo ambas se asemejan en su estructura y se diferencian en el dialecto musical. Coherencia y personalidad en el trabajo de Vidal.
Lluis Vidal ha contado con su trío en la actualidad: Masa Kamaguchi (contrabajo) y David Xirgu (batería). Además, dos solistas invitados: el saxofonista y flautista Perico Sambeat y el trompetista Dave Douglas. Este último se reencuentra aquí con Xirgu, que sugirió para Mompiana a quien fuera su compañero de estudios en un tiempo de estancia en Badalona del estadounidense a finales de los años 70 (siendo apenas un quinceañero, en un intercambio escolar). Un quinteto con proyección internacional por nombres y por solidez en la música que llevan a cabo. Reconocibles como solistas y ensamblados como conjunto. Un lujo que se aprecia con la escucha atenta y más si cabe con la referencia de las composiciones originales de Mompou. La duda es si la mayoría de los oyentes tenemos tiempo para dedicar a la audición detenida de un proyecto en particular; para evitar poner en riesgo lo que Menéndez Aleyxandre llamaba nuestra limitada receptividad desafiada hoy en día por la aglomeración de sonidos a nuestra disposición (voluntaria o no). Mompiana merece la escucha aunque, y acudiendo de nuevo a las letras de Aleyxandre en octubre de 1977, no recomendaríamos a todo el mundo, sino solamente a aquellos que son capaces de comprender y gustar la música no como un mero pasatiempo, un recreo del oído o viruta para rellenar el embalaje de las cosas serias de la vida (en lo que se ha convertido ahora), sino como una única expresión posible de lo inexpresable.
© Carlos Pérez Cruz
Publicado originalmente aquí.
3 comentarios:
sabes euskera???? por q yo si bueno me a gustado tu blog bueno adiooss
Me ha encantado tu entrada. Fui a ver el concierto en el Auditorio. Quedé captivada. Había escuchado Mompou. Y me encantaron los arreglos que presentaron.
Pero cuando más gozo de este disco es después de escucharlo una y otra vez. Cuando me conozco las melodías pero continuan sorprendiéndome los solos estupendos que hacen estos maravillosos músicos.
Felicidades de nuevo. Me ha encantado. Seguiré leyéndote.
Hola Carla,
perdona que haya tardado en contestarte pero he estado tres semanas sin acceso a internet. Me alegra mucho tu comentario y que hayas disfrutado del concierto. Espero que otras entradas te estimulen igualmente.
Un beso
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