Cada vez que llega el afilador una melancólica tristeza se abre camino en mi interior. El sonido de su armónica, la escala que asciende y desciende cada vez que la sopla para hacerse presente, proceden de un pasado remoto, de un tiempo con otra velocidad. Hoy el afilador ha vuelto a pasar por mi calle. Hoy la mía es una tristeza airada. El afilador que ha pasado por mi calle no soplaba su armónica. La escala ascendía y descendía cada tres segundos exactos. Era un sonido electrónico que emulaba el original y amplificado por un altavoz. La (pos)modernidad ha engullido uno de los últimos símbolos del pasado. La tristeza de su sonido tiene un presente electrónico. La resistencia ha capitulado. Ahora el afilador llega en mp3.
1 comentario:
Sonidos de tiempos pasados que son presentes desvirtuados o no. Quizás anuncien lluvia limpieza para la melancolía
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