Entienden algunos aficionados que Dave Douglas no es lo que prometía. Dicho de otra manera, deslumbró tanto con sus primeras ideas y proyectos que cualquier cosa que suene más próxima a la ortodoxia lleva todas las de perder para quienes piensan que en la expresión de un artista con esos inicios tan transgresores cualquier mirada al pasado es un fracaso o, si no tanto, una concesión a la comercialidad (¿?). No lo creo. Que con su irrupción soplara viento fresco mediante una combinación de instrumentaciones infrecuentes, un estilo como trompetista propio, expresivo y virtuoso (aunque no artificioso), composiciones afines a una estética camerística contemporánea e incluso en ocasiones folclórica (balcánica, klezmer...) que se traducían en una música libre (que no Free) llena de calidad compositiva, no era el anuncio de un nuevo apocalipsis en la Historia del Jazz sino el aterrizaje de un tipo con una gran personalidad y con mucho que aportar. Y aunque el efecto sorpresa se ha diluido (lógico) su capacidad para armar proyectos de gran entidad y densidad no desaparece ni cuando asoma un atisbo de costumbre.
Aunque el reinado popular de la trompeta en el Jazz de las últimas décadas se lo ha concedido la oficialidad a otro músico (guess who?) mi gusto y criterio le concede a él el mérito de haber hablado de otra manera con el instrumento y, de paso, una notable capacidad como compositor con una amplitud de registros dentro de una línea moderna de creación que hacen de la suya una aportación musical de primer orden (aunque difícilmente sólo con la música se pueden llegar a obtener ciertas consideraciones). Y ahora, por primera vez desde su primer trabajo en 1994 (Parallel Worlds), se presenta con el respaldo siempre contundente de una orquesta de Jazz (o big band, según se prefiera). Su música, que combina de habitual densas construcciones armónicas con frecuentes vericuetos rítmicos, trasladada a un formato de gran tradición y estereotipos. Un esfuerzo de composición y arreglos que Douglas reparte en lo segundo con su profesor de composición durante los años universitarios Jim McNeely. Éste arregla cuatro temas de la discografía del trompetista mientras que Douglas aporta tres temas creados ex profeso para este tipo de formación orquestal que a su vez forman parte de una suite mayor titulada Delighted States (antes Letter from America) que supuso el debut en 2008 de Douglas como compositor para big band.
La firma de la composición es siempre la misma pero el hecho de que sean dos los arreglistas permite que, sin perder la unidad del disco, se perciban diferencias sutiles entre los arreglos de McNeely y del propio Douglas. McNeely tiene una larga experiencia en estas lides desde su época como pianista de la Thad Jones/Mel Lewis Jazz Orchestra a finales de los 70 y principios de los 80 hasta su dilatada trayectoria como compositor y arreglista (además de director) de formaciones como The Vanguard Jazz Orchestra (sucesora de la anteriormente nombrada), las germanas WDR o esta Frankfurt Radio Jazz Bigband (hr-Bigband) de la que es artista en residencia. Profesor de composición de Douglas, trabajar el material de su pupilo fue uno de los primeros encargos que recibió de esta big band que pertenece a la larga tradición de la Europa (civilizada) cultural de orquestas de Jazz (no sólo clásicas) con soporte público. Verdaderas máquinas de precisión que, en el caso de la hr-Bigband, se adaptan a repertorios tan amplios que van desde un Piazzolla, pasando por Kurt Weill o George Gerhswin, hasta Colin Towns o el propio Dave Douglas (Se me caen las lágrimas viendo las posibilidades que una formación con este soporte puede llegar a hacer). Douglas debutó en este tipo de escritura con una suite durante la campaña electoral de Estados Unidos que acabó con la proclamación de Barack Obama como presidente inspirado por lo que él entendía como "desconocimientos de la realidad de Estados Unidos" en el mundo. Eso sí, con el cambio de gobierno (de Bush Jr. a Obama) cambió el título de la suite: de Letter from America a Delighted States (de Carta desde América a algo así como Estados Encantados). Y sin perder nunca la unidad de estilo tengo la sensación de que McNeely trabaja más las posibilidades tímbricas de la orquesta mientras que Douglas suena más como lo podría hacer con un pequeño combo como los que acostumbra, eso sí, con la fuerza y contundencia que sólo una big band puede proporcionar. En ese sentido los arreglos del profesor son más etéreos, más sinfónicos incluso, aunque McNeely quería mantener el espíritu original de música para pequeño grupo y no hacerla "artificialmente demasiado grande" y los del alumno más rockeros y directos al grano, más (con perdón) básicos (un simple efecto de continuos glissandos en Blockbuster resulta tremendamente efectivo) pensados quizá desde la costumbre de la escritura para combo. Que escuchada la música arreglada por el trompetista junto a la arreglada por el pianista, teniendo en cuenta la diferencia de bagaje de uno y otro al respecto, la resultante sea coherente dice mucho del potencial de Douglas para la escritura orquestal; o, al menos, que ha sabido salir airoso de este reto.
