Hubo un tiempo en el que el verano invitaba a la relajación de los sentidos. Era, de alguna manera, como si después de tanto pensar se nos invitara a no hacerlo, a dejar que los sentidos primitivos afloraran durante unos días al calor del sol, que ya volverían después las oscuras golondrinas del pensamiento. En parte para eso nació la "Canción del Verano", letras absurdas, breves, repetitivas y ritmos para arrítmicos puestas al servicio de la tontuna colectiva. Pero llegó un día en el que la "Canción del Verano" se adueñó del invierno, del otoño y de la primavera, y así la tontuna colectiva se hizo hombre y las ideas surgían al compás del chill out y las decisiones se tomaban a golpe de bombo (y platillo). Y así hasta que el sol decidió apagarse y la vida desapareció de la tierra.
No hay comentarios:
Publicar un comentario