Nada que no hayan hecho otros con las posibilidades que ofrece una big band, ningún apocalipsis redentor para cambiar la Historia... ¡pero qué bien suena! Por facultades técnicas, creativas y variedad Dave Douglas sigue siendo para mí el gran trompetista del Jazz presente.
© Carlos Pérez Cruz
Publicado originalmente aquí.
Aunque el reinado popular de la trompeta en el Jazz de las últimas décadas se lo ha concedido la oficialidad a otro músico (guess who?) mi gusto y criterio le concede a él el mérito de haber hablado de otra manera con el instrumento y, de paso, una notable capacidad como compositor con una amplitud de registros dentro de una línea moderna de creación que hacen de la suya una aportación musical de primer orden (aunque difícilmente sólo con la música se pueden llegar a obtener ciertas consideraciones). Y ahora, por primera vez desde su primer trabajo en 1994 (Parallel Worlds), se presenta con el respaldo siempre contundente de una orquesta de Jazz (o big band, según se prefiera). Su música, que combina de habitual densas construcciones armónicas con frecuentes vericuetos rítmicos, trasladada a un formato de gran tradición y estereotipos. Un esfuerzo de composición y arreglos que Douglas reparte en lo segundo con su profesor de composición durante los años universitarios Jim McNeely. Éste arregla cuatro temas de la discografía del trompetista mientras que Douglas aporta tres temas creados ex profeso para este tipo de formación orquestal que a su vez forman parte de una suite mayor titulada Delighted States (antes Letter from America) que supuso el debut en 2008 de Douglas como compositor para big band.
La firma de la composición es siempre la misma pero el hecho de que sean dos los arreglistas permite que, sin perder la unidad del disco, se perciban diferencias sutiles entre los arreglos de McNeely y del propio Douglas. McNeely tiene una larga experiencia en estas lides desde su época como pianista de la Thad Jones/Mel Lewis Jazz Orchestra a finales de los 70 y principios de los 80 hasta su dilatada trayectoria como compositor y arreglista (además de director) de formaciones como The Vanguard Jazz Orchestra (sucesora de la anteriormente nombrada), las germanas WDR o esta Frankfurt Radio Jazz Bigband (hr-Bigband) de la que es artista en residencia. Profesor de composición de Douglas, trabajar el material de su pupilo fue uno de los primeros encargos que recibió de esta big band que pertenece a la larga tradición de la Europa (civilizada) cultural de orquestas de Jazz (no sólo clásicas) con soporte público. Verdaderas máquinas de precisión que, en el caso de la hr-Bigband, se adaptan a repertorios tan amplios que van desde un Piazzolla, pasando por Kurt Weill o George Gerhswin, hasta Colin Towns o el propio Dave Douglas (Se me caen las lágrimas viendo las posibilidades que una formación con este soporte puede llegar a hacer). Douglas debutó en este tipo de escritura con una suite durante la campaña electoral de Estados Unidos que acabó con la proclamación de Barack Obama como presidente inspirado por lo que él entendía como "desconocimientos de la realidad de Estados Unidos" en el mundo. Eso sí, con el cambio de gobierno (de Bush Jr. a Obama) cambió el título de la suite: de Letter from America a Delighted States (de Carta desde América a algo así como Estados Encantados). Y sin perder nunca la unidad de estilo tengo la sensación de que McNeely trabaja más las posibilidades tímbricas de la orquesta mientras que Douglas suena más como lo podría hacer con un pequeño combo como los que acostumbra, eso sí, con la fuerza y contundencia que sólo una big band puede proporcionar. En ese sentido los arreglos del profesor son más etéreos, más sinfónicos incluso, aunque McNeely quería mantener el espíritu original de música para pequeño grupo y no hacerla "artificialmente demasiado grande" y los del alumno más rockeros y directos al grano, más (con perdón) básicos (un simple efecto de continuos glissandos en Blockbuster resulta tremendamente efectivo) pensados quizá desde la costumbre de la escritura para combo. Que escuchada la música arreglada por el trompetista junto a la arreglada por el pianista, teniendo en cuenta la diferencia de bagaje de uno y otro al respecto, la resultante sea coherente dice mucho del potencial de Douglas para la escritura orquestal; o, al menos, que ha sabido salir airoso de este reto.
Nada que no hayan hecho otros con las posibilidades que ofrece una big band, ningún apocalipsis redentor para cambiar la Historia... ¡pero qué bien suena! Por facultades técnicas, creativas y variedad Dave Douglas sigue siendo para mí el gran trompetista del Jazz presente.
© Carlos Pérez Cruz
Publicado originalmente aquí.
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